Max
Joder, acaso no podía contener más mis impulsos, no se porque lo hice, tal vez mi cuerpo reacciona por si solo al estar cerca de ella.
Baje mis manos de sus mejillas o más bien, ella quitó mis manos de sus mejillas, las mismas que están cada vez más ruborizadas.
—¡Padre! No es correcto que usted acaricie mis mejillas, esto podría ser malinterpretado —exclamó girándose.
—Lo se Zoe, le prometo que no volverá a suceder —dije, acercándome un poco más a ella, que puedo decir, Zoe es como un imán que me hala hacia ella y que por más que quiera alejarme de ella no puedo.
—¡Vaya! Hasta que por fin los encuentro. —Nos giramos al mismo tiempo al escuchar a mi tía detrás de nosotros.
—¡Madre superiora! —exclamó Zoe.
—Zoe, Max ¿Dónde estaban metidos? Necesito que alisten sus cosas —dijo mi tía.
—¡Que! ¿Pero por qué madre? —exclamó Zoe, su mirada era de desconcierto, bueno al igual que la mía, ¿Acaso se enteró del beso que le di a Zoe?, si esto es así debo explicar y rápido, no me perdonaría nunca si echan a Zoe del convento.
—No abras así los ojos Zoe, no es para nada mal, como bien sabes en estás fechas está programada la convención anual de la divina providencia, así que quiero que esté año seas tú quien vaya —dijo mi tía.
—¡Pero madre! Es usted quien siempre va, yo no puedo permitir que usted me envíe a mi —exclamó Zoe.
Alce mi mirada, y una vez más me perdí en los labios de Zoe, joder, debo contenerme.
—Tía, digo madre superiora, ¿Y yo que tengo que ver ahí? —dije saliendo de mis pensamientos.
—Zoe en cuanto a ti es una orden, tengo muchas cosas que hacer, y tú, padre, quiero que vayas con Zoe, te hará bien para conocer todo lo referente al orfanato, y demás. —No podía ser tanta mí mala suerte, bueno cualquier hombre en mi lugar estaría más que dichoso al estar al lado de una mujer tan hermosa como Zoe, pero da la casualidad que esa mujer tan bella es una monja, a la cual muero por llevarla a mi cama.
—¡Padre!, ¿Le sucede algo?. —Moví mi cabeza, por lo visto estaba bien metido en mis pensamientos
—¿Y mi tía? —pregunte al no ver a mi tía.
—La madre superiora se fue hace mucho. Padre créeme que no es buena idea que usted vaya conmigo a ese seminario —exclamo ella, con su mirada puesta en el piso, joder, ahora más que nunca deseo ir con ella.
—Zoe, puedes estar tranquila, haré todo lo que tú y mi tía me indiquen, se que soy nuevo, y algo bruto, pegó créeme que haré lo mejor posible. —Diría que no vi nada de emoción en su rostro, en fin, aprovecharé está salida para escapar de una buena vez del ruso.
Después de tener una noche tortuosa, dónde Zoe no salió en ningún momento de mi cabeza, decidí ponerme de pie, se supone que hoy salimos para el dichoso seminario, al que solo espero y pueda escapar.
Salí de la habitación y caminé con mis pasos agigantados hacia la habitación de Zoe, la verdad no quise tocar, solo giré la perilla y entré, aunque hubiese preferido pensar antes y tocar.
—¡Ahhh!. —El grito de Zoe hizo que volteara rápidamente llevando mis manos a mis ojos.
—¡Perdóname Zoe! Debí tocar primero, no debí entrar y menos sin saber que no estás en condiciones para recibirme.
—Padre Max, ¡salga en este momento de mi habitación! —exclamó ella.
—Si, si, en este momento salgo —dije titubeando, la verdad no quite las manos de mi rostro, solo giré por inercia lo hice tan fuerte, que golpeé mi cabeza con la puerta, y caí al piso.
—¿Padre está bien?, !padre por favor abra los ojos! —exclamó ella con su dulce voz.
Qué más hubiese querido yo que abrir mis ojos y volver a ver a la diosa desnuda frente a mis ojos.
—Zoe, no puedo, o se te olvida que estás completamente desnuda —vocifere. Apreté con mucha más fuerza mis ojos, ni loco los volvería abrir y dejar que ella piense lo peor de mi.
—Padre por favor, ya tengo ropa puesta, por favor abra los ojos y dígame que no se hizo daño. —Abrí mis ojos con cuidado, y ahí estaba ella, tan hermosa como la primera vez que la vi, “Joder” sus labios rosados me pedían a gritos que tomarán, y la verdad no sé si pueda aguantar mucho más tiempo si volver a tocarlos.
—Zoe, quiero pedirte una disculpa, yo no debí entrar así a tu habitación —dije, ella dejó salir una mueca acompañado de una sonrisa.
—Tranquilo padre, pero créame es mejor que salga y vaya por su equipaje en cinco minutos pasan por nosotros. —Me puse de pie, y la recorrí con mi mirada centímetro a centímetro, y no niego que me la imaginé desnuda completamente ante mis ojos.