Mientras estaba encerrada en la habitación de su "casa", porque no quería salir a las otras habitaciones, sólo para evitar a los invitados no deseados, el teléfono de Melisa empezó a sonar.
Mirando la pantalla, vio que era Alex. Rápidamente cogió el teléfono y contestó la llamada.
—Hola, ¿pasó algo? — fue directa.
—Dime, ¿cómo van las cosas allí? —Su voz sonaba preocupada, pero Melisa supuso que era sólo su impresión.
—Bueno, como puedes imaginar, todavía estoy en la habitación y, para ser honesta, no considero salir pronto.
—¿Has olvidado que esta casa, en estos momentos, también es tuya? Deberías marcar tu territorio, si fuera a tener esposa, solo en el dormitorio, yo hubiera elegido a alguien como Andrea. Eso al menos me daría algo de satisfacción, si sabes a qué me refiero.
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