Tres años después Suave música sonaba de fondo, y la rica y melodiosa voz de “vibras” se mezclaba perfectamente con la cálida ambientación del salón. Había gente sentada en las mesas redondas, cada una con carteles numerados en sus manos. Yo gestionaba mi galería de arte con elegancia ante el público, curando la belleza, mientras los hermanos y yo continuábamos con el negocio de lavado de dinero a puertas cerradas. La galería era un refugio, un santuario. Pero hoy teníamos una subasta y, antes del evento principal, me tocaba hacer la presentación. Se escucharon vítores y aplausos cuando terminé la presentación y sonreí, levantando mi copa de vino espumoso en alto para brindar. Era un nuevo año y un nuevo comienzo; y finalmente lancé la fotografía del año. La había llamado Corazón. Er

