La aceptación

1824 Words
—¡Naia...! —repite ante mi mutismo. Inmediatamente el primero en reaccionar es él que se acerca a ella sin que nadie más se de cuenta de que estamos todos medio congelados y se la llave de la mano diciéndome que él se encarga de su mujer. Que le explica. Me recupero de mi estupefacción y me meto a mi despacho poniéndome manos a la obra. En media hora tengo que salir a ver un caso en terreno y no tengo tiempo que perder. Supongo que esta situación me obligará a hablar a solas con él nuevamente. El resto de mi día en la oficina transcurre más bien agitado. Eso me permite no pensar en nada que no sea el caso que estamos priorizando. Para cuando tengo la información que necesito recojo mis cosas para irme y no tengo más remedio que llamar al jefe a comunicarle mi siguiente movimiento. —Señor, voy a irme a ver al cliente a prisión. Ya no volveré hoy, en sus contactos está mi móvil —hablo de forma profesional, como debe ser. —Ten cuidado y tengo tu número —informa —. Eres... —Hasta luego —le corto antes de que siga por otro lado. —Elena ya está al tanto de todo. No te preocupes —suelta de repente. No creo que de todo todo pero no digo nada. Simplemente cuelgo y doy por finalizado el asunto. Quiero que entienda que no estamos en una conducta correcta...necesita aceptarlo y comportarse. (...) En la noche me visto y me voy con las chicas. Habíamos quedado en cenar y hablar. Las muy zorras quieren saberlo todo. ¿Cómo ha sido trabajar con él? ¿Qué clase de arreglo es el que tengo para que a su mujer no le preocupe mi embarazo? ¿Ella que dijo? En fin, todo. Todo menos mis turbias circunstancias les confieso. Incluso que me increpó por mi amistad con Fabio pero cuando este se nos une me callo. Las chicas entienden todo y desde ahí la noche va mejorando. Ya puedo disfrutar de la velada sin ser interrogada ni hablar de él que tanto me condiciona. Sobre las once nos tomamos una última copa en el bar y nos disponemos a irnos, mañana todos tenemos trabajo y Fabio me acompaña a casa en el taxi, él se va en el mismo para la suya. Luego me doy cuenta de que su móvil se ha quedado en mi bolso y le aviso a Çerkan para que cuando hablen le diga. Y también para que no se preocupe si no responde sus llamadas. Cuando subo me preparo un baño, me paso cerca de una hora en la tina bebiendo otras dos copas de vino y cual finalmente me siento lista para dormir salgo de la bañera, me envuelvo en mi bata de seda y oigo que llaman a la puerta. Sonrío de pensar en Fabio volviendo a por su móvil y abro la puerta con el en la mano, sonriendo divertida pero la sonrisa se evapora cuando veo quien es. —¿Le esperabas a él, verdad? Se te borró la sonrisa cuando me viste. Bufo e intento cerrar la puerta pero pone un pie y con una de sus manos empuja hasta que entra y cierra, como si fuera su casa para deshacer a su antojo. —Deja de perseguirme, William —lloriqueo y me doy la vuelta. No quiero ni verlo, me pone de rodillas cuando lo hago y he bebido un poco. Entonces se acerca por detrás, pone su boca en mi cuello y me confiesa al oído que lleva toda la noche mirándome con mis amigos, que estaba en el mismo sitio que yo y no sé acercó para darme espacio pero cuando me vió irme con Fabio perdió la paciencia y nos siguió. Baja sus manos por mis costados y sé que siente que estoy desnuda, que no le rechazo porque me ha podido su magnética forma de hacerme reaccionar y cuando me recuesto sobre su cuerpo los dos sabemos que ya la hemos liado. William Mc Douglas Cuando me quiero dar cuenta le tengo en mis brazos, la llevo hacia la cama, a ciegas...no conozco este sitio pero camino chocando contra todo lo que nos encontramos mientras nos comemos a besos. A los pies de su cama, con la luz tenue solo puedo ver sus ojos brillantes en los míos. Rozo sus pechos en los duros picos con mis indices y la siento estremecer, me clava las uñas en mis bíceps por encima de la camisa y me hace gruñir cuando vuelvo a tomar su boca. La deseo con desesperación. Y he descubierto que sé hacer que ella me quiera igual de desesperadamente que yo. Suelto el nudo de su bata y finalmente se queda desnuda del todo frente a mi. Caigo de rodillas al suelo, perdido en su belleza que ahora puedo disfrutar con calma y dando un último vistazo a sus ojos, bajo mi rostro y hundo mi boca entre sus muslos. Sus manos tiran de mis cabellos mientras lanza un grito con mi nombre y yo me bebo todo su sabor. Ella sabe cuanto me gusta y yo sé cuanto le fascina, le derrumba y le entrega que la saboree. No me resisto a verla de arriba a abajo. Está tremenda. Su desnudez es incluso más perfecta que si tiene arreglos impuros sobre tanta perfección. Beso su vientre, que guarda a mi hijo y la veo cerrar los ojos cuando me demoro ahí. No puedo evitar el jadeo que se me escapa cuando me sube al vértice entre sus piernas y me exige que la acaricie ahí dentro. Le aprieto los muslos, nervioso por el deseo que me produce. Y grita otra vez cuando clavo mi lengua en su centro lleno de deseo. —Me tienes secuestrada en tu boca. No puedo escapar de estas ganas inagotables —me acusa. —Piensa lo que quieras pero no te vas —paso los pulgares por la punta de sus pechos y le suelto una bofetada que le hace sonreír cuando ve mi excitación en sus ojos. Cuando se da cuenta de que los estaba provocando. —No debería dejarte hacerme esto. Debería huir lejos de ti. Hoy mismo tendría que haberme ido. —Te habría encontrado igual... naciste para mi —finalmente la acomodo en la cama, nos deposita a ambos entre las sábanas y la encarcelo bajo mi cuerpo. —No te entiendo —susurra cuando trago uno de sus pezones y juego con el otro entre mis dedos. —No hace falta que lo hagas. Me tiene donde quiere. Y yo a ella también. No da explicaciones y no se las pido. Su cuerpo me seduce y el mío le consciente. Mis ojos se cierran cuando la obligo a rodear mi cintura con sus piernas y le hago notar mi sexo duro en su centro. Tengo que tenerla ahora. —Me vuelves loco, Naia y lo siento si eso te ha confundido pero no vas a huir de mi. Ya no puedo dejar que lo hagas. —Esto no debería pasar —mis dedos buscan la humedad entre sus piernas y mi polla se coloca cuando entiende que su urgencia es idéntica a la mía —...nada de esto —y la penetra de un empujón. Quiero que se calle, que solo gima mi nombre con fuerza Sus piernas me abrazan la cintura con mas fuerza y grito...grito cuando mis dedos se deslizan por la carne de sus nalgas desnudas... jadeo al tiempo que percuto en su sexo a la vez que rompe en lamentos para conquistar todo ese coño mojado con mis ávidas embestidas. —¡Dios...esto me ha estado volviendo loco todos estos días, todas estas horas! —William, por favor —salgo una y otra vez a su encuentro...necesito llegar o moriré de ganas. Pero tengo que esperar que ella explote antes. Quiero verla dejarse ir. Me gusta como luce cuando la destrozo en placer —. Pídemelo —subo mis manos presas de las suyas a los lados de su cabeza y lo olvido todo. —¡Fóllame! Tócame... —me pide como posesa. Ya ha perdido la razón, solo puede sentir. Como yo, sentir desesperación por esto. —No, te siento muy deseosa y estás embarazada, no voy a lastimar a mi hijo —intento que dure más, que vaya más despacio pero se da la vuelta y salta en mis caderas cuando no la complazco —Joder... fóllame de una puta vez, luego me hablas coño. —Ahora si noto que viviré a tu merced... muriéndome por esto —me dejo hacer No sé como le hago pero saco y meto el m*****o a mi ritmo hasta que le siento en el fondo de ella y muerdo mi grito en sus labios...le deseo mucho y me fascina la manera en que me excita hasta la desesperación. Sí, está enfadada conmigo pero su cuerpo tiene otros reclamos...luego será su cabeza la que dicte sentencia. Pero por ahora le tengo, le tengo henchida de placer. Apoya las manos en mi pecho y se da placer a si misma usando mi cuerpo, sus ganas y mi demencia. Si lo analizo mucho cometeré el error de dejar que sea ella quien me use. Y en el fondo no me importa nada Solo quiero seguir. Que esto no se acabe nunca. —Eres preciosa...y eres mía —se aferra a mis caderas con sus piernas a cada lado —, creada para mi. Cuando siento que explotaré de placer me doy la vuelta nuevamente, caigo sobre su cuerpo y poniendo una de sus piernas sobre mi hombro la hago alcanzar el orgasmo que nos abrasa a los dos. Sus ojos se nublan y se cierran cuando le inyecto mi clímax en medio del suyo. —Ha sido increíble —me falta el aliento pero tengo que decirlo. Me acuesto sobre ella un segundo, luego la dejaré por prevención. —Ahora vete... —La risa que suelto es terrorífica. —No estás hablando en serio. —Definitivamente tenemos que hablar de lo que está pasando —acepta con mk cuerpo todavía sobre el suyo. Dentro del suyo. —Entonces, ¿ya vas a aceptar que nos pasa algo? —está desorientada y trata de que se centre. Es la letanía por el orgasmo tan intenso que hemos compartido. —No tengo más remedio que reconocer que si me tocas me pierdo —sonríe y me besa. ¡Me besa!¡Ella, a mi!¡Me besa! No puedo negar que mientras salgo despacio de ella sufro porque le quiero tener así de nuevo, pero soy muy consciente de que esto o lo hablamos en serio y ya...o se nos va a complicar la vida como si de una avalancha de nieve bajando hacia nosotros a toda velocidad se tratara. —De acuerdo...hablemos.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD