Capitulo 11

1289 Words
Hace días que no puedo estar con Gabby. Siento que me estoy volviendo loco de lujuria. Marie ha estado en casa, sin intención de volver al trabajo pronto. Como cubrió a alguien en Navidad, le quitarán el turno en Año Nuevo. Solo me hace más difícil estar a solas con Gabby. Puedo ver que a ella también le está afectando. Siempre que tenemos un rato libre, me provoca, levantándose la camiseta solo para ponerme la polla dura. Tengo que disimularlo porque Marie vuelve a la habitación poco después. Además, Marie tiene el sueño muy ligero. Por mucho que me encantaría escabullirme de la cama por la noche y follar con Gabby, no puedo hacerlo sin arriesgarme a despertar a mi esposa. Con la forma en que Gabby me molesta, tengo un semi-encaje casi constante que tengo que mantener cubierto tanto como puedo. Estoy en la oficina intentando concentrarme en el trabajo. Digo intentarlo porque es casi imposible con lo frustrado sexualmente que estoy. Gabby es una pequeña zorrita, así que quiero guardar hasta la última gota para ella. Sé que algún día podré follármela, pero no sé cuándo. La verdad es que me está volviendo un poco doloroso. Mi teléfono vibra en mi escritorio e inmediatamente veo el nombre de Gabby en la pantalla de vista previa. Lo cojo y lo miro rápidamente, con el corazón acelerado. Marie suele usar mi teléfono cuando no encuentra el suyo, así que Gabby y yo no hemos podido hablar mucho por mensajes. Tengo demasiadas ganas de que Marie lo tenga en el momento menos indicado y vea algo que me destroce la vida por completo. Gabby: Te necesito, papi... Me quedo mirando el mensaje, pensando qué responder. Ya le he dicho que no me escriba, y necesito que se mantenga firme. Mientras pienso, me viene a la mente una imagen que casi me deja sin aliento. Es ella tumbada en la cama con un pijama diminuto, con la parte de arriba levantada lo justo para que pueda ver sus pechos perfectos a la vista. Me muerdo el labio y me masajeo la polla por la parte delantera del pantalón al ver esto. Me la pone tan dura que apenas tiene que hacer nada. ¿Cómo demonios voy a aguantar el resto de sus vacaciones de invierno sin follármela hasta dejarla sin sentido? ¿Cómo se supone que voy a seguir con el resto de mi vida sin descargar cada gota de mi semen dentro de ella todos los días? No respondo a la imagen de inmediato, pero la confirmación de lectura indica que la he visto. Gabby responde unos momentos después. Gabby: ¿Te gusta lo que ves? No te emociones demasiado, después de todo, tu semen tiene que acabar dentro de mí. David: Eres tan jodidamente sexy... Saco mi polla del pantalón y la aprieto un par de veces mientras miro sus tetas perfectas. Me detengo antes de enviar el siguiente mensaje. David: Ya no puedes enviarme fotos así. Créeme, me encanta. Pero tu mamá pudo ver esto. No sé por qué esperaba que Gabby hiciera lo que le dije, porque no lo hace. Inmediatamente después, veo otra foto de ella en la cama, con aún menos ropa. Lleva unas braguitas blancas de algodón y un pequeño bralette blanco que deja ver sus pezones a través de la tela. Gabby: No puedo controlarme contigo, papi. Solo quiero que vengas y me folles. ¡Por favor, necesito tu polla! Me duele la polla y la idea de entrar a su habitación ahora mismo y meterle la polla en su coñito apretado me hace correrme por la punta. La necesito. Mis sentimientos por ella han superado con creces la lujuria y el deseo; si no puedo follar con Gabby, voy a perder la cabeza. David: Quiero que lo hagas, cariño. Pero hay que tener cuidado. Pronto se me ocurrirá algo, te lo prometo. Gabby: No me hagas esperar mucho. Ya estoy muy caliente por ti, papi. Miro las fotos antes de enviármelas por correo electrónico y esconderlas en una carpeta de mi ordenador que no creo que Marie encuentre jamás. Las borro del teléfono, así como el historial de chat entre Gabby y yo, borrando todo rastro para asegurarme de que esta conversación parezca no haber ocurrido. Necesito resolver algo, y necesito resolverlo rápido. No puedo pasar un día más sin sentir su coño apretándose alrededor de mi polla. Ahora que ya lo he tenido, lo necesito para vivir. Pienso en intentar escaparme con Gabby un rato, pero no sé qué excusa vamos a poner ahora. Cuanto más nos escabullamos juntos, más sospechará Marie. Además, ¿cómo voy a justificar que nos vayamos los dos a la vez ahora? Al rato, Marie llama a mi puerta y me dice que la cena está lista. Oigo a Gabby bajar corriendo las escaleras hacia el comedor y me controlo para asegurarme de que no tengo una erección excesiva y bajo. La cena, como siempre, está buenísima. A Marie le encanta cocinar y asó un pollo entero con unas verduras deliciosas. Los tres charlamos un rato mientras comemos y me cuesta apartar la vista de Gabby, que ha visto la foto que envió hace menos de una hora. ¿Seguirá usando esas bragas debajo de la ropa? —Me olvidé de los panecillos —dice Marie en voz baja, poniendo los ojos en blanco mientras suena el temporizador del horno. Se disculpa y nos deja a Gabby y a mí solas en el comedor. Gabby se gira hacia mí con una sonrisa pícara, metiendo la mano por debajo de la mesa y masajeándome la polla en los pocos momentos libres que tenemos juntas. Aunque una parte de mí quiere decirle que se calle porque Marie podría volver a entrar en la habitación en cualquier momento, necesito esto. Necesito sentir su mano en mi polla, quiero sentirla cerca. Lo deseo tanto que hago algo completamente impensable y me bajo la cremallera de los pantalones. Gabby sonríe y me rodea la polla con la mano, dejándola reposar en la punta mientras mueve mi líquido preseminal para lubricar mi m*****o palpitante. Escucho atentamente lo que sucede en la cocina, y cuando oigo pasos acercándose, aparto la mano de Gabby y la observo mientras se lleva el dedo empapado de semen a la lengua y se lo lame. Por supuesto, Marie entra justo cuando lo hace. —Espero que te hayas lavado las manos antes de comer así —le regaña Marie a Gabby. Mi pene se contrae bajo la mesa, oculto por el mantel que me cubre. Algo acerca de ser tan duro con mi hijastra al lado de mi esposa hace que esto sea aún más emocionante. —No puedo evitarlo, está riquísimo —dice Gabby, sonriéndome con picardía—. No me canso de comerlo. Dios, como si no pudiera ponerme más duro. Gabby se remueve en su asiento, estirando la pierna para que me golpee brevemente. Sé exactamente lo que hace antes de que lo haga. Su pie toca mi polla y la presiona contra mi muslo, creando la fricción justa para que ya no pueda concentrarme en una conversación educada. —¿Tienes todo lo que necesitas para el próximo semestre? —le pregunta Marie a Gabby mientras se come un poco de puré de papas. Gabby simplemente asiente con una sonrisa. —David podría tener algunos libros de negocios que puedas pedir prestados para la clase de economía que estás tomando. Gabby me aprieta el pie con más fuerza y tengo que sujetarme los muslos bajo la mesa para no gemir. —Sí —mi voz suena tensa mientras intento controlar el placer que siento. Miro a Gabby y asiento. —Puedo dártelo luego.
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