*HABLA, MATT*
Hace un tiempo atrás deje la casa de mi padre y me mudé, compre un Penthouse, no soporté los constantes acoso de mi padre, soy el menor de sus hijos, todos hicieron su vida en el extranjero yo soy el único que me quede para ayudarle con las múltiples obligaciones que tiene como presidente de una de las industrias que posee más de diez mil empleados, nos dedicamos a la fabricación de productos de atención médica.
Ahora soy yo el presidente ya que mi padre está retirado, hace unos años tuvo una lesión en su pierna derecha, su última esposa lo abandono, se hizo noche sin mañana, durante, estuve en su casa bajo sus condiciones, metía mujeres a mi dormitorio sin consultarme, no es que no me gusten sencillamente no aparecido la indicada, por los momentos solo quiero divertirme, esas mujeres que él conseguía eran hijas de sus amigos, que si les pongo las manos encima son capaces de llevarme al altar, cosa que aún no quiero hacer.
—Hola, Matt, ya estás listo, para ser todo un amo. —Es mi amigo de infancia, Aidan.
—Creo que me arrepentí, la verdad que a eso no le entro.
—Eso sí que no, mira ya tengo tu pase, tu tienes el potencial de ser un dominante.
—La verdad que eso no es lo mío.
—Ahora no hay vuelta atrás, estarás entre los principiantes, o pide el privado.
—No estoy seguro de ir, no le encuentro la gracia.
—Cuando veas lo que se hace ahí, te aseguro que la tendrás más dura que una roca.
—Que chistecito el tuyo, mándame la dirección, iré a mi apartamento a cambiarme.
—Si no llegas, no seré más tu amigo.
—Acudiré, no te preocupes.
Después de Aidan se fue firme unos documentos se los entregue a la secretaria para que los fotocopie y los archive, tome las llaves de mi deportivo y el celular, conduje hasta mi residencia y note que el apartamento del lado está ocupado, solo espero que no sea ruidoso, aunque solo vengo a dormir un rato aprecio la tranquilidad, me duche y me puse otro taje de color n***o, compre un antifaz porque el anonimato es importante.
Según me explico mi amigo, mi identidad únicamente la debe saber mi sumisa y yo conocer la de ella, como si fuera por una, me entrego una marca para cuando la encuentre se la ponga, no creo que eso suceda en la primera noche, antes la pasaba en el club nocturno, bebiendo y bailando con chicas desconocidas, así me gusta llevar mi vida, no como la quiere mi abuelo, con esposa e hijos que me compliquen la existencia.
En uno de mis bolsillos del saco guarde la esclava que me dio Matt que mando hacer con mi marca, él ya tiene varios años de estar en eso, ha tenido como diez sumisas ninguna lo ha aguantado, no sé qué tan pervertido sea jaja. Al salir noto que la puerta de al lado esta media abierta, ese tipo es bien confiado, aunque este lugar tiene seguridad las veinticuatro horas, el portero me saluda solo le hago un ademán con la mano, me subo al deportivo y me dirijo a la dirección que él me envió.
Me aparco, miro el sitio la fachada de afuera pareciera que fuera un club normal, al enseñarle la invitación al gorila que custodia la puerta quita la cadena y me deja entrar, camino por el pasillo entro a la primera puerta, miro mucha gente, de inmediato busco el privado que me había dicho Aidan, es la siguiente puerta, en el recinto solamente hay un sillón, miro al rededor, está alfombrado y poca luz, tomo asiento y espero a ver que tienen para mostrarme, en eso frente a mí se iluminó hay un gran vidrio y del otro lado hay una mujer amarrada de forma muy extraña, cruzo mi pierna y me sirvo una copa de vino que hay en una mesita junto al sillón.
—¡Muy interesante! —Estoy disfrutando de un buen vino, cuando escucho que la puerta se abre y sé que alguien ha entrado, vale que llevo el antifaz— ¿Quién eres?
—Disculpe, me equivoque de puerta. —Una voz dulce y femenina.
—¿Eres alguna sumisa del lugar?
—No, soy nueva, creo que mejor me retiro.
—Espera, ven aquí.
—Ya le dije me equivoque de puerta, no era mi intención molestarlo, me retiraré de inmediato.
—¡¡Es que eres sorda, expresé que vengas!!
Ella camina hasta que esta delante de mí, la miro que queda observando a través del vidrio, y cierra sus ojos le da la espalda quedando de frente. La observo lleva un abrigo n***o, al cual se aferra, lleva su antifaz, ella al igual que mi es principiante.
— ¿Quieres un amo?
—No, solo entre por curiosidad, no me interesa. —Con mis mismos pensamientos, cada vez llama mi atención.
—Sé mi sumisa por un mes, si no nos gusta lo dejamos, ¿Qué te parece?
—No estoy interesada, será mejor que me vaya.
—Va contra el código, pero te diré mi nombre, soy Matt Cox, no soy peligroso ni tampoco un rufián.
Ella me queda observando sin pestañas, tiene unos hermosos ojos marrón, me gustaría verla sin antifaz, ya estoy interesado en el rol de dominante y sumisa, ella trata de devorarme con la mirada, una sonrisa se le figura en su rostro, como que hubiera cambiado de parecer.
—Acepto, solamente que te advierto, que no conozco nada de este mundo, apenas hoy fue mi primera vez que entro aquí.
—Extiende tu mano. —Ella frunce su ceño.
—¿Para qué?
—Es tu primera orden, debes obedecer a todo lo que te exprese. —Ella la extiende dudando, saco la esclava y se la coloco en la muñeca— Esta es mi marca, solo yo te la puedo quitar, no te irritará la piel, no debes preocuparte por eso.
—¿Ahora qué? —Si supiera que no tengo la más mínima idea. Río para mí mismo, porque no sé qué sigue, claro no le daré a conocer mi ignorancia.
—Revelemos nuestro rostro, ahora soy tu amo.
Ella se quita el antifaz, con la poca luz puedo ver que es muy joven y hermosa, ¿Por qué una chica tan jovencita está en este lugar?
—¡Ahora es su turno amo!
—No te he manifestado de que hables, nada más puedes hacer lo que yo ordene y debes pedir permiso cuando quieras hacer algo, cuando estés conmigo. De lo contrario recibirás un castigo. —Ella entiende solamente agacha su cabeza.
Me quito mi antifaz ella me mira como si me estuviera comparando con alguien, es incómodo, me siento en sillón y cruzo mi pierna, la quedo observando un momento, ella guarda silencio, aprende rápido eso es bueno, después tendré que preguntarle a Aidan que es lo que tengo que hacer con ella.
—Quítate el abrigo, quiero que me sorprendas. —Ella me queda observando, se aferra al abrigo, será que es feo el vestido que lleva abajo del abrigo, o no está vestida adecuadamente, miro que lo duda en eso lo va abriendo lentamente, la miro sin interés alguno en eso el abrigo cae al suelo, al ver que está en lencería negra, me escapo atorar con mi propia saliva, trato de disimular fingiendo una tos, ¡¡Pero qué chica más atrevida esta!! Ella levanta la mano como si estuviera en la escuela, sé que quiere hablar, le digo que se exprese.
—Esta ropa es prestada, no me dejaban entrar en Jean, no se vaya a formar una mala idea.
—¿Por qué te preocupa lo que yo piense?
—No voy a tener sexo con usted.
—Quien hablo de sexo, o es por eso que te vestiste así. Tienes en mente algún amo de aquí que querías que te follara.
—No, claro que no, aquí no conozco a nadie.
—Bueno, eso espero porque desde hoy eres exclusivamente mía.