Capítulo 3
Cuando Acababa El Día
Al llegar al fin a casa estacione mi auto en el garaje y luego de ser saludado por mi yerno camine por el pasillo hasta la sala de estar, en un rincón, bajo una lámpara de escritorio se hallaba aun trabajando Adela
—Hola papá…— me saludo tapando con la mano la bocina del teléfono.
Le saludé con un gesto pues entendía UE estaba ocupada hablando por teléfono, aún estaba trabajando a esa hora de la noche, Jorge por su cuenta estaba haciendo la cena, al parecer también había acabado de llegar pues su mochila de hippie estaba en el sofá y su bicicleta me aprecio verla atravesada en la entrada de la casa, sin embargo el joven era muy atento en algunas cosas, si bien tenía ideas locas sobre la naturaleza y olía siempre a hierbas, me parecía a final de cuentas un buen muchacho, de lo contrario no lo hubiese dejado ni entrar a mi casa. Luego de un largo día en la oficina, solo había algo que en verdad quería al llegar a casa, quitarme los zapatos y junto a una buena taza de chocolate recostarme en mi cama para ver documentales de animales, de sitios tan lejanos con los que nunca había soñado con visitar, y en verdad era lo único bueno que había en la televisión que podría alguien de mi edad ver, y así pasaba el tiempo y descansaba antes de que Adela o su novio prepararan algo para cenar, esa noche de jueves el turno fue para Jorge pues Adela aún seguía trabajando en algunos documentos en su oficina improvisada. Salí de la habitación en cuanto Jorge se asomó en mi puerta y me llamo para cenar, al acercarme a la mesa mi hija apenas si había apagado su computador y con los ojos rojos al fin se había desconectado de las pantallas.
—Te ves más cansada que yo…—le dije sin pensar.
—Son los informes de final de mes…—me explico con voz cansada.
—Pero es el día 3… ¿No? —se me hizo algo extraño que apenas había comenzado el mes.
—Por eso papá, y eran para la semana pasada…—me respondió con sarcasmo al tiempo que tomaba asiento.
Jorge trajo de la cocina un plato de pasta que la verdad olía bastante bien, dejo los platos en la mesa no si antes darle un pequeño beso en la frente a Adela que algo avergonzada apenas me miro de reojo, pero no quiso averiguar ninguna de mis expresiones de descontento, pues ya sabía que eran una pareja formal y estable, pero aun así me parecía incómodo, incluso me daban celos de que alguien más hiciera feliz a mi pequeña Adela, pero así era la vida, cada uno de sus hermanos en su momento tuvieron la intensión de tener una pareja estable, buscar un lugar donde vivir y sentar al fin la cabeza en un lugar seguro donde harían sus vidas, así como yo lo hice con Gloria en su momento, “Como extraño a Gloria… dios mío…” pensé deliberadamente, mientras probaba por primera vez la pasta que había hecho Jorge apara cenar, el muchacho llego y se sentó al comedor al otro extremo de la mesa, frente a mí y al lado de Adela que lucía algo cansada, los demás lugares en el comedor estaban por supuesto vacíos, era el momento del día en que de verdad notaba la ausencia de la familia en ese lugar, David estaba en medio de una montaña trabajando con sus animales y por las comunidades de no ser donde, y Héctor y claramente Gloria no estaban más que presentes en nuestra memoria. La comida estaba realmente buena, pero perdió todo su sabor en el instante que llego a mí la nostalgia, y con el ánimo de cambiar el tema de conversación, y en vista de que necesitábamos pronto algo para hablar antes de que el silencio nos deprimiera por completo, pues el único que parecía contento era Jorge, pero él a veces vivía en un mundo diferente.
—Hoy me dijeron en la oficina que debía entrenar, y enseñar todo lo que sabía a quién será mi remplazo—dije rompiendo el silencio.
—¿En serio te pidieron eso? —pregunto algo confundida Adela, —más bien deberías dejar todo hasta donde esta y no volver más a la oficina, si el tiempo ya se cumplió y la jubilación ya está programada … ¿Para qué seguir yendo? — aclaro ella su punto de vista.
—Es una responsabilidad…—
—Pero ya es justo que descanses…— me reclamo algo molesta.
No preste atención a su enojo pues algo de la pasta había caído en mi pantalón y lo había manchado por completo de la grasa del caldo de la pasta, sin embargo, Jorge si se percató de lo que había pasado y le pidió a Adela que me pasara la servilleta de tela, me sentí avergonzado por un segundo no solo porque mi yerno se diera cuenta de tal chascarrillo sino porque note de inmediato que el joven inspeccionaba mis gestos cada vez que Adela me decía algo.
—Es una responsabilidad…—Insistí al tiempo que intentaba limpiar mi pantalón.
Adela no respondió más nada, pero su gesto de desaprobación fue más que obvio, pero ella sabía que era caso perdido decirme que no trabajara más, pues poco a poco resultaríamos enojados uno con el otro y yéndonos a dormir molestos.
—¿Llamo David…?, hace un par de días, el marte de hecho, hable con él y estaba haciendo no sé qué con los peces… —
—Llamo en la mañana, dice que tú no le contestas nunca… que en lo posible podría venir de visita para final de mes—respondió ella con seriedad.
—¿A final de mes…? — pregunté confundido.
—Si eso dijo, porque uno de sus amigos se casará, y él vendrá a la boda…—contesto Adela.
—Eso tiene más sentido…—
David no venía a ciudad desde hacía un par de meses, desde aquella modesta ceremonia que el padre de la iglesia del barrio hizo el día que Gloria estaba cumpliendo un año más de haber fallecido… mi hijo mayor no le gustaba en realidad venir desde tan lejos a algo que él veía que era una pérdida de tiempo, pero por otro lado me alegraba el saber que al menos estaría presente unos pocos días, pues los lugares del comedor que estaban vacíos me hacían pensar en las desfortunas de esta familia, finalmente termine de cenar, me costaba admitirlo peor estaba deliciosa la pasta y la salsa, aunque manchara mi pantalón estaba también muy buena, me quede en la mesa mientras terminaba de beber el jugo, y para dejar que el cuerpo hiciera un poco de digestión, Adulan recogió los platos y se puso a lavarlos en la cocina mientras Jorge me hacía compañía, pero no me decía nada, siempre hacia lo mismo, se queda en silencio en algún lugar con tan solo el propósito de hacerme compañía, algo totalmente innecesario, sin embargo era un detalle que yo no dejaba pasar, de hecho se lo agradecía, en silencio obviamente… pero lo hacía.
Así pasaba las mayorías de mis noches, así finalizaba un extenso día de trabajo, por eso no podía mentirme a mí mismo diciendo que tenía alguna prisa por volver a casa, si para ser honesto no sentía que fuera un hogar, no sé a cuál de los dos extrañaba más… si a Héctor o a Gloria o si lo que en verdad me hacía falta era esa razón por la cual salía del trabajo, y lo primero que hacía al llegar a casa era hablar con Gloria de lo que había sido su día. Días después de su fallecimiento, incluso meses después hacia el ensayo de charlar con ella pues me gustaba pensar, y de hecho es lo más seguro de que su energía al menos me acompañaba en mis ratos de soledad, y quizá era cierto, pero luego le perdí el gusto a hacerlo pues pensaba que me estaba aferrando a un recuerdo, tiempo atrás Gloria hacia lo mismo con el recuerdo de Héctor, incluso una noche me asusto pues ella estaba enojada con él por no haberle hecho un favor que le pidió cuando era niño, pero es que ella en medio de la locura que la consumió en sus últimos días de vida eso era algo posible. Tan pronto como termine mi jugo, lleve el vaso a la cocina y lo deje en el lavaplatos, no quise lavarlo, Jorge lo lavaría, yo no quería mojarme las manos… volví a mi habitación y me recosté de nuevo en la cama, al cabo de unos minutos Adela paso por la puerta y me deseo una feliz noche, seguida por Jorge que de manera atenta me trajo un vaso con agua, la verdad odiaba que fuera tan atento, yo nunca tomaba agua de noche pues me hacía ir varias veces al baño y no dejaría dormir bien, sin embargo él siempre, cada noche me traía el mismo vaso con agua y me lo alcanzaba hasta la cama. Les deseé buenas noches de igual manera y cerrando la puerta me dispuse a cambiarme de ropa para ponerme el pijama, al cabo de unos minutos y con el televisor aun encendido me había quedado completamente dormido, la demora en dormir fue tan solo de segundos pues siempre al tocar las sábanas yo ya estaba más que cansado.
La tortura comenzó a las 2 de la mañana, en medio de la noche cualquier sonido, sea de la calle o bien de los gatos que recorrían casualmente los tejados del vecindario podía despertarme sin mar remedio que levantarme, y aunque no hubiera tomado el agua que me trajo mi yerno, tenía la necesidad siempre de orinar a esa hora en específico, me levante d ella cama y en medio de la oscuridad tuve que buscar el interruptor de la lámpara de noche de la mesa al lado de la cama, y con los ojos medio cerrados camine hasta el baño y volvió casi de inmediato luego de limpiarme las manos con un paño desechable, pero eso era solo el comienzo, no podía volver a conciliar el sueño, me acomodaba en todas las posiciones en las que dormía, me quedaba viendo al techo en medio de la oscuridad, pero no lograba volver a dormir, encendía el televisor con el fin de cansar mis ojos y sentir sueño de nuevo aunque no sé por qué no lo lograba, a final de cuentas me quedaba solo en silencio, en medio de la completa oscuridad de mi cuarto pensando en lo que debía hacer con mi vida, estaba pronto a jubilarme y eso para las personas de mi edad era como uno de los últimos logros que podía alcanzar, pero no hallaba la razón por la que eso no me era un motivo para estar contento, por el contrario, me asustaba un poco el no encontrar un camino pues toda mi vida trabaje, y ahora que sabía que lo iba a dejar de hacer, no sabría claramente que podría hacer con tanto tiempo libre, era un predicamento algo extraño, pero creo que nunca había aprendido a vivir de manera distinta, tendría el tiempo que nuca tuve, pero no con quien compartirlo, tenía el dinero por el que tanto trabaje, pero no en que gastarlo, tendría las ganas de vivir de nuevo, pero no sabía cómo hacerlo, al menos era consciente de mi situación y podría empezar por ese lado a reparar algo que quizá no tenía ningún arreglo, solo el poco tiempo que me quedaba hasta el día de mi jubilación daría la solución, ¿Qué tan difícil seria esperar?…