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1280 Words
POV Hadashad  Son los ojos más bonitos que en la vida allá visto, si sus ojos son el cielo nunca más quiero volver a la tierra, ok, creo que ya estoy delirando, aunque de que es hermoso lo es.  — ¿Cómo te sientes? — hasta su voz es de ángel, aguarden ¿me habré muerto?  — ¿Estoy viva? — Lo dije o lo pensé.  — Esperemos que si lo estés — parece que, si lo pensé, pero en voz alta.  — ¿Cómo te sientes? — en el cielo (eso si solo lo pensé y no en voz alta).  — Muy mal — dije siendo muy sincera, ya que rara vez se va a un médico y le dicen la verdad — No entiendo por qué me siento así, me duele todo y estas ganas de vomitar ni se digan, ¿me voy a morir? — ok, creo que se está burlando de mí.  — Eres muy encantadora, te voy a mandar a hacer unos análisis para saber que te pasa ¿sí? — el encantador era él, me daban ganas de seguir enferma.   — ¿No me van a sacar sangre verdad? — me daban un poco de miedo las agujas, y los hospitales y yo no somos muy amigos.   —  Pues mínimo que te hagamos los análisis con saliva — dijo el muy divertido.   — Gracioso el doctor ¿no? —  dije mirándolo con cara divertida, mientras él hacia lo mismo.   — Llamaré a una enfermera, para que te tome la muestra de tu sangre — hizo el intento de salir, pero lo detuve antes, ¿de dónde saque valor? Pues si el valor no me falta.   — Espere... ¿No que los doctores en la tele, entran y dicen su nombre, o solo es ahí? ¿Cómo se llama? —  me miro con cara de sorpresa, seguro a de pensar que estoy bien loca sí.   —¡Dime doctor! — expresó él, haciéndome reír.   — Y usted me vas a decir paciente, ¿verdad? —  porque aparte de guapo chistoso.  — Soy el doctor Smith, Mauricio Smith — nombre de actor y todo, imagínense el físico.  — Mucho gusto doctor — dije para ver su cara, intentado no dañar el habiente tan gracioso que se había dado aquí.  — Ya me voy — dijo negando con la cabeza, y su hermosa sonrisa deslumbrando el lugar — mandaré la enfermera.  — ¡Hey!, para que se ahorre tiempo no me haga la de embarazo, seria perder el tiempo, — logro decir antes de que salga del cuarto, y lo veo mirarme con cara de que estoy loca, aunque sí que lo estoy.  — Ya viene la enfermera — dijo y salió.   Y aquí estoy yo en este cuarto oscuro, pensando en estas últimas horas, las más locas de mi vida. Y en esos dos chicos guapos. El imbécil, pero con cara de príncipe y el doctor gracioso, pero con cara de ángel.  Después de tantas horas aquí así fue como la sentí, al fin llego la enfermera me saco sangre, aunque dijo que era para aún análisis, creo que era para venderla pues me iba a dejar sin nada. Entre las visitas de mi madre, mi abuela y mi hermano, me dejaron super agotada y lo único que quiero es descansar. No logre descansa, a mi madre se le ocurrió dejar a mi hermano haciéndome compañía.  Ya varias horas aquí, entre risa con los chistes de mi hermano y mi madre que no sabe si reír o pegarle, me estoy sintiendo mejor, pero claro no hay dos sin tres y tenía que llegar el doctor. Y no sé por qué, pero no era precisamente a quien quería ver en este momento.  — Buenas tardes, doctor — porque si desde la madrugada que mi madre me trajo aquí ya son las 1 de la tarde — ¿Ya tiene los resultados de mi hija? — pregunto mi madre, al instante de este cruzar la puerta.   — Si señora, aquí lo tengo ¿Puede venir conmigo un momento? —  le dijo él a mi madre y yo lo mire con cara sorprendida. Ohhh esto no me huele bien.  — Perdón, pero ¿Y por qué tienen que salir?, son mi resultado y yo tengo derecho a saber soy bastante adulta — dije entre nerviosa y molesta.   — ¿Qué pasa doctor?, ¿es algo grave lo que tiene mi hija? Solo dígame — él la miraba con una cara un tanto cabizbaja, ya no había nada allí, del doctor simpático de la mañana.   — Sí, díganos no entiendo, ni que le fuera a decir a mi madre que estoy embarazada, ¿qué tan grave puede ser?  — yo seguía insistiendo, y este aún no decía nada.  Después de un largo silencio, que la verdad no sé por qué razón hace ese suspenso me empiezo a impacientar y cada rato que pasa me voy poniendo más nerviosa.  — En fin, si nos va a decir que no tengo nada, madre ya nos podemos ir — miro a mi madre mientras hago el ademán de levantarme de la cama para qué nos vallamos de este lugar.  — Hija vuelve a la cama de nuevo y cálmate — me agarro, me volvió a sentar donde estaba — Doctor usted dígame a donde vamos a ir a hablar.  — Vamos a mi consultorio — dijo él señalando la puerta, al parecer perdí, y no me dirá.  — Ustedes dos me esperan aquí, ¿ok? — lo dice refiriéndose a mi hermano y a mí.  Sé que está mal lo que haré, pero sería peor si no.  — Oye bobo quieres ir por a buscarme un poco de agua, tengo mucha sed — le digo a mi hermano, con cara que da lástima.   — pero mamá dijo...  — ¿Quieres que me muera de la sed? Solo ve. Será un segundo — intento convencerlo de que lo haga.   — Está bien — suspiro en manera de protesta, por no querer ir. Cuando mi hermano sale de la habitación, decido salir y seguir a mi madre y el doctor a su consultorio sin que ninguno se dé cuenta. Me quedo ahí detrás de la puerta intentando escuchar algo. (está mal, muy mal) me repito tantas veces en mi cabeza. Pero ya estoy aquí.  — Señora Hannah, le hicimos todas clase de análisis a su hija, lo primero que pensamos era que podía estar embarazada — al escuchar al doctor hablarle a mi madre, casi me río, en esa parte, embarazada yo jajjaj — no lo está, pero en los análisis descubrimos que su hija tiene una enfermedad llamada aneurisma de aorta, su hija padece una enfermedad cardíaca. La cual es hereditaria, no sé si alguna persona en su familia la padece, pero también tenemos un problema, el aneurisma de su hija, se ha extendido y ha llegado hasta su cerebro, lo cual requiere que la vea un neurólogo, para evaluar la situación. — ¡esperen! ¿Es de mí que él habla? Creo que ahora si me voy a morir.  — ¿Por qué? — escucho por primera vez la reacción de mi madre ante todo lo que dijo el doctor. — no, en mi familia nadie padece algo así, ¿pero mi hija se pondrá bien verdad doctor?  — Esperemos que sí. —contesto él. Y yo creo que es momento de volver a mi cuarto.  — Doctor tengo que llamar a mi esposo antes de que hable con mi hija, con permiso — dijo mi madre, y slió del consultorio con el celular en las manos, dispuesto a llamar a mi padre.   
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