Mis hombres estaban por escoltar a Igor dentro de la casa en cualquier momento, y había hecho que Semion trajera a Amelia desde mi habitación. En solo unos momentos, finalmente iba a observar sus interacciones. Aún no me gustaba lo que suponía saber del hombre. Siempre parecía una persona engañosa y deshonesta, lo que solo aumentaba mi sospecha de que también era un padre abusivo. –¿Qué hago aquí? – La voz de Amelia vino del pasillo a mi derecha, y miré con expresión practicada e impasible. Casi se me quiebra al ver lo que había decidido ponerse. Con la boca seca, repasé con la mirada a Amelia de pies a cabeza, sonriendo internamente mientras señalaba mentalmente cada prenda con lo que sabía de ella. La chaqueta suelta color canela daba la ilusión de ocultamiento, aunque carecía de cier

