Hasta que te miré. Fuego y Hielo.

— ¿Y me quiere a mí por qué coño dices? – no puedo creer mi suerte de mierda —. Yo no conozco a nadie con ese nombre Swayer ¡no seas ridículo! – el hermano perdido del padre de Jonás Serrano, jefe de la policía de Seattle y fan de ese desgraciado también. No me malinterpreten ¡amo a ese hombre! Recibió una bala en el pecho por Leila y lo volvería a hacer, de eso estoy seguro, pero es muy diferente saber que tu cuñado arriesga la vida por tu hermana, que arriesgar el pellejo por el estado. Aunque no puedo quejarme por sus procedimientos, todo esto continúa pareciéndome raro, muy raro. — ¡No me vengas con eso, yo también quiero ir a la boda! – escupe tan malhumorado como siempre — así que si te aprecias de amigo y hermano, mueve tu culo hasta la maldita joyería Pietro’s para que acabemos con esto y nos emborrachemos con whisky fino. Hoy es la boda de mi hermana y en el procedimiento policial que se está llevando a cabo en este momento el secuestrador me quiere a mí, dice que solo hablará conmigo ¡maldita suerte la mía! Pero no puedo hacer nada más... el deber llama. Salgo de la oficina del bufete, luego de organizar con los abogados – que son mis empleados ya que Monserrat Law es mi propiedad – la cantidad módica de veintidós casos pendientes, como si fuera poco el trabajo que tengo en el departamento de Justicia como Fiscal principal en jefe ¡maldita sea, necesito una vida! Me dirijo hacia el estacionamiento donde me esperan dos de mis guardias y un auto patrulla que por cierto tiene a dos de los mejores amigos de mi cuñadito azorados ya que son padrinos también, al igual que yo. Hoy soy como la dama de honor de Jonás Serrano, el dolor de culo de mi padre y el amor de la vida de mi hermana. Si hubiese sido un poco más observador le habría quitado ese estorbo de encima, pero cuando todo me golpeó en la cara. No había nada que hacer al respecto, ya estaban enamorados hasta las trancas... ambos. — ¡Jefe! – saludan los chicos, Zed y Jeremy. — ¡Caballeros, andando! – ingreso al vehículo y ellos lo flanquean en motocicletas a los lado y el auto patrulla detrás, como si fuese el presidente. ... Llegamos al sitio y efectivamente se encuentran una docena de autos patrulla, junto a Swat y el equipo angelical de Malcolm Swayer – que de ángeles no tienen un pelo – y ¿cómo no? La prensa local con su protagonista estrella y mi ex... Alba Negretti. Salgo de la limusina resoplando enfadado porque esta mujer es un demonio que trató infructuosamente – gracias a todos los santos – meterme un embarazo ficticio para echarme el guante, la detesto por eso, mentirosa y arpía... mala combinación. Me dirijo sin mirar a los demás miembros de los medios locales ignorando sus preguntas, mientras soy interceptado por el grupo táctico que me llevan a la furgoneta para colocarme un chaleco blindado. — ¿Y bien, que tenemos? – indago. — Nada fuera de lo normal jefe – informa Jesse uno de los francotiradores mientras acomoda el chaleco y adhiere el micrófono al mismo —. Un loco con nueve rehenes y cinco secuaces según la percepción de Swat, pero creo que son más los malos porque en ese lugar se presume que tenemos doble entrada – arrugo el ceño. — ¿Qué quiere decir eso? – pregunto confundido totalmente. — Que es un señuelo – expone Randall —, la verdadera diversión se encuentra en alguna otra parte – sonríe como si fuera navidad. Si no conociera a su esposa e hijos podría decir que ese tío es un psicópata asesino, pero verlo con su hija es verdaderamente enternecedor. Salimos de la furgo y nos dirigimos hacia la joyería, el dueño es mi amigo. Espero que se encuentre bien, como fiscal de distrito aplicaré todo el brazo de la ley contra ellos, los asaltantes. — ¡Date prisa Monserrat! Para que matemos a todos y nos larguemos a la boda – a Dios gracias eso solo lo escuchamos nosotros porque de otro modo se formaría un verdadero lío. Sin embargo me saca una sonrisa. — ¡De inmediato Cap! – se carcajea ante mi mención del Capitán América. Ingresamos con uno de los chicos delante de mí y el otro detrás, no estoy seguro que pueda hacer yo frente a un loco de este calibre, pero lo que sea lo haré mejor que nadie. — ¡Jefe, viene con escolta! – informa uno de los sujetos con voz casi aniñada, ruedo los ojos, estoy nervioso, pero este tío es un crío con un arma — ¿los elimino? – veo a mi amigo Ralph y a su hija sentados en una silla cada uno atados de pies y manos. Jesse tenía razón al menos en que solo son cinco rehenes y entre ellos se encuentra una niña que no pasa de cinco años y dos personas más que al parecer son novios ¡Dios y salen más hombres con máscaras y rifles! — ¡Claro que no! Desármenlos y el abogado es mío – es una chica ¿en serio? — ¡tráiganlo! — Disculpa, debes dejar salir la niña, ahí fuera necesitan garantía – lleva unas gafas de sol sobre la máscara, no distingo sus rasgos. — Tú eres la garantía, los demás salen – abro los ojos como platos. Ahora sí que estoy cagado de miedo — ¡Tráiganlo maldita sea! Entra en uno de los cubículos, me señala una silla y niego, si voy a morir que sea de pie. Ella toma asiento y me mira o eso creo, el sujeto que me trajo cierra la puerta a mis espaldas y entonces ella abandona la silla, suspira. — Si vas a matarme hazlo ya, no pierdas tiempo – es algo que he visto en la tele y resulta, espero que lo haga aquí también. Se gira, arranca la máscara y las gafas dejándose ver, tiene el cabello rojo fuego, tal como el que me está recorriendo el cuerpo en este momento frente al monumento de mujer que tengo enfrente, tiene la piel dorada como si estuviese llegando de la playa ¡Dios! Y esos ojos, malditos ojos...