Karol, mi primer amor

1665 Words
Fue en el último año de la escuela secundaria, desde el tercer año estaba perdidamente enamorado de Karol, mi primer amor, esa chica que me quitaba el sueño, que me hacía pensar a cada momento en ella. Había entrado a la escuela ese año y desde que la vi me enamoré de ella. Menudita, un metro sesenta más o menos, pelo castaño enrulado que, junto con sus ojos verdes y su sonrisa, me habían cautivado a primera vista, no tenía grandes pechos ni grandes curvas, una chica normal digamos, digamos menudita, pero para mí era la más hermosa de mundo. Durante ese año mis intentos de acercamiento fueron en vano, claro estaba el motivo, yo no era uno de los chicos lindos del grupo ni mucho menos, en ese entonces, un metro setenta y ocho, flaco, pelo largo, anteojos, un poco introvertido, bastante tímido y buen alumno, en verdad me tomaba en serio los estudios y siempre tenía buenas notas, con ese combo de atributos, lo mío daba solo para nerd. No encontré la forma de que me prestara algo de atención, esa atención que sí conseguían los otros chicos. En nuestro curso había un grupo de tres compañeros que eran los “lindos”, dos de ellos, Marcos y Tomás jugaban al rugby en el club más importante de la ciudad, y Matías, el hijo de un acaudalado empresario inmobiliario. Se podía decir que era el trío “los ganadores”, nos solo las chicas del curso estaban detrás de ellos, también corrían tras este trío, las de otros cursos de la escuela. Recién en el quinto y último año, reparó en mi existencia, en el primer semestre, tuvimos que hacer un trabajo en grupo y cuando el profesor sorteó el armado de los grupos, resultó que ella haría el trabajo con Mariano, con Ana y conmigo. Nos tuvimos que reunir varias veces en las diferentes casas, ahí fue donde por primera vez empezamos a conversar, a mí se me daba bien todo lo referente a los cálculos y gracias a eso el trabajo en grupo iba muy bien. Lo teníamos que entregar al finalizar ese primer semestre del año, antes de las vacaciones de invierno. Yo estaba en el aire en esa época, que Karol se dirigiera a mí, ¡diciéndome Geronimito, que me mirara con esos ojos, que me dirigiera su mirada, que me encantara con su sonrisa y sus bromas, ¡Sí!, me tenía embobado. Hasta que un día ya no me pude aguantar, ya no podía callármelo más y ese viernes, minutos antes de la hora de salida, le dije que necesitaba hablar con ella, si se podía quedar un momento. Creyendo que sería algo del trabajo, cuando salimos, caminamos juntos hasta la parada de su colectivo. Hablamos principalmente del trabajo, de las materias y otros temas esperando que llegara su ómnibus, yo estaba muy nervioso, creo que ella se dio cuenta y me preguntó que me pasaba, y así sin más, tomé coraje y le solté que estaba enamorado de ella, que me había enamorado en el mismo momento en que había entrado en el curso dos años atrás, que no dejaba de pensar en ella, me parecía la chica más hermosa del mundo, que amaba su mirada y su sonrisa y un montón de cosas más que sentía por ella. ¡Ya está! Se lo había soltado todo. Me miraba y no me decía nada, empecé a sentir que todo aquello que le había dicho la había descolocado, en ese momento sentí que la había cagado, me miraba seria, me hundí pensando en que después de haberle dicho todo lo que me pasaba, ya no querría tenerme cerca, hasta que, en cierto momento, esbozó una pequeña sonrisa, y cuando terminé de decirle todo lo que me estaba pasando, se acercó y me dio un suave beso en los labios. Me sorprendió tanto, hasta hacía unos segundos me sentía como una pelota de frontón lanzada ya, camino a rebotar contra el muro, no me lo esperaba, me paralicé y no pude corresponder ese beso. Pero segundos después, reaccioné y tomando suavemente su cuello, la besé, ese beso me supo a gloria, la miré a los ojos y la volví a besar, esta vez, abrazándola y con el corazón al galope, trayendo su cuerpo contra el mío. Después de aquella declaración de amor, ella me dijo, que desde que me había empezado a tratar, se había dado cuenta que era un buen chico y que le había empezado a gustar. Fue así que nuestra insipiente relación con los meses se fue profundizando, a tal punto que no veía lejano el llegar a hacer el amor con ella. Yo lo deseaba, cuando estábamos solos en su casa o en la mía, nos matábamos a besos, abrazos, caricias cada vez más apasionadas, me encantaba besar y lamer su cuello, tocar, besar y chupar sus tetas, sus pequeños pezones, llegamos a masturbarnos mutuamente, desnudos los dos en su cama o en la mía, me encantaba meterme en su entrepierna y lamerla por completo hasta sacarle un orgasmo. Ella no era muy fanática de la felación, pero supuse que, con el tiempo, ya lo haríamos también. Nos faltaba dar el siguiente paso, le dije que me encantaría hacer el amor con ella. Yo le había contado que había tenido un noviazgo fugaz con una amiga del barrio con la que había perdido la virginidad a los dieciséis, antes de que esa chica se mudara a otra ciudad, pero ella me pidió por favor que le tuviera paciencia, que todavía no lo había hecho con nadie y que le daba algo de miedo, que aún no estaba segura. Por supuesto que le dije que yo la esperaría el tiempo que fuera necesario, el amor que sentía por ella iba más allá de todo. En ese trabajo en grupo, nos fue muy bien y lo aprobamos con un diez. A partir de ahí, hacíamos todo juntos, yo no tenía problema en ayudarla, explicarle y hacer incluso tareas para ella. Llegó el viaje de fin de curso a la ciudad de San Carlos de Bariloche, el típico destino de los egresados de muchas de las escuelas del país. Me entusiasmaba un montón pasar tantos días junto a ella, sabía que no podríamos dormir en la misma habitación, pero seguramente encontraríamos momentos para estar juntos. Salimos ese viernes de agosto antes del amanecer, el viaje en colectivo hasta Bariloche, duraba más o menos un día, haciendo varias paradas. Nos sentamos los dos juntos, ya en el curso todos sabían de nuestra relación. Durante el día, la pasamos muy bien con los compañeros, en un momento Karol se fue a sentar con un par de chicas amigas, por supuesto no me molestó, pero un rato después se le unieron “los lindos” y todos reían muy animadamente. Volvió a sentarse conmigo casi tres horas después, por supuesto no hice ninguna objeción, aunque había sentido que se había olvidado de mí todo ese tiempo, mientras bromeaban con esos chicos. Después de parar para cenar, retomamos el viaje y al apagarse las luces del colectivo, hicimos nuestras travesuras, tapados con nuestras camperas, nos besamos y nos metimos manos. Todos nuestros días estaban organizados en ese viaje, todos juntos íbamos de aquí para allá, comíamos en grupo, hacíamos las excursiones en grupo, y en las noches de discotecas también íbamos en grupo. Habíamos estado en varias ocasiones, escondidos del resto besándonos y acariciándonos apasionadamente, sobre todo en las discotecas, donde los reservados con muy poca luz, eran nuestros lugares favoritos. Faltando dos noches para que terminara el viaje, teníamos una noche en una de las discotecas más grandes y famosas de la ciudad, esa a la que todos quieren ir en estos viajes. Cenamos todos y volvimos al hotel a cambiarnos para la noche. Nos empezamos a juntar en el lobby del hotel, todas las chicas y chicos iban bajando ya cambiados, esperando el colectivo que nos llevaría a la discoteca. Al ver que Karol no bajaba, fui hasta su habitación a buscarla. Al golpear, me abrió y la encontré sin cambiarse, con una remera y un short, me dijo que no se sentía bien, que estaba cansada y con un poco de dolor de cabeza. Le dije que me quedaría con ella y me dijo que no sea tonto, que no me iba a perder esa discoteca por ella, me insistió tanto, que al final decidí ir, ella se quedaría en su habitación durmiendo y recuperándose para el día siguiente. Ya en la discoteca que estaba llena de gente, las bebidas corrieron de aquí para allá. Una de las tres chicas que compartía habitación con mi novia, a las dos horas de llegar ya se había emborrachado, y como yo estaba algo perdido sin Karol, hablé con el coordinador y decidí acompañarla hasta el hotel y de paso ver como seguía Karol y si no estaba durmiendo, quedarme con ella, pensé incluso en que podríamos ir a mi habitación y estar un rato los dos solos, antes que llegaran mis compañeros. Llegamos al hotel y ayudando a la chica, que iba a los tumbos, subimos por el ascensor hasta su habitación. Al abrir la puerta, me encontré con la escena que nunca hubiera querido ver, Karol estaba desnuda a cuatro patas sobre la cama y siendo penetrada desde atrás por Tomás, uno de los tres “ganadores” del curso. Al vernos entrar, sorprendidos, se separaron, Karol al verme, no sabía dónde esconderse, intentó tapar su desnudez con la sábana y Tomás me miró con cara de machito victorioso, y al verlo, no pude entender como tanto cuerpo contrastara con la pequeñez de su m*****o, ¿Por este pelotudo se dejó desvirgar? ¿Y sin ponerse un forro? En ese momento, hubiera querido reaccionar con violencia y darle una patada en las pelotas, pero me quedé como sin reacción y lo único que me salió decir irónicamente fue:
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