bc

SEXO cibernético

book_age18+
2.4K
FOLLOW
13.6K
READ
goodgirl
drama
comedy
sweet
kicking
like
intro-logo
Blurb

Después de muchas decepciones amorosas y sexuales, Rosemary, una chef independiente, decide entrar a una página de relatos eróticos para divertirse sola. Allí conoce a Dylan, un hombre misterioso que le enseña a dejar su inseguridad a un lado. Después de un año entero de sexo cibernético, ambos se encuentran en persona. Aunque de una forma un poco desafortunada, porque la llegada de Dylan a su vida significa que ha estado mintiéndole, y a pesar de toda la tensión s****l entre ellos, tener sexo real significa sobrepasar una línea que puede llegar a arruinar la boda de su hermana mayor.

+18: CONTIENE ESCENAS EXPLICITAMENTE SEXUALES.

*Historia Corta.

chap-preview
Free preview
I
—Quiero saborear tus pezones y notar lo duros que se ponen debajo de mi lengua —murmura con voz ronca, aterciopelada. Excitándome. — Ver cómo cambian el color de rosa claro a rojos por mis dientes, para luego lamerlos de nuevo y quitar el ardor. Suspiro. Llevo mi mano hacia mis pechos, llenos, necesitados de atención y caricias y aprieto los pezones, justo como sé que él quiere que lo haga. No se siente tan bien como suena, pero tomando en cuenta que nunca he tenido su boca en mis tetas, me conformo con ello. Mis pezones se endurecen de inmediato y un gemido sale de mis labios, uno que él oye muy bien. Al otro lado del teléfono, Dylan también suspira. Como si pudiera verme, como si estuviera aquí conmigo dándome placer él mismo y no a través de nuestros teléfonos inteligentes. Dios sabe lo mucho que quisiera que estuviera aquí, dándome placer él mismo en vez de simplemente imaginarnos que lo está haciendo; he hecho muchas oraciones para que aquello se cumpla, pero me imagino que Dios no escucha plegarias que están rebosantes de lujuria, porque no he obtenido respuesta. —¿Te estás tocando nena? —pregunta, aunque él ya sabe la respuesta a eso. —Sí —murmuro, mientras pellizco mis pezones con las yemas de mis dedos para luego amasarlos con mi palma, ambos con las dos manos. —Cuéntame —pide, lentamente. Casi puedo saborear su excitación y la mía. Sigo acariciando mis pechos, y tardo varios segundos en responder. Mi teléfono celular está pegado a mi oreja mientras lo sujeto con el hombro, porque no quiero dejar de usar mi mano derecha. —Estoy pellizcándome los pezones, luego los acaricio con las palmas de mi mano y de nuevo pellizco —murmuro. Nuestras voces son mucho más sensuales y llenas de necesidad que cuando hablamos de cualquier otra cosa. Las pocas veces que lo hacemos. A través del espejo que convenientemente coloqué frente a mi cama hace unos momentos, puedo verme bien. Estoy usando ropa interior sexy, una que habitualmente no uso para mi día a día. Hoy fui a la tienda de Victoria's Secret y compré un conjunto rojo sangre de encaje, el sostén ni siquiera tenía algún protector para los pezones, por lo que se vislumbraban a través de la tela. La tanga no es muy diferente tampoco, mi piel pálida hace un perfecto contraste y se puede ver mi clítoris a una distancia corta. Lo había comprado pensando que Dylan estaría dispuesto hacer un Skype conmigo, pero no podía porque estaba en medio de una cena a la que su hermano mayor lo arrastró, por lo que sólo se encerró en el baño del restaurante para atender mi llamada. Como sólo hablábamos cuando alguno de los dos quería tener una buena sesión de sexo teléfono, no tuve qué explicarle lo quería. Él ya lo sabía. —Ahora, déjalos así, me gusta cómo se ven cuando están duros, tiesos, esperando por atención —murmura de nuevo, su voz haciéndose cada vez más baja. — Baja tu mano lentamente y acaricia tu piel, comenzando por tus costillas, luego tu estómago y sigue por tu vientre, sin detenerte. Lo hago, dejo que mi mano derecha recorra suavemente mi piel tersa, haciéndome estremecer. Me encanta este juego, me encanta sentir mis manos en mi cuerpo e imaginarme que es él quien me toca, quien me besa y no sólo el que me indica qué hacer. Cuando mi mano llega a mi vientre me detengo, esperando sus indicaciones. Tan loco como suena, Dylan sabía exactamente cuando había terminado de cumplir su orden. —Ahora, toca tus muslos, sin rozar tu entrepierna —ordena, cada vez su voz es más ronca, estoy segura de que está haciendo un esfuerzo sobre natural para no tocarse él también. Mi sexo se siente tan húmedo, lo siento palpitar a pesar de que aún no lo toco, y es la razón por la que estoy tan excitada. Dylan siempre hace eso, me hace tocarme en todas partes menos en mi entrepierna para que al final, le ruegue por dejarme hacerlo. Puedo incumplir su orden su quiero, puedo tocarme y llegar al orgasmo de inmediato. Pero cuando comenzamos con las llamadas, ambos acordamos hacer siempre lo que el otro ordenara ¿y dónde estaría la diversión en desobedecerlo? Acaricio mis muslos y mis piernas tiemblan por el deseo. He tenido sexo antes, un par de novios y otro par de conquistas de una noche eran toda mi experiencia s****l, pero me sentía como una virgen cuando hablaba con él. Ha sido el único hombre hasta ahora que ha logrado excitarme de una manera brutal, a veces sentía que era capaz de llegar al orgasmo sólo escuchándolo hablar y había tenidos los mejores orgasmos bajo sus órdenes. Y ni siquiera lo había hecho en persona, todo a través de la tecnología. —¿Quieres tocarte nena? —pregunta, cuando doy un suspiro entrecortado. —Quiero que tú me toques —susurro—. Quiero que seas tú el que ponga sus manos en mi cuerpo, el que me haga estremecer, que me beses y me hagas correr gritando tu nombre. Ahora es su turno de suspirar. —Joder, no puedo masturbarme ahora cariño, así que es mejor que seas una buena chica y mantengas tus respuestas al límite. —Quiero ser mala —digo antes de que pueda continuar—. Quiero ser una mala chica, si es lo suficientemente malo como para que vengas tú mismo a castigarme. Gime. !Oh mi Dios! Escucharlo gemir casi hace que mi sexo convulsione. Es tan sexy, tan varonil y sensual. Puede trabajar perfectamente en una línea de sexo caliente, estoy segura de que sería el mejor trabajador del maldito lugar. —Calla de una maldita vez —ordena, sonando más crudo esta vez, más dominante e imponente. Pero sé por experiencia que cuando se pone así, es porque está más excitado. — Con tu mano derecha, acaricia tu clítoris por encima de las bragas. —Tanga —corrijo. —Joder —murmura y después de varios segundos en silencio, vuelve hablar—. No debería preguntar esto, pero nena ¿qué demonios estás usando? Sonrío mientras le describo con lujos de detalle mi ropa interior. Me miro en el espejo todo el tiempo, un poco por morbo y otro poco por inseguridad. Quería ver si me veía bien o si me veía como una ridícula en esta ropa. Sin embargo, tengo que admitir que la lencería sexy hace ver a una mujer aburrida y poco sensual como yo, como una Diosa del sexo. —Maldición, debí haber esperado hasta llegar a mi apartamento y conectarme a Skype —dice, lo que me hace reír. —Debiste hacerlo, pero prometo que si me corro como nunca esta vez, te enviaré una foto que tomé hace unos minutos —prometo. No es la primera vez que me tomo fotos y se las envío, sé que es algo peligroso, podría terminar viéndome a mí misma en alguna página de pornografía. Pero Dylan no sabe de mí más de lo que yo sé de él, lo que es muy, muy poco. Además, siempre procuro que mi rostro no sea vea en esas fotografías. Por los vídeos de Skype no podía hacer nada, sí quería guardar los vídeos, yo no podía hacer mucho para impedirlo. Él acepta el reto. —Bien, entonces quítate la maldita y sexy tanga roja ahora mismo—gruñe, y lo hago en seguida. Me quito el teléfono y lo coloco sobre la almohada a mi lado para no colgar accidentalmente, ya me ha pasado, y me quito la tanga, tirándola sin importarme donde caiga. Mi clítoris ahora es el que palpita, reclamando que le siga acariciando. —Ahora escúchame con atención Rosemary, harás exactamente lo que te digo. Introduce tu dedo índice en tu boca y chúpalo, tan fuerte como si estuvieras chupando mi pene en su lugar —ordena y gimo. Sería maravilloso poder sentir su pene en mi boca, pero me reprimo de decir eso y hago caso en su lugar. — Ahora que está lubricado, baja y toca tu clítoris, suavemente. Cuando cumplo su orden, siento una corriente eléctrica recorrerme el sexo. Me pierdo en la maravillosa sensación, escuchado mientras él me pide que me acaricie de arriba abajo, para minutos después cambiarlo a círculos y luego de nuevo de arriba abajo. Me pide que haga presión fuerte, luego suave y después que comience a masturbarme de forma rápida. A pesar de que en este momento solo pienso en poder llegar, encuentro el valor suficiente para hacerle caso y detenerme justo cuando estoy a punto de acabar. —¡Maldito seas! —gruño, enojada y agitada. Estoy tan desesperada. Su respiración también es fuerte, lo que me hace dudar si está tocándose o no. No puede, está en un lugar público, eso es ilegal. Aunque no estoy segura de que Dylan sea una persona que le preste demasiada atención aquello, era un hombre sin vergüenza, eso ya me lo había demostrado muchas veces. Su risa es baja, como un gruñido divertido. —Sólo espera, estoy tratando de ganarme mi foto —murmura divertido—. Con tu mano izquierda tócate los pechos, pelliza tu pezón a la vez que pellizcas tu clítoris. Miro a mi vibrador a mi lado, y hago una mueca de tristeza. —¿Mi amiguito D no va a ser invitado hoy? —pregunto con curiosidad. —No, hoy no vas a introducir nada dentro de ti. El orgasmo a través del clítoris es más corto, pero tiene mayor intensidad y joder, planeo que lo disfrutes de verdad. ¡Deja de charlar y haz lo que te digo! Siguiendo su orden, llevo mi mano izquierda a mi pezón izquierdo y luego derecha a mi clítoris, para pellizcarlo casi en la misma sincronía. No necesito lubricación porque mi sexo está tan mojado y expulsa tanto fluidos que estoy manchando las sábanas debajo de mí. Sin importarme eso ahora, me acaricio de nuevo, gimiendo el nombre de Dylan de vez en cuando y amando como susurra el mío también, a pesar de que no estoy segura de sí está masturbándose también. Cuando estoy a punto de llegar al orgasmo de nuevo, me pide que pare otra vez. Ya tengo el clítoris húmedo, muy hinchado y duele, pero es un dolor placentero. Juro en voz baja y él, consciente de mi sufrimiento, me pide que me toque de nuevo, esta vez sin parar hasta que alcance el orgasmo. —¿Se siente bien? —pregunta. —Sí, se siente increíble. —Entonces córrete nena, córrete para mí. Mi cuerpo cumple su orden, en ese momento un orgasmo arrebatador se apodera de mí. Cierro mis ojos porque siento que toda la habitación da vueltas y grito el nombre de Dylan hasta que mi garganta pica. Sintiendo el más dulce, arrebatador y espectacular orgasmo, adueñándose de mí. Mi mano izquierda suelta mis senos y aprieto con todas mis fuerzas la funda de la almohada, hasta que poco a poco los espasmos se van calmando. Cuando acaba, me quedo varios minutos en silencio, recuperando el aliento y recuperándome también de aquel asalto. Tomo el telefónico, que he soltado en medio del orgasmo sin darme cuenta. Miro la pantalla y veo que la llamada sigue activa, con lo jodidamente engreído que es Dylan, él simplemente no se va a ir sin escucharme decir lo grandioso que fue. —Te has ganado esa foto —digo al teléfono, respirando fuerte. Casi puedo verlo sonreír. —Envíala justo después que cuelgue, quiero masturbarme con ella y dormirme con la sexy imagen de ti en ropa interior sexy en mi mente —dice. —Bien, lo tienes merecido. He disfrutado mucho de ese orgasmo. —Lo sé, tus jodidos gritos y gemidos me dieron una indicación —bromea, pero luego agrega, poniéndose serio—. Joder nena, casi me corro de solo escucharte gritar así. —Pensé que también estabas tocándote —suspiro—, me alivia un poco que no lo hicieras, masturbarse en público es un delito. Su respuesta no duda. —Como si eso fuera a detenerme —dice, y tengo que creerlo. Como es, podría bien estar tocándose mientras se sienta en el inodoro, sin importarle las personas afuera que podrían escucharlo. — Buenas noches, Rose, duerme bien. Sonrío y cuelgo el teléfono, sintiéndome feliz y relajada. Probablemente son las endorfinas que el cuerpo libera automáticamente después de sentir un orgasmo, pero una parte de mí piensa que tal vez, es sólo el hecho de hablar con Dylan lo que me pone así. Nuestra relación comenzó hace un año, cuando cansada de citas sin sentido y de estar sola, entré en una página de relatos eróticos para tener con qué imaginar cuando quisiera tocarme. No me culpen, con dos novios que no sabían bien qué hacer con su polla, y dos amantes que sólo querían darse placer a sí mismo con mi cuerpo, mi mejor opción era masturbarme. Allí había un chat, donde comencé a hablar con este chico simpático que también estaba allí para entretenerse. Después de un coqueteo fácil, él me propuso conectarnos por Skype. No acepté al principio, no tenía ni idea de quien era y me daba un poco de miedo, además, no estaba preparada para masturbarme frente alguien, ni que esa persona lo hiciera conmigo. Pero Dylan mantuvo que sólo quería verme la cara para comprobar si era tan poco atractiva como yo misma me describía, conversar conmigo de mis problemas sexuales y ayudarme. En cierta forma le creí, él nunca intentó hacer algún contacto s****l conmigo salvo unos simples coqueteos y reseñas de los relatos que a ambos nos gustaban. Pero fue cuando mi exnovio me llamó una noche para decirme que había conocido a una chica increíble y que con ella si lograba acabar, que fue que tomé la decisión. Si mis exs no eran el problema, entonces la del problema era yo. Dylan podía ser un profesor, estuviera él consciente o no de aquello. Pero poco a poco las charlas fueron convirtiéndose en algo más serio. Ya pasamos de los coqueteos a decirnos cosas sucias y a los que ambos le haríamos al cuerpo del otro. Después de verme el rostro y a su juicio decirme que era hermosa, acepté por primera vez tener sexo cibernético con él. Al principio, estaba un poco tímida de mostrar mi cuerpo, pero él me hizo sentir tan bien, en confianza, como si fuera la mujer más increíble del mundo, como si hubiese nacido para hacer eso. Poco a poco, tomamos confianza, llamándonos cada vez más. No nos limitábamos a sólo video—llamadas, también me contactaba a mi teléfono móvil algunas veces. No hablamos muchos de nuestras vidas, porque uno de los acuerdos fue mantener todo en el anonimato, así yo no podría buscarlo en Google y averiguar sobre su vida. Por lo que sólo nos dimos nuestros nombres de pila, nuestras edades, profesión y estado civil. Aunque estos últimos meses he estado deseando que vengar a verme, ya estaba cansada de sólo llamadas, quería más, quería sentirlo juntos a mí, tocarlo, poder hacer todas las cosas que habíamos estado imaginando desde hacía un año. Aunque él se negaba, siempre poniendo alguna excusa. Si no fueran por las video-llamadas en tiempo real, hubiese pensado que no era quien decía ser. Sin embargo, no podía presionarlo, su razón tendrá para no querer verme. Saliendo de mis pensamientos, me levanto y recojo y ropa interior, lanzándola a la ropa sucia. Tomo el teléfono y le envío la foto a Dylan, antes de meterme en la ducha. Cuando salgo, cambio mis cobijas por unas nuevas y pongo a D, mi vibrador favorito y fucsia llamado así en honor a mi amigo cibernético, en el cajón al lado de mi cama, donde mantengo los preservativos y un lubricante que nunca uso. Cuando me acuesto de nuevo, mis ojos se cierran y automáticamente me quedo dormida.

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

La esposa rechazada del ceo

read
168.5K
bc

Bajo acuerdo

read
9.7K
bc

Prisionera Entre tus brazos

read
86.7K
bc

Mi Sexy Vecino [+18]

read
51.8K
bc

Navidad con mi ex

read
8.9K
bc

Tras Mi Divorcio

read
511.2K
bc

Yo, no soy él

read
88.5K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook