Cuando me quedo sola no soy capaz de pensar en otra cosa que no sea en la huida en modo rata, de William. Empiezo a sentirme jodida de su eterna costumbre de irse cuando le da la gana y volver y liarme cuando también le da la otra gana. Ya está bien. O vuelve con una explicación al menos con sentido o le retiro la palabra para siempre, y empiezo a pensar de forma muy seriamente en irme lejos, hasta que nazca el bebé. —Hola, Ali... Mi tono de voz al responder el móvil a mi amiga, no es muy alegre y ella que es muy lista lo descubre enseguida. —Iba a echarte la bronca por habernos dejado ayer tiradas pero... no puedo dejar de notar que suenas como la mierda. ¿Qué te ha hecho el juez buenorro ahora? —Lo peor es que más de lo mismo, Alicia —me dejo caer sobre la banqueta de mi encime

