Emmett
Una sensación palpitante en mi polla me despierta a la mañana siguiente. Solo me toma una fracción de segundo entender por qué. A mi lado en la cama, acurrucada en el hueco de mi brazo, esta Libby, completamente desnuda. Su trasero esta presionado contra mis caderas y ya estoy duro como una roca.
Eso explica el sueño húmedo. ¿O…recuerdo húmedo?
Solo pensar en la noche anterior es suficiente para hacerme gemir. La lencería que le arranqué del cuerpo. La pared contra la que la inmovilicé, la sensación de liberación cuando finalmente me follé a la mujer con la que había estado soñando durante semanas: mi propia esposa.
Y después de eso, la lleve arriba, directamente a mi ducha. Le frote la espalda con jabón, sus piernas largas y delgadas, sus brazos tensos. Sus caderas, su trasero, sus pechos…Para cuando llegamos a la etapa de enjuague, temblaba como una hoja. Podría haberle hecho lo que quisiera, pero en lugar de eso, la atraje hacia mis brazos y deje que mi mano se deslizara entre sus piernas. La hice gritar de placer una vez más.
Mi polla late dolorosamente, y como en respuesta, Libby se retuerce mientras duerme, su culo frotándose contra mi m*****o. Mierda. No puedo soportarlo más.
Deslizo un brazo hacia abajo desde donde lo rodee con su cintura y trazo círculos a lo largo del hueso de su cadera, la curva de su vientre. Hacia abajo por su suave montículo, hasta que las yemas de mis dedos rodean su clítoris, muy ligeramente. Rozando de un lado a otro hasta que Libby se retuerce de nuevo y deja escapar un pequeño gemido soñoliento que casi me mata.
¿Cómo puedo seguir deseándola tanto? Normalmente hago que las mujeres salgan de mi sistema en una o dos noches. No me malinterpretes, el sexo a la mañana siguiente siempre está sobre la mesa, pero…normalmente no hay un toque tan desesperado. Siento como si ni siquiera me la hubiera follado.
Simplemente no lo has hecho lo suficiente>>, me digo. unas cuantas veces más y me sentiré saciado, como siempre.
Presiono un poco más fuerte contra su clítoris, y los labios de Libby se separan con un suspiro. Sus parpados revolotean y me mira por encima del hombro.
—Buenos días a ti también— murmura.
La media sonrisa en su rostro me hace querer penetrarla ya, ver su rostro iluminarse de deseo, como anoche cuando se corrió por mí. Pero tengo más autocontrol que eso.
Deslizo mi mano más abajo, presionando entre sus muslos para trazar los bordes de los labios de su coño. Entonces sonrió. —Parece que alguien estaba soñando conmigo—
Presiono hasta que la punta de mi dedo se desliza entre sus labios. Ya puedo sentir lo mojada que está, goteando a lo largo de la parte interna de su muslo, la longitud de su raja y vuelvo a bajar, lentamente.
En respuesta, arquea las caderas para presionar su trasero contra mi polla con más firmeza, sonriendo con suficiencia. —El comal le dijo a la olla—
—Nunca dije que me estoy quejando—
La beso en la nuca y ella deja que sus ojos se cierren de nuevo. Se empuja contra mi mientras uso mi mano para separar sus muslos y deslizar mi polla entre sus piernas. Se estremece un poco y aprieta los muslos alrededor de mi m*****o. Separo mis labios para mordisquearle el cuello ligeramente.
—Ya te sientes increíble, y ni siquiera estoy dentro de ti— murmuro, sabiendo que mi aliento se sentirá caliente contra su cuello donde acabo de besarla.
—Mm, supongo que será mejor que rectifiques eso— Me mira de nuevo por debajo de esas pestañas, por encima del hombro.
¿Quién podría decir que no? normalmente querría alargar esto más, provocarla. Pasar un poco de tiempo atándola o vendando los ojos, Pero el dolor ha estado aumentando durante demasiado tiempo.
Me giro para alcanzar mi mesita de noche y los condones que guardo allí. pero Libby me agarra la muñeca con una mano, arqueando una ceja.
—Como no nos acostamos con nadie más— dice lentamente, —y estoy tomando la píldora…—
—Tú decides— respondo, dejando que mi mano se retire para trazar su hombro, su cadera. Sigo el arco del hueso de su cadera hasta el pliegue de su muslo. Ella se mueve, ambas piernas frotándose alrededor de cada lado de mi polla, y apenas logro reprimir un gemido.
Libby sonríe. —Te quiero dentro de mí. Crudo
Jesucristo. —¿Alguien te ha dicho alguna vez que tienes una boca sucia? —
Con mi boca todavía sobre la suya, separo sus muslos e inclino mis caderas. Luego rompo el beso y doblo suavemente sus caderas hacia atrás hasta que puedo introducir mi polla entre sus labios empapados. Coloco la punta contra su coño goteante.
Ella gime contra mi boca y se separa lo suficiente como para llamar mi atención. —Una o dos personas podrían haberlo mencionado—
El desafío se enciende en mis entrañas, en mi pecho. —Tendré que asegurarme de que te olvides de ellos entonces—
La quiero toda para mí. Por completo.
El impulso posesivo me sorprende. Normalmente me alegra compartir, con menos ataduras de esa manera. Pero, de nuevo, nunca antes me había acostado con mi esposa. Tal vez por eso es diferente.
La penetro más profundamente, centímetro a centímetro, saboreando la forma en que sus paredes se aprietan a mi alrededor, su coño de alguna manera resbaladizo y apretado al mismo tiempo. La necesito sujeta, solo un poco. Necesito sentirla retorcerse.
—Ya me olvidé de ellos—
La tomo de los brazos y los sujeto por las muñecas sobre su cabeza.
—Oh— respira tan silenciosamente que podría haberlo imaginado. —Si—
Elle empuja sus caderas contra las mías y vuelvo al momento, sin pensar en las palabras. Sin pensar en nada más que en la sensación de esta mujer cálida y suave presionada contra mí, mi polla entrando y saliendo de ella de nuevo, nuestros cuerpos volviéndose resbaladizo por el sudor. Sostengo sus manos en su lugar. Ella empuja y tira, pero pongo mi peso sobre ellas. La tengo. Esta en su lugar. Es mía.
Pierdo la noción del todo excepto de los suaves gemidos de Libby, la forma en que se convierten en gritos más fuertes y desesperados cuanto más fuerte y rápido la follo, más fuerte la abrazo cuando la fuerza de su orgasmo golpea.
Me corro poco después de ella, penetrando profundamente en ella mientras me golpea. Siento mi semen bombeando dentro de ella, siento su coño apretándose a mi alrededor, y solo entonces me pregunto si no soy el único que siente sensaciones a las que no estoy acostumbrado.
Me dejo caer contra las sábanas, la veo girarse y hacer lo mismo, ambos extendidos en mi cama extragrande, más grande que una King.
—¿Estoy loco o no suele ser así de bueno? — murmuro, observándola por el rabillo del ojo.
Los ojos de Libby se dirigen a los míos, luego se apartan de nuevo, como si estuviera sorprendida. ¿Sorprendida de que lo haya dicho? O ¿Sorprendida de que esté pensando lo mismo que ella?
Mira al techo por un momento, luego fuerza una sonrisa ligera y relajada. La de siempre. empiezo a reconocerla por lo que realmente es, su mascara favorita.
—Es solo que es nuevo, eso es todo. Recuerda mis palabras, pasaremos por todo el repertorio s****l en unas tres semanas, y luego la excitación se desvanecerá y lo superaremos—
Así que ella también siente la excitación. Sonrió con suficiencia, levantando una ceja. —Eso suena a desafío, señora Sterling—
Levanta un dedo. —Antes que nada, soy la señora Taylor. Nunca dije que tomaría tu apellido— Levanta otro dedo. —Y, en segundo lugar, ¿y si lo es? — Ella también arquea una ceja, imitándome.
Me río. —Pongámonos de acuerdo en Taylor-Sterling. Y tres semanas de material, ¿eso es todo lo que crees que tengo? Estás dentro. Tengo material para años— Estoy seguro de que sí, pero nunca lo he pensado realmente o ¿sí?
—Bueno, solo tienes que aguantar un año, sin repeticiones. Una vez que se repita una posición, se termina—
Cuando Libby me mira a los ojos y extiende una mano, como si estuviéramos cerrando otro trato, creo que podría necesitar hacer algunas tarjetas didácticas. Pero por ahora, aparto su mano y le doy vuelta hasta que esta debajo de mí. Desde allí, beso mi camino por su cuello y a lo largo de su clavícula. Veremos quien supera a quien aquí…