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A su merced (Bl)

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Blurb

La primera esposa del rey, es un chico con la extraña capacidad biológica de quedar embarazado, siendo este el único hombre capaz de hacerlo. El problema es que el rey Sherman, no parece estar interesado en su primera esposa, por lo mismo, Tyler se mantiene apartado de los demás integrantes del castillo, al menos hasta que el rey les hace una prueba a todas sus esposas, queriendo elegir a la mejor de ellas para procrear a su heredero, donde descubrirá la lealtad y respeto del único ser que jamás pensó sería digno de él.

¿Será Tyler suficientemente valiente como para tener al rey a su merced, o el rey continuará teniendo el completo control de su primera esposa?

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Capítulo 1
Desde que tengo memoria, siempre me ha gustado leer, es la única entretención que conozco para aquellos días donde nadie tiene tiempo para jugar o directamente hablar conmigo. Sé que no soy un niño, pronto cumpliré 20 años, pero ser la primera esposa de un rey, es complicado. Supongo que antes de hablar sobre lo ocurrido con aquel rey, primero debo comenzar hablando sobre mí para que puedan entender el contexto de mi solitaria vida. Cuándo era un niño, era feliz por la libertad que solía tener, recuerdo que podía jugar con los demás niños del pueblo, pero todo aquello se vio destruido cuando a mis 12 años una sacerdotisa les dijo a mis padres que era especial. Aquella mujer tenía la habilidad de ver a las personas, siempre consideré que era una bruja por lo fácil que le resultaba conocer sobre la gente que tenía delante de ella, sin embargo, eso por ahora no viene al caso. Ella predijo que sería un hombre virtuoso, con una vida medianamente corta y que sería capaz de dar vida, puesto a que aun cuándo físicamente era un hombre, por dentro era similar a una mujer, puesto a que tengo útero. Cuando oí sobre esto, pensé que era algo bueno, toda la gente del pueblo me consideraba especial, de hecho, me trataban como si yo fuese un ángel enviado por los dioses. Lo curioso es que, mi extraño don llegó a oídos del difunto rey quién gobernaba en aquel entonces. Era un hombre mayor, con una sabiduría que muchos envidiarían, además desde siempre fue bueno conmigo, aun cuando su heredero y esposa me detestaban. El rey me consideraba alguien especial, por lo mismo, con autorización de mis padres, me comprometió con su hijo. Se suponía que nosotros nos casaríamos cuándo cumpliera 18, sin embargo, la salud del rey se deterioró muchísimo más rápido de lo que todos creíamos, por ende, me casé a los 16. No tuve una ceremonia especial, de hecho, nos casamos dentro del dormitorio del rey con pocas personas acompañándonos. Nosotros juramos que estaríamos juntos hasta que la muerte nos separase, sin embargo, yo sabía que, en los pensamientos del príncipe, no existía un "Nosotros" Yo era virgen cuando me casé, de hecho, oí que el perder la virginidad era algo especial, aunque no fue como lo imaginé. Las historias románticas suelen hablar sobre la primera vez como algo lindo, un momento íntimo donde ambos se acarician con gentileza, pero la realidad es que mi virginidad fue destruida con agresividad y enfado. Mi esposo me odia, así que no fue suave conmigo, más bien sólo tuvimos intimidades aquella vez debido a la tradición que nos obligaba a sellar nuestro matrimonio. Ya han pasado varios años, se supone que como la primera esposa debía darle un heredero, sin embargo, no soy bienvenido en la habitación del rey. Cuándo su padre murió, obviamente mi esposo tomó el liderazgo, lo que le permitió tomar sus propias decisiones y acabó casándose tres veces más. En total tiene 4 esposas, aunque solo yo soy un chico. Ellas son diferentes a mí, el rey si les presta atención, de hecho, ellas suelen ser llamadas al gran dormitorio del rey, mientras que yo tengo prohibido ir allí. En una oportunidad, Derek, es decir, el rey, estaba un poco bebido y como había un tema urgente que tratar, lo busqué en su dormitorio donde dijo textualmente que "ensuciaba su alfombra" seguido de un "tienes prohibido venir aquí sin mi autorización" Me dolió cuándo lo dijo, pero igualmente no soy capaz de odiarlo, sé que aun cuándo es agresivo, cruel y hasta despiadado conmigo, es un buen hombre. Entiendo que me odie, a él lo obligaron a casarse con alguien a quien ni siquiera le atraía, por ende, trato de hacer todo lo posible para ser de su agrado. Como me convertí en su esposa, tuve que cambiar mis masculinas vestimentas, incluso dejé que mi cabello creciera creyendo que, quizás, en algún momento se fijaría en mí. Hasta ahora no ha ocurrido, puede que jamás me ame, pero estoy acostumbrado a ser ignorado por mi esposo, incluso me acostumbré a que la anterior reina constantemente busque sacarme del castillo. El castillo es gigante, tiene diversos niveles y muchas habitaciones que son divididas por secciones, por ende, como su majestad no desea verme, siempre permanezco en el lado sur del castillo. Es la parte más solitaria, tengo guardias, pero a diferencia del resto de esposas, debo encargarme de mis propias cosas. En realidad, esto no me molesta, prepararme mi propia comida tiene muchas ventajas, aunque a veces me gustaría recibir ayuda. Por supuesto que no todo es malo, tengo mi propio jardín, cuándo me enviaron a esta zona del castillo, me encontré con un jardín seco y mal acomodado, pero ahora es precioso, o al menos así lo considero yo. –Su majestad– me sacó de mis pensamientos uno de los guardias que me acompañaba en mi salida al mercado– debemos regresar, ya es tarde. Yo miré en dirección al cielo, no había notado que el cielo se había vuelto anaranjado, algo peligroso debido a que, durante las noches, suelen salir vándalos en busca de dinero y demás caprichos. –Necesito una cosa más– dije mirando a la distancia el puesto de venta que buscaba. –Señor, podría ser peligroso permanecer tanto tiempo aquí– habló otro de mis guardias. –No se preocupen, todo está muy tranquilo, además no creo que al rey le importe que salga por la noche– los trataba de convencer. –Los marginados suelen buscar a gente con estatus elevado para robarles, incluso lastimarlos, por favor, háganos, caso y regresemos– insistían mis guardias. Quería comprar una nueva tela para hacerme un nuevo vestuario, pero debido a la insistencia de mis dos guardias, decidí regresar. Salí en busca de comida y otras cosas que necesitaba, aunque no pensé que me tomaría tanto tiempo. Llegamos al castillo casi a las nueve, estaba un poco oscuro, pero como bien dije, al rey no le importa si salgo o no. Normalmente, cuando alguien de la realeza desea salir del castillo, varios guardias lo acompañan, pero en mi caso, solo dos son suficientes, o al menos eso dijo el rey. –Por fin ha llegado, señor– habló el sirviente personal del rey quién a pasos veloces se acercó– el rey ha citado a todas sus esposas para la cena de esta noche. –¿A todas? –pregunté confundido. –Sí, señor– me confirmó. Yo no pude evitar emocionarme, tenía poco tiempo para alistarme, por ende, apresuré mis pasos para darme un baño. Como había bajado hasta el mercado, me ensucie un poco y como no deseaba lucir mal en la cena, me bañé y vestí, sintiéndome curioso por saber qué diría el rey. Cuando estuve listo, me miré en el espejo queriendo repasar si había acomodado todo mi atuendo, incluso si mi corona estaba bien puesta. Mi cabello castaño oscuro, lo recogí un poco para que la corona se viera más armoniosa, además me puse un poco de rubor para que mi blanca piel no se viera demasiado pálida. No suelo salir con frecuencia, por ende, a comparación del resto de esposas, mi piel es más blanca. Mis ojos son de color miel, lo que, según sé, le desagrada al rey, puesto a que prefiere los ojos de color celeste para que combinen con el azul de los suyos, aunque también se puede conformar con los ojos de color verde. Como mi sitio queda al otro extremo del castillo, llegué dos minutos tarde, donde obviamente la ex reina me lo sacó en cara, incluso me regañó, haciéndome sentir avergonzado frente al resto de esposas, quienes me miraban casi con burla. –Sólo siéntate– ordenó el rey, así que obedecí, sentándome al otro extremo de la mesa. La mesa es larga, aunque a comparación de las otras mesas que hay en el castillo, esta es la más pequeña. Tiene diez puestos y el mío está al extremo contrario a la del rey. Yo mantenía mi cabeza agachada para no incomodar el rey, aunque no podía evitar levantar mi mirada en oraciones cuando lo oía reír. Me gusta verlo feliz, aun cuando no es el mejor esposo conmigo, no puedo evitar sentir mi corazón acelerado cada que lo miro. Derek, tiene el cabello rubio y como bien dije, sus ojos son azules. Su piel, debido a los diversos viajes que ha hecho, es un poco más oscura que la mía. También debo añadir que es alto, tiene brazos fuertes y un cuerpo tonificado que, debido a su juventud, mantiene saludable. Tiene 22 años, así que aún puede permitirse muchos caprichos. –¿Para qué nos ha reunido a todas, su majestad? –le preguntó la tercera esposa casi cuando estábamos llegando a la hora del postre. Ella tiene 21 años, es de cabello rojizo, piel clara y de ojos verdes. Se llama Ariadna. –Como siempre, la paciencia no es tu virtud, querida– comentó con una sonrisa el rey. –No sea malo con nosotras, su majestad, sabe que hemos nacido para complacerlo– comentó la segunda esposa. Ella tiene 22 años, es rubia de ojos verde agua, también tiene la piel clara y se llama Victoria. La cuarta esposa se llama Elithia, tiene 20 años, es de cabello castaño claro y también tiene los ojos verdes. –Bueno, como bien saben, este reino necesita un príncipe y una de ustedes, será la encargada de darle vida a quién tomará mi lugar– habló por fin. –¿Entonces por qué ha llamado a la primera esposa? –preguntó Elithia– todos sabemos que no es digno de usted– comentó mirándome con burla. –Además, es asqueroso de sólo pensar que un niño puede salir de él– comentó Ariadna. –Por formalidad, simplemente– respondió el rey. Esta noticia no era algo que me esperaba oír durante una cena, sin embargo, no me sorprendía debido a que el rey ya tiene edad de recibir un hijo. Se supone que debía dárselo mucho antes, pero no logré embarazarme durante nuestra noche de bodas. Como era de esperarse, durante lo que quedaba de cena, las demás esposas se peleaban por ser la primera en estar con él, incluso trataban de convencerlo para que estuviera sólo con una para así tener todos los lujos que un heredero puede entregar. Aquella madre que da vida al heredero de un rey, está por encima de todas, incluso puede sentarse al lado del trono de su majestad. Yo sabía que algo como eso no sería posible de obtener, por ende, una vez terminé de cenar, pedí autorización de retirarme y regresé a mi lado del castillo, donde tras llegar a mi habitación, me dejé caer a la cama con tristeza. Quisiera que el rey fuera capaz de mirarme. Durante la cena miraba a sus otras esposas con alegría, mientras que a mí ni siquiera me dirigió la mirada. No pido darle un heredero, sé que no soy digno, sin embargo, si me gustaría tener el valor de pedir un poco de su atención.

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