>JULIETTE El taxi frenó frente a la casa, aunque llamarla casa se quedaba corto: era una mansión que parecía haber salido de una de esas novelas victorianas que alguna vez me obligaron a leer en el internado. Grandes columnas blancas, ventanas impecables y un jardín tan perfecto que parecía un retrato. Todo en ese lugar gritaba disciplina, elegancia… y tal vez un poquito de intimidación. Respiré hondo mientras miraba mi reflejo en la ventanilla del taxi. Mi ropa era deliberadamente modesta: un vestido beige que prácticamente se confundía con mi piel, sin adornos, sin forma, lo más neutral y dócil posible. Mis zapatos eran tan planos como mi autoestima en ese momento, y mi cabello estaba recogido en un moño sencillo, sin nada que llamara la atención. Nada de maquillaje, pero, para ser

