ROCO

1814 Words
-       Ya sé a quien pertenece el edificio que acaban de terminar frente a mi oficina y no lo vas a poder creer… - levanté la ceja con aire de superioridad por tener esa información confidencial.   Ese edificio había causado revuelo en la ciudad, durante la construcción mantuvieron en total secreto a quién pertenecía y por lo tanto, lo único que se logró fue volverlo más popular. Aparte de lucir imponente era de los pocos que tenían helipuerto así que los rumores y teorías no se hicieron esperar.   -       ROCO – Mi amigo me respondió como si fuera lo más obvio del mundo mientras giraba los ojos. -       ¿Cómo lo sabes? – Abrí los ojos como platos y fruncí el ceño con genuina curiosidad – No me digas que tu vas a hacer algo de la escenografía para la fiesta de inauguración y no me habías contado, por que te mato Mario ¡Te juro que te mato!   Abel llegó con nuestras bebidas y los edamames y nos preguntó si estábamos listos para ordenar. Yo pedí un tepanyaki vegetariano por que es lo único que se me ocurrió y en ese preciso momento lo que más me interesaba era que mi amigo me dijera como se había enterado de lo del corporativo de ROCO, realmente no podía creer que él lo supiera, él a diferencia de mi, odiaba la farándula y andar investigando ese tipo de eventos. Mario sabía que la duda me carcomía y para alargar mi espera se tomó varios minutos viendo la carta, como si no nos la supiéramos de memoria pensé y abrí la boca sorprendida cuando todavía tuvo el descaro de preguntarle al mesero por la recomendación del chef…. Juré que si se tardaba 10 segundos más lo mataría, aunque bueno matarlo no era una buena idea porque entonces no me revelaría como es que supo lo de ROCO antes que yo. Por fin se decidió y ordenó  unos makis de ánguila.   -       Tranquila Val, solo lo sé porque invitaron a mis papás a la fiesta de inauguración. -       ¡Claro! Era obvio que tus papás estarían considerados, no puedo creer que no se me ocurrió antes, te hubiera mandado de espía… que envidia… me muero de ganas por ver como les quedará esa inauguración, yo tenía unas buenas ideas pero parece que aún no llega mi momento de organizar algo de ese tipo. -       ¿De verdad quieres ir? - Me preguntó como si no entendiera por que ese evento causaba tanto alboroto en mi. -       Daría mi brazo derecho por estar ahí, ¿Todavía te quedan dudas?– Tomé un edamame y lo bañé en la salsa de soya con los chiles toreados. -       Entonces preciosa es tu día de suerte, a mis papás les dieron 2 entradas extra y no sé… tal vez quisieras ser mi acompañante – Arqueó una ceja y me sonrió seductoramente mostrando todos sus blancos dientes. -       ¿En serio? Wow mil gracias amigo por supuesto que vamos a ir – levanté los brazos en señal de triunfo al mismo tiempo que Abel llegó con nuestros platillos, eso evitó que me parara a abrazarlo, me reí y le mandé muchos besos desde mi silla - estaré más que lista, en serio mil gracias Mario te juro que muero de ganas por ir- tomé su mano y la apreté mientras le decía esta última frase. -       Oye y ¿crees que venga Rodrigo a la fiesta? – Quizá mi pregunta sonó más chismosa de lo que hubiera querido.   Rodrigo es el dueño de ROCO (Rodrigo Corporation) si así de ególatra es. Es imposible no conocerlo cuando el muy popular sale en absolutamente TODAS las revistas y programas de sociales del país, es el soltero más cotizado y siempre es fotografiado con una súper modelo a su lado, por lo general se trata de su novia en turno. Tiene fama de ser un mujeriego, todas ellas han buscado casarse con él y en las entrevistas afirman que hay planes de boda, sin embargo jamás hemos visto un rocón en el dedo anular de alguna de las susodichas. Él es muy famoso en el país pero realmente nunca ha estado mucho tiempo aquí, su emporio esta creciendo en el extranjero y es común leer notas de él en cualquier parte del mundo, en esta ocasión es diferente, todo parece indicar que está saliendo con una actriz protagonista de una serie que se grabará en México y esa es la razón por la que se le ha visto más en estas tierras.   -       No creo – su voz era reflexiva como si analizara la posibilidad de que él viniera a esta pequeña ciudad, pero de inmediato hizo una afirmación que me ruborizó – no me digas que eres de su club de fans - soltó una carcajada y yo le aventé una servilleta como respuesta.   No es que yo fuera propiamente su fan pero el hombre me parecía guapísimo como si estuviera hecho a mano cumpliendo todas las características con las que yo hubiera podido soñar, no me representaría ningún problema si me tuviera que perder un fin de semana con él, mientras pensaba todo esto sonreí en mis adentros.   Esa semana estuvo súper ajetreada y casi sin darme cuenta llegó el viernes, solo trabajé medio día porque quería darme el tiempo suficiente para ponerme guapa, no tenía la menor idea de quién sería el representante de ROCO esa noche, pero quería conocerlo y mi meta era sacar una cita para llevar las relaciones públicas aunque fuera de la más pequeña de sus empresas, crucé los dedos y cerré los ojos al pensar en ello.   Llegué temprano a mi departamento y el recuerdo del día que me mudé llegó a mi mente, después de la muerte de mis papás no quise seguir viviendo en la casa donde vivía con ellos, me dolía demasiado, siempre fue una casa cotizada por su ubicación así que en cuanto la puse a la venta me llovieron las ofertas para convertirla en una guardería, una clínica holística o para ser la sede de la embajada de Korea ya que cada vez más koreanos llegaban a la ciudad, demasiadas empresas de ese país se estaban instalando aquí, nuestra ubicación geográfica les facilitaba mucho los temas de logística.   Cuando por fin vendí la casa, me incliné por este departamento ubicado en una de las torres más exclusivas de la zona. Independientemente de sus amenidades de lujo, contaban con filtros de seguridad muy estrictos que me brindaron la paz que yo necesité en el momento que me tuve que independizar. Tener el gimnasio y el spa en el mismo lugar donde vivía me resultaba muy cómodo y justificaba la cantidad de dinero que había pagado por ello.   Otra parte de la herencia la invertí en la compra de bodegas, me daban buenos rendimientos mensuales y logré hacer un contrato de renta, con una de las empresas koreanas que habían sido de las primeras en llegar a la ciudad.   Se abrió el elevador y ya estaba frente a la puerta de mi hogar, me daba felicidad llegar allí cada día; dejé mi bolsa en el perchero y puse las llaves sobre una charola que estaba junto a uno de los floreros favoritos de mi mamá, ese florero siempre tenía rosas rosas que eran sus preferidas, en esa mesa también había una foto donde salíamos mis papás y yo abrazados, era de nuestro último viaje a Aspen estábamos riéndonos con ganas y me gustaba recordar lo felices que fuimos cuando vivíamos los 3 juntos. Me di un vistazo rápido en el espejo que estaba sobre la credenza y fui directo a mi alcoba. En un principio el depa tenía 4 habitaciones y un pequeño cuarto de servicio, consideré que 3 recámaras eran más que suficientes, así que en la remodelación, la alcoba principal la hice al unir dos de las habitaciones y ese movimiento me permitió tener un vestidor de ensueño donde cupo sin problemas todo mi guardarropa y el baño quedó con el espacio suficiente para meter la tina vintage con la que siempre había fantaseado.   Me puse una mascarilla, unos parches para desinflamar mis ojos y tomé  un poco de sales de lavanda que vacié en la tina con agua caliente, necesitaba relajarme para llegar al 100 a la fiesta a la que asistiría en la noche, uno nunca sabe a quien se podía encontrar en esos eventos.   Que sensación más deliciosa tuve al terminar mi baño, puse una toalla sobre mi cuerpo y otra en mi cabeza y me dirigí al vestidor, no sabía que ponerme por una extraña razón me sentía muy ansiosa… me quería ver muy guapa pero sin lucir desesperada, no quería ir con el típico vestido n***o y pasar desapercibida pero usar uno rojo me parecía too much.   Una semana atrás había ido a la playa a celebrar la despedida de soltera de una de mis mejores amigas, me vi en el espejo y comprobé que mi bronceado seguía intacto, así que me incliné por colores en tono pastel que resaltarían mi tono de piel. Puse sobre la cama uno color lavanda era un vestido de seda con una caída divina tenía unos tirantes muy delgados, el vestido no era ajustado pero por la caída de la tela resaltaba todas mis curvas y sinceramente se me veía más que bien, esas clases de pilates si que estaban dando resultados. Agregué un delicado cinturón para remarcar mi cintura, ese era uno de mis principales atributos porque destacaba perfecto mi figura de reloj de arena, volteé a ver mis zapatos y escogí unos exquisitos Jimmy Choo color nude.   Me peiné con unas ondas despeinadas que daban la apariencia del pelo de loca que tan de moda puso Kate Moss en los 90’s, me maquillé en tonos neutros y me veía muy natural pero había considerado iluminador, delineador, sombras, labial y gloss. Decidí no llevar collar pero me puse unos aretes grandes, como los que usaban las ricas de las novelas, el toque final fue un poco de mi perfume Channel; en ese momento recibí la notificación por parte de la empresa de seguridad donde me avisaban que Mario había llegado y bajé a su encuentro.   Ver su cara me dio la confianza que necesitaba para confirmar que me veía bien.   -       ¡Estás on fire Val!-  Me dijo mientras caballerosamente abría la puerta del copiloto. -       Lo mismo digo – Guiñé un ojo y me subí a su coche.   El también se veía guapísimo, su cara de niño bueno era irresistible venía enfundado en un traje a la medida, no era musculoso pero tenía un cuerpo perfectamente trabajado; el color azul marino siempre le había quedado bien y por una extraña razón era el que mejor combinaba con sus ojos cafés…  así como con su rubia barba y cabellera.
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