—Cierro los ojos mientras el agua salpica mi rostro. Tomo una servilleta y me limpio la cara, mirándola. Dos de mis guardias se han acercado, pero les hago una seña para que se detengan.
—Está bien —me levanto y me inclino hacia adelante, sujetando su barbilla con la mano. la pongo a mirarme, y veo cómo todo su valor desaparece de sus ojos al enfrentarse con los míos.
—No deberías desafiarme —miro hacia arriba cuando entra la mesera con una bandeja de café, y le hago una señal para que se retire—. No. Le gusta lanzar líquidos, así que no se le da café caliente.
—la chica asiente, se da la vuelta y se va.
—Miro de nuevo a Zanoah—. No muchas personas se atreven a desafiarme. Especialmente aquellas que han hecho su tarea y saben quién soy. Asumo que ya sabes quién soy en el panorama gener
