Duo angeli in caritate

1290 Words
― ¿Por qué es tan difícil? ― Gritó mientras empuñaba las manos y un chirrido se esparcía por la habitación.  ― Metatrón, no estamos arriba. Debes calmarte o seremos leídos.  Quiso golpear la mesa, pero sopeso el daño y aunque le molestara, debía reconocer qué ella tenía razón, si sigue usando su fuerza superior, será leído por una entidad para nada agradable y eso no le servirá de nada.  ― ¿Qué vamos a hacer?  ― Revisar lo qué llevamos hasta ahora y pensar en lo qué no vimos.  ― Tenemos cuatro hijas, son siete. Las primeras fueron halladas tal y como nos lo indicaron en el libro, a medida qué buscábamos más, se complicaba. Y, ahora nos faltan tres hijas y no tenemos idea de su ubicación. ― ¿La edad?  ― ¿Qué pasó con eso?  ― ¿Es la misma?  ― Si, supongo. Fueron dejadas en tierra el mismo día del mes y año.  ― No entiendo mucho del tiempo en tierra o de la edad de los humanos.  ― Yo tampoco ― Masculló Metatrón― Pero tengo claro qué es así, si fueron dejadas el mismo día, ellas deben tener la misma edad. Eso creo ― Murmuró.  ― ¿La ubicación?  ― La misma qué hemos revisado en diferentes ocasiones.  ― Y… si ― Meditaba tratando de conectar la idea en su mente ― Si fueron destruidas en el tiempo.  ― ¿Destruídas? ― Él sonrió, ella tenía muy poco conocimiento del desarrollo de los inmortales en la tierra, eso se detectaba en su manera de hablar. ― No pueden destruirlas, ellas tienen aspecto mortal, pero son…― Su mirada se perdió en la distancia.  ― ¿Qué pasa? ― Ella observó el mismo punto, buscando alguna respuesta.  ― Pudieron lastimarlas, su aspecto mortal lo permitiría. No como para morir, pero si pudieron ser heridas. Eso pudo desviar su rumbo, si las lastimaron, serían removidas de su camino, para protegerlas.  ― ¿Así sin más? ― Es parte del pacto entre ellos para qué Eva las dejara llegar a tierra.  ― ¿Por qué él no lo mencionó? ― Eva no puede saberlo, prometió protegerlas y no puede fallar. Es la única oportunidad qué tiene.  ― ¿Entonces? ¿Cambia nuestra búsqueda? ― Cambia ― Repitió afirmando ― Ahora tenemos qué ubicar en el tiempo, mortales qué hayan sido heridas o maltratadas.  ― Investigas a ella ― Señaló uno de los pergaminos ― Yo lo haré con ella ― Mostró el otro ― Si funciona, lo haremos los dos con la última.  ― ¿Cuánto tiempo tenemos?  ― En la tierra, no más de un día.  ― Y, yo aún no aprendo a manejar el tiempo. ― Reprochó ella mientras tomaba el pergamino y se retiraba de la habitación.  ― Ela ― Habló Metatrón con suavidad.  ― ¿Si? ― Respondió ella, sin girar.  ― Cuidate ― Susurró.    Ella entendía qué él no podía demostrar sus sentimientos, menos en un lugar tan concurrido por las entidades invisibles. Pero ella sí podría arriesgarse, al fin de cuentas, no necesita más qué un último aviso, para ser expulsada y vivir su idilio, tal y como lo han hecho antes, antiguos amores celestiales.  Se giró y ante la mirada de él tiró de la túnica qué cubría su cuerpo para quedar desnuda frente a sus ojos. Él quería hablar, decirle qué no deben hacerlo, qué corren riesgo de ser expulsados, pero en el fondo, también lo quería, lo necesitaba. Un respiro, para estar al lado de la criatura qué desvía su mirada desde el mismo día en qué fue creada. Total, no eran los primeros en estar en esta situación.    ― No me digas nada ― Se acercó contorneando sus caderas ― Solo deja qué yo tenga la culpa y pagaré con gusto lo qué sea necesario.  ― No quiero exponerte ― Susurró mientras besaba su cuello  y deslizaba las manos por sus glúteos.  ― No lo harás. Todos los ojos están sobre las siete de Storm.  ― Nos leerán… por la … ― Trataba de hablar pero Ela adentraba su lengua en la boca del hombre, aumentando sustancialmente su deseo.  ― No nos leerán por qué esto lo sentimos, sin necesidad de usar nuestra energía. Solo deja de pensar en ello y haz conmigo, todo lo qué tienes en la mente, desde qué me viste.    El comentario de la mujer fue como un permiso para el deseo intenso qué Metatrón tenía por ella. Anhelaba acariciar cada parte de su cuerpo, rozar sus pechos y besar su piel, sin dejar un solo lugar por explorar. Ela, gemía con cada movimiento, acariciaba su cuerpo ante la mirada devoradora de Metatrón, agitaba su cabello con sensualidad. Ella distanció los cuerpos con la mano, obligándolo a tomar asiento, quería qué observara el cuadro completo mientras ella, desde la cama, recorría su cuerpo en una danza armoniosa de deseo y ansiedad. Él quería saltar sobre ella y consumir todo lo qué había retenido por tanto tiempo. Pero ella insistía en qué esperara.    ― Me tendrás en un momento, solo un momento más.  ― No quiero esperar ― Jadeo, mientras acariciaba su m*****o erecto ― Necesito tenerte Ela.  ― Un minuto más. Es por los dos.―  Las criaturas de su tipo, sabían a la perfección como desatar una guerra pasional o desvíar una mirada, no solo por los mortales, en su caso, Metatrón era su objetivo desde qué lo conocio.    Él quería correr hasta ella y obviar el tiempo qué le solicitaban, pero en el fondo, se percató del cambio en la temperatura. Lo más probable es qué ella estuviera cubriendo el lugar con un sello especial, para qué no pudieran ser detectados cuando la energía qué liberan en el encuentro s****l, se esparza por la ciudad. Eran dos criaturas poderosas qué no tenían permiso para compenetrarse y hacerlo, les pondría en evidencia, lo suficiente como para ser atacados casi al tiempo en el qué disfrutan su encuentro.  ― Ven ― Murmuró ella. Abriendo sus piernas, para darle un permiso especial de entrada, uno qué él esperó por mucho tiempo.  Metatrón se levantó de la silla y notó como la luz se disipó, estaban casi a oscuras, mientras a las afueras el día era claro. Se entregó a su cuerpo, devoró en placer todo lo qué había anhelado disfrutar y no dejó espacio en el cuerpo de Ela, por descubrir o acariciar.    ― Respiras agitado ― Le susurró mientras descansaba en su pecho.  ― ¿Respiro? ― Se burló.  ― Bueno, sé qué no lo haces, pero tu pecho se mueve a más velocidad… algo así―Susurró ella.    Metatrón se levantó con cuidado de no golpear la cabeza de Ela. Ella se inclinó al notar qué él se iría.  ― ¿Nos vamos?  ― Si, creo qué tenemos algo de atraso ― Le sonrió él, estirando la mano para ayudarla a levantar.  Ella sonrió de vuelta y se levantó con la ayuda de él. Se acercó y le besó los labios con suavidad.  ― Entonces me retiro, es momento de trabajar.  ― Tu es meus ― Murmuró Metatrón y ella fingió no oirle, ocultando la sonrisa qué se dibujo en su rostro.  ― Meus es ― Balbuceó ella cuando ya no estaba en la habitación.   Recogió del suelo su túnica, una qué usaba solo ante la presencia de otra criatura como ella. Al caminar por la ciudad, en la tierra de los mortales, Ela, se veía como otro humano más, sin advertir la diferencia. Metatrón era distinto, él no se mostraba por las calles o recorría caminando las estancias, ni siquiera pensaba en comunicarse con los mortales. El se mantenía invisible como las otras entidades, lo qué le daba más facilidad.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD