Virginia asintió rápidamente, incapaz de contener el temblor que sacudía su cuerpo ante la cercanía abrumadora de aquel hombre.
—Si, no hay que molestarla mucho —logró articular, humedeciéndose los labios inconscientemente.
Una sonrisa maliciosa curvó las comisuras de Elian al notar el gesto involuntario.
«Mmm, ya quiero verte en ese traje de baño de dos piezas amarillo que elegiste» —recordó vorazmente.
Una hora más tarde…
La pareja aterrizaba en el ardiente Miami y al bajarse del avión, el experimentado Elian tomó posesivamente la mano de Virginia entre las suyas, entrelazando sus dedos con prudencia. Sobresaltada por el contacto íntimo, la joven lo miró con interrogación velada.
—Lo siento, te ves muy bonita. Quiero... fingir que soy tu novio para que los depredadores no te mol
