Al despertar la mañana siguiente, me sorprendió que Kyle no hubiera vuelto. No sabía cuán molesto estaba ni cuánto duraría, y eso me ponía mal. Todo aquello era un malentendido y no quería pelear con él, no quería que se alejara por culpa de Gabrielle.
Me dirigí al campus intentando no pensar en lo jodidas que estaban poniéndose las cosas, y en lo pesadas que se habían tornado mis clases. El café no estaba ayudando mucho, estaba por comerme las uñas y mi teléfono se estaba quedando sin batería.
Hice una mueca de fastidio en cuanto entré a la facultad, casi diez minutos antes de la primera clase.
- ¿Un panecillo? – Philip se plantó a mi lado con un panecillo de canela en la mano. No pude evitar sonreír.
- Gracias, Philip.
- ¿Por qué esa cara?
- ¿Qué cara? – fruncí el ceño. Él tomó mi brazo y me arrastró hasta un banquillo fuera del edificio.
- Esa cara, Cass. Te conozco. Estás molesta.
Por desgracia aquello era cierto. Me conocía bastante bien.
- No estoy molesta… es decir, no tanto.
- ¿Qué sucedió? ¿Peleaste con Kyle? – él hizo una mueca. Suspiré y rodé los ojos. ¿Era tan obvia?
- No peleé con Kyle, más bien, Gabrielle hizo que Kyle peleara conmigo.
- ¿Gabrielle? ¿Todavía te está molestando?
- Sí, y creo que no va a detenerse ahí. Logró que discutiéramos a causa tuya.
- ¿Pelearon por mí culpa?
- No exactamente, más bien, Kyle está algo celoso – me encogí de hombros. – Bien, muy celoso, y Gabrielle solo aviva el fuego. No la soporto, la quiero fuera de mi vida pero no puedo empujarla porque Ryu se molestaría conmigo y no tengo ganas de ir por ahí perdiendo más amigos de los que tengo.
- Oh, Cass – Philip arqueó las cejas. – No es mi intención causar problemas entre ustedes.
- Lo sé, tú no tienes la culpa, es Kyle, es muy inseguro. Y Gabrielle, quien solo es una molestia en el trasero y me estoy hartando de que intente arruinarme la vida.
- Hablaré con él – sonrió. – Haré a Kyle entrar en razón.
- ¿Lo harías?
- Por supuesto, Cass. Aunque lo haré desde algunos metros de distancia, no quiero meterme en una pelea a puñetazos – rió el. – No te preocupes, lo digo en serio, Gabrielle no puede interponerse en lo que ustedes tienen. Son más fuertes que una niña malcriada.
- ¿Por qué eres tan bueno conmigo? – sonreí antes de abrazarlo con fuerza.
- Porque te lo mereces…
- ¡Genial! Llegué tarde a la repartición de panecillos – la voz de Kyle me hizo sobresaltar. Solté a Philip y ambos miramos a mi novio, aquel que me había dejado sola toda la noche y creía que traerme un par de panecillos fríos arreglaría las cosas.
Kyle estaba parado frente a nosotros, visiblemente molesto, con esa vena que tenía en la sien que se hinchaba cuando estaba enojado; con una caja de panecillos en las manos, la cual no duró mucho porque la dejó caer como si nada.
- Kyle…
- Veo que Philip ya te dio uno, además de un abrazo, y quién sabe qué más – soltó.
- Kyle, viejo, no saques conclusiones apresuradas – pidió Philip. – Cass y yo somos amigos, nada más.
- Como sea – Kyle negó con la cabeza y me lanzó una cruda mirada antes de voltearse.
- ¡Kyle! – no pude evitar correr tras él como una tonta. Él venía a mí, hacía un escándalo luego de todo el alboroto que había armado de la noche anterior… Y era yo quien corría tras él. – Cariño, no hagas esto.
- ¿Y qué quieres que haga? – se detuvo en seco y se volteó a verme. – ¿Quieres que me siente a ver cómo abrazas a Philip y dejas que te consuele?
- Kyle, estás exagerando…
Varias miradas de curiosos se posaron sobre nosotros, no soportaba eso. Agarré a Kyle del brazo y lo llevé lo más lejos del edificio que pude. Me detuve tras el gimnasio y decidí enfrentarlo.
- ¿Por qué me traes aquí? – preguntó cruzándose de brazos.
- Porque no quiero que todo el mundo nos vea discutir como un par de locos.
- ¿Ahora te importa lo que piense todo el mundo? No parecía importarte cuando salías conmigo justo después de que rompí con Gabrielle.
- ¡Retira eso! – solté roja por la cólera. ¿Cómo se atrevía a decirme eso? ¿Qué pasaba con él? Estaba siendo cruel y estaba exagerando todo.
- No, no voy a retirar eso. Es verdad, Cassandra.
- Esto es distinto. ¿Qué pasa por tu cabeza? – me tembló la voz. – ¿Por qué odias tanto a Philip? ¿Por qué dices cosas para herirme? ¿Qué demonios te hice para que te portes así?
- ¡Lo amabas, Cass! – gritó. – Lo amabas tanto que me heriste a mí por su culpa, lo amabas tanto que a pesar de que durmió con tu hermana, a pesar de que arruinó tu vida amorosa, a pesar de que te dejó un trauma que te costó años superar… lo perdonaste. Lo amabas tanto que lo perdonaste. Lo amabas tanto que no te importa lo que yo piense acerca de su amistad, no te importa herirme. Sabes que no me agrada, te hizo daño.
- ¿Por eso es todo esto? – gruñí. – ¿Todo este escándalo porque amé a alguien? – mis ojos se estaban llenando de lágrimas. Yo sabía que Kyle podía ser un idiota, podía ser cruel y algo intenso con sus emociones, sin embargo estábamos llegando al límite. ¿Acaso yo no tenía derecho de amar a alguien lo suficiente como para perdonarlo? ¿Acaso no podía ese amor transformarse en amistad con el paso de los años?
- Sí, y porque desde que Philip y tú son amigos, no has notado lo muy cambiada que estás. Todo lo que haces es hablar de él, salir con él, pasar tiempo con él. ¿Sabes cuántas horas nos vemos tú y yo? ¡Cinco horas diarias, Cass! Dos horas por la mañana cuando no me pones atención por arreglarte y tres horas por la tarde cuando cenamos y me cuentas lo genial que fue tu día y lo mucho que te divertiste con Philip. ¡Incluso cuando estaba en Nueva Zelanda me hablabas de Philip por teléfono!
- Kyle…
Él estaba por largarse a llorar, y yo no me había dado cuenta de que era cierto hasta aquel momento. Yo sí hablaba mucho de Philip, sí veía poco a Kyle y cuando lo veía solía contarle lo que había hecho con Philip en el trabajo, o lo que Philip y yo habíamos almorzado.
Demonios. Era una tonta. Kyle no estaba siendo paranoico, simplemente estaba harto de salir con alguien que no le ponía atención.
- Kyle, lo siento tanto.
- Cass, he intentado hacerte feliz. Y no digo que tú no me hagas feliz a mí, simplemente… también me haces daño.
No sabía qué decir. Había estado dañando a mi novio sin darme cuenta, y al verlo ahí herido, diciendo las cosas que se había estado guardando, no pude evitar pensar que Kyle merecía a alguien mejor.
¿A quién queríamos engañar? Kyle y yo no debíamos estar juntos, nunca debimos estar juntos.