Mientras nos movemos con ritmo frenético, nuestras miradas se encuentran y se mantienen fijas, intensas, capturándonos el uno al otro en un abismo de deseo. Nuestros jadeos se entren mezclan con el aliento de cada uno. Él me tiene aprisionada con sus manos debajo de mi cabeza mientras me mira aquí haciendo el amor. Es como si mi Stavros, no quisiera dejar escapar ni un solo momento de esta conexión intensa que tenemos los dos. Cada embestida que él me regala es una descarga eléctrica de placer que me envuelve y me hace perder la noción del tiempo.
Mis manos se deslizan por su piel, por su gran espalda, me encanta tocarla, es tan suave y grandota. Luego, mientras toco esta espalda llego a sus poderosas nalgas, creo que son más grandes que la mías, tiene trasero de beisbolista, y las apriet
