Pov. ⒶⒹⓇⒾⒺⓁ
—¡Quiero proponerte un trato! —digo acostado en su cama. Ella está a mi lado y se levanta rápido, mirándome directamente a los ojos.
—¿Un trato? —dice, pensativa, y luego repite—. ¿Un trato? —Lo dice como si estuviera extrañada. Nunca habíamos tenido un contacto tan ameno, más bien era de “yo te molesto y tú me ignoras”.
—¿Eres tonta o te haces? —le respondo grosero. Ella me mira, sé que le ha molestado, pero tampoco estoy para consentir chillonas malcriadas.
—Ya sé qué mierda es un trato, Cosa. —Adriel, soy Adriel, no Cosa —replico. Ella se cruza de brazos, con ganas de quemarme vivo. No lo admitirá, pero me adora. “Solo que aún no lo sabe”. Soy adorable.
—Y deja de actuar como tonta, ¿quieres? —le contesto sin moverme de su cama. Está nerviosa, lo noto en la forma en que se aleja de mí y empieza a dar vueltas por la habitación.
Las mujeres siempre dan vueltas cuando no saben qué hacer con sus emociones.
—¿Y qué quieres de mí, exactamente? —me desafía con las cejas arqueadas.
—Simple. Tú me ayudas a contactar a humanos y a las almas cercanas a ellos, para conseguir su descanso y hacer la tarea del maldito libro de los imposibles, y yo te ayudo a que tu amorcito Jefferson se derrita por ti. Te haré irresistible... —Lo digo sin moverme, con una sonrisa que sé que la irrita.
La veo morderse el labio, pensando si la oferta es real o si voy a burlarme de ella en cualquier momento. Ella nunca sabe con qué carta voy a jugar, y eso la frustra.
—¿Tú? ¿Ayudarme a conquistar a Jeff? —dice soltando una risa sarcástica—. ¡Vaya! Es como pedirle al diablo que te enseñe a rezar.
—Lo dices como si el diablo no supiera de esas cosas. Créeme, conozco cada deseo, cada tentación, cada pensamiento sucio que ha pasado por la mente de tu querido Jeff... —hago una pausa, disfrutando la incomodidad en su rostro. Claro, es mentira, pero eso ella no lo sabe.
—. Y si me permites, puedo darle un empujoncito. O un buen empujón, según lo que prefieras.
Phoenix se queda en silencio, mirándome con esa mezcla de desconfianza y curiosidad.
Lo tiene todo escrito en la cara. Quiere hacerlo, pero le aterra estar en deuda conmigo. Como si ya no lo estuviera.
—No sé si lo que propones es estúpido o si tú lo eres. —responde finalmente, con esa manera suya de tirarme una pulla que no duele.
Me siento lentamente, mirándola directo a los ojos, con esa intensidad que sé que la pone nerviosa. “Jaque mate”.
—Vamos, Phoenix. Tú consigues a tu chico y dejas de tocarte pensando en él, y yo me libro de un compromiso que no pedí. “Win-win”.
Solo que yo no pierdo, y tú tampoco si juegas bien tus cartas. —Me acerco lentamente hasta quedar a centímetros de ella.
—A menos que prefieras seguir sufriendo, viendo cómo Jeff sigue ignorándote mientras yo me divierto a costa tuya. Tu callada desesperación... me resulta casi entretenida.
Ella se cruza de brazos, pero puedo ver la duda en sus ojos. Y ahí es donde la golpeo con la verdad.
—Admítelo —le susurro—. Estás desesperada. Te mueres por estar con él, pero no sabes cómo. Pues yo tengo lo que necesitas.
—¿Y qué tengo que hacer a cambio? —me pregunta dudosa, dándome la entrada que necesito.
Me inclino más cerca, casi saboreando la victoria.
—Me ayudarás a contactar con mil almas. Solo eso. Yo te doy a Jeff, y tú me ayudas a conseguir la redención de las almas que necesito. Piensa en mí como un... intermediario.
—¿Mil? ¿¡Estás loco!? —grita, dando un paso atrás.
—No te preocupes, no tienes que hablar con todas a la vez. Sería un poco caótico, ¿no crees? —sonrío—. Iremos una por una.
Ella suspira, claramente agotada con mi presencia, pero sé que está considerando el trato. Y yo sé lo que viene después.
—De acuerdo —murmura finalmente—. Pero si intentas alguna estupidez, te juro que...
—¿Qué? —la interrumpo con una sonrisa burlona—. ¿Vas a dejar de hablarme? Oh, espera, eso ya lo intentaste y no te fue muy bien. Jajaja.
Phoenix frunce el ceño, pero está dentro. Me dio lo que quería, aunque aún no lo sepa del todo.
—Perfecto. —Me levanto de la cama, estirándome como si acabara de tomar una siesta.
Este juego apenas empieza, y ya estoy disfrutando demasiado.
—Ahora, prepárate para las lecciones sobre cómo ser una irresistible rompe-corazones. Y para conseguir esas almas, claro —le digo mientras me acerco a la ventana.
Ella no responde, pero sé que está muy intrigada.
—Ok, pero empezamos mañana. Ahora quiero dormir y tengo tarea... —me dice.
—Ah, ¿y Cosa? —dice. Pero volteo y le corrijo:
—Adriel, no Cosa, chillona —le respondo.
—Quiero que hagas mi ensayo de Orgullo y prejuicio. Es un punto extra —dice, camina hacia el libro, lo toma y me lo arroja.
Me desaparezco...
Pero adivinen qué: traigo el libro. Es una aprovechada. Doy un paso y ya estoy en Afora. Camino a la cocina, huele muy bien.
—Mmm, madre, huele delicioso. ¿Qué cocinas? —le pregunto. La princesa Dienne está de buen humor.
—Es un postre. Samael cumple años y quiero sorprenderlo. Hay cena de cumpleaños —dice, y yo ya estoy torciendo la cara. Ah, no, odio las reuniones familiares; mi familia es muy grande.
—¿Vendrán todos? —pregunto.
—Todos, hijo: tus hermanos, primos y tu prometida. Quiero que la trates muy bien —responde. ¡Ah, no, ya valí! Gomory es insoportable.
Camino rápido hacia mi habitación, pero en el pasillo me encuentro con Margot, quien pasa por mi lado y me acaricia el pecho de manera provocativa. Sus dedos trazan un camino por mi pecho.
—¿Qué haces? —le pregunto, molesto.
—Solo pasando —sonríe, con esa maldita mirada insinuante. No estoy para sus jueguitos hoy.
—No estoy de humor, Margot —la aparto con un empujón suave, sintiendo la irritación arder dentro de mí.
Después de ese encuentro, la cena fue aún terrible.
Gomory no dejaba de hablar sobre nuestro "gran futuro", mientras mis hermanos se burlaban de mi "suerte".
Su risa chillona me perforaba los oídos, y cada brindis que proponía Samael, mi madre e incluso papá me hacía desear estar en cualquier otro lugar. Fingí sonreír, pero por dentro, solo quería desaparecer.
Finalmente, me escabullo.
Entro en la habitación de Phoenix. Duerme, ajena a todo. Me acerco lentamente, mis ojos recorren su bello y bien formado cuerpo.
Sus pechos suben y bajan con cada respiración, dejando al descubierto sus lindas aureolas rosadas que despiertan mi deseo. Sus curvas...
y esas nalgas... Phoenix está hecha una tentación.
☠𝓪𝓷𝓰𝓮𝓵*𝓸𝓯*𝓭𝓮𝓪𝓽𝓴☠•••