They are sensations that dominate us

789 Words
― Deberíamos ir a un hospital o como sea que eso se llame aquí. ― Se escribe igual, pero se pronuncia diferente. ― ¿Crees que quiero que me enseñes inglés hoy? ― Anaís terminó la oración con un grito de dolor. Sus lágrimas resbalaban por el rostro hasta caer en la cama. ― Solo espera un poco, no tarda en llegar y sé que será de gran ayuda. ― ¿A quién esperas Jerome? Demonios que ni el día del parto puedes dejar de irritarme. ― Por el contrario, creo que este día, es el que menos he hablado y más daño he causado. ― Te estas metiendo esa mierda que guardas ¿Verdad? ― ¿Desde cuando sabes de mi cocaína? ― Respondió mientras pasaba el trozo de tela mojada con agua tibia por la espalda de Anaís. ― Desde ahora, solo lo dije para darme cuenta que caes fácilmente. Jerome negó y continuó el proceso. Anaís se mantenía recostada sobre la cama mientras refunfuñaba por la tardanza de la ayuda que Jerome insistió en traer a casa, para asistir el parto de manera segura. ― Odio esperar, odio tener que quedarme recostada mientras me duele hasta el cabello ― Anaís se quejó. ― ¡Tu cabello! ― Jerome señaló asombrado. ― Intuyó que no será del mismo color que siempre. ― Totalmente blanco, lo siento mi amor. ― No tengo opción, sé que todo tiene que ver con este proceso. Anaís ha estado estudiando, a escondidas de Jerome, las hojas de oro. Lamentablemente, ahora que sabe más de lo que esperaba, entiende por que la resistencia de su padre a la relación con Jerome. Pero ella no cambiaría de parecer por un libro del que se desconoce su uso y que solo ha subsistido en los años, por la necesidad de fe que tienen los seres humanos y no por la veracidad de sus letras, aunque ella, en el fondo, era consciente de la certeza del texto. Ella, que ha sido la líder de seres más marcados por la división de energías desde el comienzo de los tiempos y que ahora, decide emanciparse antes de tomar el liderazgo de toda la magnificencia de las oscuridades. ― Llegó ― Mencionó él cuando sintió el aura de su invitada. ― ¿Cómo lo sabes? ― Anaís se mantenía sobre la cama sin levantar la mirada. ― Ni siquiera ves la puerta desde acá. ― Ella no llega por la puerta mi amor. ― Ella …― Los celos de Anaís se hicieron visibles. ― ¡Pandora! ― Jerome corrió hasta el borde de la puerta, de donde una luz clara comenzó a descender de la cubierta hasta materializar una figura humana de hermosas proporciones, cabello ondulado y castaño. Llevaba un vestido blanco, con un gran escote y un par de joyas doradas que adornaban mucho más su esplendida figura. ― Jerome ― La voz suave era casi melodiosa y para Anaís, un detonante más para incrementar el dolor de parto. ― Fue difícil hallarte, a pesar de la insistencia de tu búsqueda. ― ¿Insistencia? ― Anaís reprocho con un tono de dolor. ― No sabía que le habías insistido. ― Sé que es la mejor para este caso, ella tiene habilidades en la materia de las que carecemos nosotros. La necesitamos mi amor. Pandora sonrió complaciente y se pavoneo con el alago, era una mujer de apariencia, ella estaba condenada a sufrir por la imagen que los demás tuvieran de ella, además de estar al servicio de la humanidad para liberarla de los males, en los que ellos mismos se involucran. ― No debes alagarme tanto, Jery. ― Jerome ― Corrigió Anaís. ― Su nombre es Jerome. ― Dulce niña ― Pandora se refirió a Anaís ― No puedo entender el dolor tan fuerte que estás afrontando. Pero haré todo lo posible para darte alivio ― Sonrió mientras acariciaba la frente renuente de Anaís. ― Jerome ― Anaís le llamó con enojo. ― ¿Cuánto tardará esto? ― Le reprochó a regañadientes. ― Ningún parto es igual a otro ― Pandora respondió, entrometiéndose en la conversación. ― Además, no estamos hablando de un embarazo mortal, llevas en tu vientre, la hija de Jerome ― Le miró con admiración ― Todo un ser de… ― No hay que entrar en detalles Pandora ― Jerome interrumpió. Anaís chilló con dolor, le removía más el enojo de no poder hablar sobre el increíble ser inmortal que era ella, además de la incomodidad que sentía por que Pandora estuviera cerca de Jerome, con su magnifica figura y el resplandor de su cuerpo, mientras ella se queja de dolor y espera ser asistida para dar a luz, una escena para nada sexy.
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