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Enamorándome de ti en navidad

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Blurb

Cada Navidad para Vera Lindert era lo mismo, cenar con sus padres y escuchar a sus hermanos alardear de sus vidas perfectas.

Y a la hora del postre, escuchar la misma pregunta: Vera hija, ¿Cuándo vas a traer un hombre a casa?

Vera se sabía a memoria cada palabra de su madre, las solía repetir en su cabeza delante del espejo antes de ir a cenar con sus padres.

Su madre siempre le daba un sermón diciéndole qué ya había pasado suficiente tiempo desde su divorcio como para seguir soltera aún, que ella debía volver a abrir su corazón al amor.

Su padre y sus hermanos se unían al discurso de su madre, algo que Vera odiaba.

Pero siendo la hija menor todos esperaban que ella siguiera los mismos pasos de sus hermanos mayores y formara una familia feliz.

Pero después de descubrir a su esposo con otra mujer en la fecha que más le gustaba, Vera perdió todo interés en las navidades.

Para Vera su marido era su sol, era su todo, su mundo y su razón de ser feliz

Se conocían desde niños, Vera pensaba que lo sabía todo de él, siempre celebraban las festividades juntos, y ambos amaban la Navidad.

A un año de haberse casado, Vera fue a la oficina de su amado esposo para darle una sorpresa, iba a ser madre, la noticia no pudo llegar en un momento más perfecto, era la víspera de Navidad.

Pero al abrir la puerta de la oficina de su esposo, lo que vio le rompió el corazón, su esposo y su mejor amiga eran amantes.

Del dolor de verlos juntos en pleno acto de infidelidad, Vera perdió a su bebé.

Su corazón se apagó, y con él, su amor por la Navidad.

Vera se juró a sí misma nunca más volver a creer en el amor de un hombre, ella no quería volver a sufrir de nuevo.

Ya habían pasado tres años de su divorcio y ella había rechazado a todo hombre que la pretendiera, sintiéndose cómoda con eso.

Pero un error suyo al conducir en una carretera cubierta de nieve la puso frente a un atractivo desconocido. Su idea de hacerlo pasar por su novio frente a su amiga creó una telaraña de situaciones que la fueron envolviendo, el desconocido resultó ser un hombre muy rico.

La idea de enamorarse de Timothy la aterraba, en especial que era obvio que a él, ella le atraía mucho. El amor entre los dos estaba flotando bajo el muérdago.

Pero Vera no quería escuchar a su corazón hablarle de amor, por temor a volver a equivocarse y ser herida.

¿Dejará Vera que el amor fluya entre los dos? ¿La Navidad volverá a tener la magia que tenía para ella antes de la traición?

Eso, tendrás que averiguarlo…

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Un atractivo desconocido
El vestido de seda azul con lentejuelas negras que brillaban con la luz estaba tendido en la cama, unas zapatillas negras con un listón dorado adornando el tacón esperaban al pie de la cama. La habitación lucía impecable, con un orden matemático qué no dejaba espacio al error o al desorden. Solo una cosa en toda la habitación estaba fuera de lugar, y era una fotografía que su madre aún conservaba en la habitación que había sido de Vera cuando vivía en casa de sus padres. Su madre aún conservaba en la habitación la fotografía de Vera y el que un día fue el amor de su vida. El agua de la ducha se escuchaba caer con fuerza en el piso del baño, ahogando un grito desesperado en la garganta de Vera. Vera estaba furiosa porque su madre de nuevo había invitado a un hombre a la cena familiar. Un hombre que le presentó su madre en el supermercado la tarde que fueron a comprar los ingredientes para las galletas de jengibre. Su madre estaba obsesionada con la idea de que Vera rehiciera su vida con otro hombre, pero Vera no quería a ningún hombre en su vida. Cuando salió de la ducha con una toalla cubriendo su cabello, Vera contempló el vestido azul y las zapatillas que su madre le había dejado en la cama. Arrugando su nariz en señal de fastidio dijo: ¡No me pondré esa cosa! Ese vestido me haría ver como una mujer desesperada que necesita de un hombre… ¡Yo no necesito ninguno! He vivido sola por tres años y así quiero seguir viviendo... Vera buscó en su maleta el vestido rosa que había traído, se lo puso y colocó sobre él una suéter de lana blanca, y soltó su cabello. No se maquilló ni se puso un solo accesorio, ella luciría al natural, sin nada que la hiciera llamativa al sujeto que su madre invitó a cenar con el fin de que saliera con él. Al llegar a la cocina vestida tan casual su madre explotó en enojo: ¡Vera! ¿No vas a estar en la cena vestida así? ¡Vuelve de inmediato a tu habitación y ponte el vestido que te compré! Mamá, ya no soy una niña; ¡Soy una mujer! Y este es el vestido que usaré en la cena, es cómodo y me gusta… Su madre se acercó a ella y le dijo molesta: ¡Este vestido es viejo y parece un andrajo! No vestirás así en la cena navideña. Vuelve a tu cuarto y cámbiate Vera, no me hagas enojar, sabes lo mal que me pongo si me enojo, no querrás que por tu culpa vaya a parar al hospital… Su madre volvía a manipularla con sus problemas de salud, desde que había sufrido un micro infarto su madre usaba las mismas palabras para salirse con la suya. Pero esta vez Vera no estaba dispuesta a ponerse un vestido tan sugestivo, así que para calmar a su madre le dijo: No te enojes mamá, iré con mi amiga Irene a su Boutique y compraré un vestido bonito… Dándole a su madre un beso en la mejilla Vera tomó las llaves de su auto, que estaban colgadas en un hermoso adorno que su madre tenía en la cocina para colgar las llaves, y salió de la casa. Mientras manejaba Vera puso música, no quería pensar en nada, iba cantando sin fijarse en el camino, de repente escuchó un grito: ¡Hey ten más cuidado! Vera detuvo de golpe su auto y bajó de él angustiada, pensó que había atropellado a alguien por ir cantando y tratando de calmar su enojo, para no pensar en el sujeto que la esperaba en la casa de sus padres había puesto la música en alto volumen. Cada año ella viajaba a Búffalo para pasar la navidad con sus padres y sus hermanos, durante años esas fechas fueron mágicas para Vera. Pero desde el engaño de su esposo todo eso cambió. Al caminar entre la nieve Vera no halló a nadie, buscó al que gritó pero no vio a nadie en la calle, todo estaba cubierto de nieve y hacia mucho frío. Preocupada se dijo: Debo estar volviéndome loca o estoy imaginando cosas, porque estoy segura de que escuché la voz de un hombre gritar que tuviera cuidado, ¡estoy segura de que lo escuché! pero no veo a nadie… De repente alguien habló detrás de ella diciendo: ¡No estás imaginando cosas! Pero sí conducias como una loca; ¿A quién se le ocurre conducir a esa velocidad en una carretera cubierta de nieve? Vera miró al hombre frente a ella sacudiendose la nieve de su pantalón. Era un hombre alto de cabello oscuro, sus rasgos faciales dejaban ver que era un hombre de carácter fuerte, seguro de sí mismo, tenía unos labios gruesos que hacían ver su boca muy deseable. Vera se dió cuenta de que lo estaba mirándo demasiado, sacudió su cabeza para alejar esos pensamientos y después quiso disculparse con el desconocido. ¡Discúlpeme señor, tiene razón, iba muy rápido, la verdad tengo prisa en llegar a una tienda, debo comprar un vestido para la cena familiar… ¿Un vestido? ¿Y qué tiene el suyo? ¡Es muy bonito! La hace ver natural y fresca como una flor en primavera, además deja ver muy bien sus curvas y con el color de su cabello, es usted una mujer muy bella, no necesita comprar otro vestido… El hombre la había descrito, y en pocas palabras le había dejado saber que la consideraba atractiva. Por la cabeza de Vera pasó una idea loca, que le propuso sin pensar al sujeto. Ella le dijo: Le debo una disculpa por mi imprudencia al no ver que iba cruzando la calle… Sonriendo simpática dijo: Me acompañaria a la tienda de mi amiga y me ayudaría a elegir un vestido adecuado para la cena en casa de mis padres, para mi mamá es muy importante que yo luzca como una modelo… Vera se rió divertida con la idea de pedirle a un hombre desconocido que la ayudará a escoger un vestido elegante, pero él tipo parecía tener buen gusto, la ropa que llevaba puesta lo indicaba. Vera deseaba recordar esa noche con una sonrisa, y no irse a la cama con un par de pastilla para calmar su gastritis. El hombre la miró y sonrió, le parecía divertida la idea y aceptó. Subió al auto de Vera para acompañarla a la tienda Boutique. Al llegar a la Boutique de Irene con el guapo desconocido, lo primero que le preguntó su amiga fue: Vera, ¿quién es él? El tipo la escuchó y acercándose a dónde estaban extendió su mano y se presentó: Me llamo Timothy Reynolds y soy el novio de tu amiga Vera… A Vera le parecía muy divertida la situación, la cara de sorpresa de su amiga la hizo reír, compartiendo miradas con el desconocido de nombre Timothy. El puso su mano en la espalda de Vera y dijo: Vinimos a buscar un vestido adecuado para Vera, a su madre no le gusta el que mi novia trae puesto, ¿Crees que podrías ayudarnos? No tenemos mucho tiempo… Al sonreír un lindo hoyuelo en la mejilla derecha de Timothy se formó, robando las miradas de ambas mujeres. Irene buscó entre sus mejores vestidos tres que le parecían adecuados para la ocasión, pero a Timothy no le gustó ninguno. Vera sintió una conexión extraña con aquel desconocido, ya que a ella tampoco le gustó ninguno de los vestidos que le mostró su amiga. Timothy miró alrededor y vio en el fondo de la tienda sobre un maniquí, que había un vestido muy bonito, algo costoso, pero entre todos los vestidos era el mejor. Timothy lo tomó del maniquí y se lo entregó a Vera diciendo: ¡Este es el indicado! Pruebatelo, estoy seguro que te verás preciosa en él… Vera observó el precio y dijo: No, creo que mejor escogeré otro… ¡Pruebatelo! Vamos Vera, tienes que ver como te queda, nada pierdes con hacerlo... Animandola dijo: ¡Hazlo Vera …! Motivada por lo bello del vestido y la ilusión de verse en un vestido tan hermoso, Vera se fue al vestidor. Mientras Timothy le decía a Irene: Quiero unos zapatos a juego, una gargantilla y unos pendientes…También un abrigo suave, que luzca perfecto con el vestido… Antes de que Irene dijera algo, el sujeto extendió su tarjeta de crédito, una que obviamente tendría muchos ceros en ella. A prisa, Irene le mostró lo mejor que tenía convenciendo a Timothy, que le dijo: Llevárselos a mi novia… Pero antes, pagatelos… Su sonrisa y su hoyuelo hacían imposible negarle algo a Timothy, Irene cobró su abundante paga por sus más finos artículos y luego corrió a llevárselos a Vera. Al entrar al vestidor Irene dijo emocionada: ¡Te ganaste la lotería con tu novio rico! Timothy, ¡es maravilloso! Vera se quedó muda, no sabía que hacer, no sabía si debía o no rechazar los obsequios de Timothy.

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