Rachel ladeó la cabeza hacia un lado y me dio una mirada tierna. —¿Realista? Yo te digo. Te he visto en la arena de combate Había ido con ellas a ver las peleas, y en cambio me ofrecí a participar. No era usual que tuviesen cazadores en las peleas. O a una mujer. —Por favor, solo puedo imaginar lo que decía la gente en secundaria. Equipo de atletismo, ¿verdad? —dijo Rachel. No mentía cuando decía que no sabía que no era totalmente humana. Solo pensaba que era rara, al igual que lo creían todos los que crecieron conmigo en Minnesota, especialmente después de la muerte de mi madre y al acabar en un orfanato. La huérfana que hacía hazañas usualmente imposibles. Cuando era pequeña, podía oír conversaciones que no se suponía que debiera oír, y me metía en muchos problemas. Recordaba esa épo

