Capítulo 1

4720 Words
Diez años después  Estaba enferma de estar aquí, con tanta gente rica y pretenciosa. Si no fuera porque mi mejor amiga estaba aquí conmigo, me habría ido corriendo hacia otro lugar. No era el tipo de fiestas que me gustaban, de hecho, los invitados no eran el tipo de gente que me gustaba. Todos ellos eran ricos, populares, superficiales e hipócritas. Ninguno me agradaba, y yo tampoco les agradaba a ellos.  Terminé la cerveza que tenía en mis manos y miré al rededor, ignorando las miradas que las niñas ricas me estaban dando. No pertenecía a este lugar, y eso se notaba. Las chicas de aquí eran rubias, menudas y plástica, lo que definitivamente no concordaba conmigo. Yo era más alta que la mayoría, tenía el cabello teñido de un n***o azulado y seguro como el infierno que nada en mí estaba operado.  Mi mejor amiga, por supuesto, si encajaba con la descripción de chica popular. Por esa razón estaba aquí. A Em la habían invitado a esta fiesta por el inicio del año escolar, y como su mejor amiga, me pidió que la acompañara. No porque fuera a pasar la noche sola, Emily tenía muchos amigos por el lugar, sino porque pensaba que podría llegar agradarme algunas personas de aquí.  Estaba equivocada.  Tomé otra cerveza de la cocina, lo único bueno del lugar. Estaba aburriéndome como el infierno, y necesitaba fumarme un cigarrillo de inmediato. Cualquier otra persona aprovecharía que estaba en una de las fiestas más exclusivas de la ciudad y trataría de hacer amigos y ligar con alguien, pero yo no, lo único que quería ahora era irme hasta mi casa y revisar que Kaden estuviese durmiendo.  Mientras tomaba mi cerveza, observé como los hombres revoloteaban cerca de las chicas, y como ellas parecían estar emocionadas y felices por la atención. Algunas me dedicaron miradas desagradables, pero ninguna se acercó a mí, les daba demasiado miedo. Tenía fama de peleadora y puta.  Había ganado la reputación de peleadora cuando en tercer año le rompí la nariz a un jugador de intentó manosearme, y cuando le di una bofetada a la mejor amiga de la capitana de animadoras por querer burlarse de mí. No me molestaba pelear, lo había estado haciendo durante toda mi vida. Cuando tienes una madre a la que le gustaba meterse con hombre ajenos, pero no le gusta responder por sus actos, aprendes a defenderte. Y para nadie era un secreto que me gustaba acostarme con los hombres para luego desecharlos al día siguiente, sin importar quienes eran.  Yo era lo que las mujeres odiaban de los hombres.  Cuando volví a la sala, me encontré con mi mejor amiga sentada en el enorme y costoso sofá. Estábamos en una mansión, y aunque odiara admitirlo, era hermoso. También estaba lleno, a pesar de que el lugar era muy grande, también estaba mucha gente de universidades locales y populares de instituto. No tenía idea de quién era el dueño de la casa, pero seguramente debía ser uno de los jugadores del instituto.  Emily me dio una sonrisa brillante, casi demasiado brillante para mi gusto. Antes de que pudiera devolverle la sonrisa, ella giró su rostro hacia la derecha, y le sonrió a alguien más. Miré a donde estaba mirando y me encontré con un desagradable, pero hermoso chico que le hablaba en el oído. Lo reconocí como Justin Anderson, el segundo mejor jugador de fútbol del instituto, y uno de los chicos más populares.  Ella le dijo algo de vuelta, y antes de que pudiera parpadear, se estaban besando. Eso no me gustaba, de hecho, odiaba aquello. Mi mejor amiga no merecía salir con un chico que se había acostado con la mitad del instituto, y eso sólo porque la otra mitad eran chicas nerd que él consideraba eran demasiado feas. No lo había admitido directamente, pero eso era lo que pensaban los hombres como él.  A veces me preguntaba por qué Emily y yo éramos tan amigas. Ella era menuda, rubia, con ojos azules; dulce y suave. Podía hablar con todo el mundo durante horas y nunca aburrirse, también era un poco ingenua y generosa, todo lo diferente a mí. No era menuda, tampoco suave, y mucho menos rubia. Y con la única persona que era amable o dulce, era con Kaden. Nadie más. Sin embargo, ella lograba calmarme cuando estaba demasiado alterada. Em tenía una especie de don tranquilizador, y había evitado muchas veces que golpeara a los idiotas que tenía por compañeros en el instituto.  Caminé hacia donde ellos estaban, sin importarme las miradas de las personas. Cuando llegué hasta donde ellos, tomé a Emily del brazo y la obligué a que despegara sus labios del imbécil chico lindo. Ella lució aturdida, antes de darse cuenta que era yo. No importaba lo muy perra que pudiera ser, mi mejor amiga siempre luchaba contra ello, simplemente no le importaba, me quería de igual forma. —¿Qué estás haciendo? —preguntó suavemente, sus mejillas tintadas en rojo. ¡Dios! Incluso estaba sonrojada después de ese beso. —Sacándote de aquí —le dije suavemente, pero había hielo en mi voz.  Ella abrió la boca para responder, pero yo ya estaba llevándomela lejos del chico popular. No era que tuviera nada contra ellos. Puff. Mentía. Sí, los odiaba a todos y cada uno de los jugadores. No tenía ni idea de cuando fue que nuestro odio mutuo comenzó, pero probablemente fue desde el momento en qué comencé a estudiar en el instituto. Yo no era una persona amable, y ellos odiaban eso.  Esquivé a las personas y fue directamente hacia el baño de la sala principal. Encontré a dos chicas besándose como dementes, pero apenas me vieron, dejaron de hacer lo que estaban haciendo y salieron sin decir una palabra. Eso me gustaba, la gente me tenía miedo, y eso hacía mi vida más fácil. Cuando entramos, cerré la puerta desde adentro. No quería ser interrumpida por calientes chicos. —¿Se puede saber qué demonios fue eso? —preguntó Em.  Cuando la miré, me di cuenta de que estaba muy exaltada. Estaba respirando fuerte, y sus ojos parecían querer salir de su cuerpo. Ella nunca había reaccionado de esa forma, siempre era suave y tranquila, incluso cuando yo la sacaba de quicio. ¿Por qué ahora parecía como si quisiera darme un puñetazo en la cara? ¿no podía ser qué de verdad le gustaba Justin? ¿o sí? —¡No puede ser! —exclamé sorprendida—. ¿En serio te gusta ese imbécil de cabello bonito? Ella parpadeo, viéndose aún más molesta. —¡Claro que me gusta! Si no, no hubiese estado besándolo —bufó una maldición. Em nunca maldecía. — No sé qué sucede contigo Ellie, me sacaste de allí como si fuera una mocosa ¿ahora qué estará pensando él? —Pensé que sólo lo besabas porque estabas demasiado borracha —dije defendiéndome—. No sabía que te gustaba de esa forma ¡es un idiota!  Habíamos tenido esta conversación muchas veces. Todos los jugadores de fútbol estuvieron persiguiendo a Em durante un tiempo, y ella se vio interesado en algunos de ellos. Aunque siempre lograba convencerla de que no se metieron con ninguno de esos imbéciles, ellos solo la harían sufrir. Siempre la había convencido, hasta ahora. Parecía que Justin Anderson había robado el corazón de mi mejor amiga.  Y lo odiaba. —No es un idiota, y tampoco estoy borracha —ella sonrió—. ¿Sabes? Incluso se aseguró de que no estuviera demasiado borracha para besarlo, dijo que no quería que mañana me sintiera como si me hubiese violado. ¿Eso es dulce no crees? —Por supuesto, es tan dulce como su maldita lista de chicas con quienes se ha acostado este mes. ¡Te hará daño! —Está bien Ellie, no me va a hacer daño. Y él en serio me gusta mucho, creo que incluso podríamos comenzar a tener una relación.  La miré sorprendida. Estaba a punto de decirle que estaba cometiendo un horrible error, cuando noté como sus ojos brillaban en felicidad. Ella estaba contenta, y no era por el alcohol. Simplemente no tenía el valor de decirle que no saliera con el chico, aunque sabía que la iba hacer sufrir, no podía desilusionarla de esa forma. Era mi mejor amiga, y la amaba. Probablemente fuera la segunda persona que amaba en mi vida, no iba hacerle daño.  La apoyaría, y cuando el idiota de Justin le hiciera daño, entonces estaría allí para consolarla también, como ella me había consolado a mi durante mucho tiempo. Emily y yo nos conocimos hace cuatro años, cuando yo estaba apenas comenzando el instituto. Ella me encontró llorando en el parque, ya estaba oscuro, pero a mí no me importaba. Había estado llorando porque mi madre me había dado la noticia de que estaba embarazada, y yo no quería que otro ser viniera al mundo y pasara por lo que yo había estado pasando.  Ella me había reconocido de la clase de español y vino hasta mí. Me aconsejó sobre lo bueno de tener un hermanito, me dijo que tenía que cuidarlo y protegerlo incluso de mi propia madre. Limpió mis lágrimas ese día, y desde entonces, lo ha hecho durante todos estos años. No es como si me hubiese vuelto a ver llorar, nadie lo había hecho hasta ahora, pero me había apoyado de otras formas. Yo tenía que hacer lo mismo, después de todo, era buena en eso. —No creo que eso funcioné —dije con sinceridad—, pero está bien, si es lo que tú quieres. Puedes ir y revolcarte con ese idiota, espero que al menos sepa follar.  Ella dio un chillido emocionada antes de darme un abrazo. Intenté soltarme, pero ella no me dejó. Yo mayormente fingía que sus abrazos no me gustaban, pero en realidad, los amaba. Me hacían sentir cálida y querida, y aunque odiara admitirlo, a veces también los necesitaba. No me gustaba demostrar cariño, pero Em era una persona especial en mi vida.  Cuando me soltó, se miró en el espejo durante varios segundos y arregló su rubio cabello. Lo tenía en ondas salvajes, y en conjunto con sus brillantes y grandes ojos azules de bebé, parecía una muñeca de porcelana. Era hermosa. —Iré de nuevo hasta mi chico antes de que alguna de las animadoras decida robármelo —dijo sonriendo—. Nos vemos más tarde cariño. —Adiós —dije secamente.  Cuando la puerta del baño se cerró de nuevo, me quedé mirándome en el espejo. Mis ojos grises estaban muy abiertos, y mi piel pálida por la falta de maquillaje. No me gustaba usarlo a menos que fuera para algo especial, y yo nunca iba a eventos especiales. Eso se lo dejaba a Emily.  Lavé mi cara con agua fría y traté de peinar mi enredado cabello n***o. Lo había pintado por primera vez hacía cuatro años, y lo había estado haciendo todos los meses hasta la fecha. Era un n***o azulado que resaltaba mis ojos y le daba una especie de luz a mi piel. Em decía que resaltaba de esa forma, aunque cuando lo teñí la primera vez, no lo había hecho con esa intención.  Me di una última mirada en el espejo antes de salir de la habitación del baño. La música en el lugar seguía sonando fuerte, pero ya estaba acostumbrada a ello. Miré el sofá donde Emily había estado hacía unos minutos, y la encontré besuqueándose con Justin, como si no hubiese nadie más a su alrededor. Al menos esperaba que el chico besara bien.  Tenía que irme, ahora que Emily se quedaría con el chico popular no había razón para permanecer en la fiesta. Había llenado mi cuota de populares esta noche. Aunque yo también era popular, pero por razones muy distintas.  Al salir, ignoré a Em y a Justin besándose en el sofá de nuevo. Pasé de largo hasta la entrada principal de la mansión, sin detenerme en ningún lugar. La mirada de todos estaba en mí, y casi podía ver la sonrisa de alivio y tranquilidad que tenían después de que me marchaba de algún lugar. Ellos sentían que yo era una amenaza, y odiaban que Emily y yo fuéramos tan unidas, mejor dicho, odiaban que me invitara a los lugares al que iba.  La calle estaba despejada, lo que me dejaba un poco más aliviada. No tenía un coche para irme, por lo que tenía que caminar hasta tomar el bus, si es que trabaja hasta tan tarde. De lo contrario, tendría que caminar hasta mi casa, lo que me dejaba a una buena media hora de comino. Mayormente Emily era la que me llevaba a casa todos los días, pero ella estaba muy entretenida con su nuevo ligue, y no quería interrumpirla.  Además, estaba acostumbrada a caminar por las noches. Desde que tenía diez años lo hacía, cuando no quería quedarme en casa y escuchar la estridente música de mi madre y sus amigos. Vagaba por la noche hasta que estaba tan cansada, que al llegar a casa lo único que podía hacer era dormir. En esos momentos la música pasaba a un segundo plano, ya no importa el volumen.  También tenía un aerosol de pimienta en mi bolsillo trasero, uno que mantenía conmigo siempre. Era buena peleando, pero no estaba completamente segura con mis manos. Si algo llegaba a pasarme, al menos estaría segura de cegarlos y hacerlos pasar un mal rato.  Me quedé afuera, mirando la fuente enorme que había. Era la de un Ángel con una flecha, que podía ser cupido u otra cosa. Era bonita, pero demasiado ostentosa, estaba segura de que costaba más que toda mi casa. Mi madre hubiera enloquecido con una fuente así, seguramente se montaría sobre ella estando borracha. Casi reí, podía verla fácilmente haciendo eso.  Comencé a caminar en la calle oscura, admirando las casas de al rededor. Eran tan diferentes a mi barrio, en donde la casa más bonita era una de dos pisos con la pintura vieja y sucia. Yo vivía en una mucho menos bonita, con tres habitaciones y tres cuartos de baño. Había vivido en la misma casa desde que tenía memoria, así que no podía hablar sobre ello.  Estaba tan metida en mis asuntos, que no vi el auto lujoso que venía directamente hacía mí. No tenía ni una puta idea de porqué las luces estaban apagadas, ni de porqué venía a tanta velocidad, como si estuviera en una maldita carretera. Lo único que vi fue que era un Audi n***o, con vidrios tintados.  Me quedé de pie en medio de la calle, esperando a que retrocediera, pero no lo hizo. Para cuando me di cuenta de que tenía que moverme o me chocaría, ya era demasiado tarde. Me lancé hacia la esquina, tratando de esquivar al jodido coche y que siguiera su camino, pero el tipo planeaba estacionarse frente a la casa también. Apostaba a que era un invitado borracho que venía de otra fiesta.  Para no chocar contra mí, el tipo hizo un giro hacia la izquierda, haciendo que las ruedas rechinaran contra el asfalto. Las personas que estaban en la puerta fuera de la mansión se quedaron mirando como el conductor del auto lujoso perdía el control y se estrellaba contra un poste de luz que estaba encima de la acerca. Mi boca se abrió en asombro, y escuché jadeos provenientes de los demás invitados.  El sonido de escuchó por todo el lugar, como si dos gandolas hubieran chocado. El poste de luz se balanceó, y cuando pensé que caería encima del auto, se quedó en su lugar, sin moverse más. También escuché vidrio romperse, y vi humo saliendo del capó de la camioneta. j***r, si el tipo no salí rápido de allí, podría quemarse también.  Pero entonces, antes de que alguien pudiera hacer algo, la puerta del piloto del auto se abrió de golpe. Mi boca se abrió también cuando vi quien salía de ella, y que tonta de mí por no haber reconocido el auto. Aunque a mi favor, yo no lo miraba demasiado, y las pocas veces que lo hacía, sólo era para darme cuenta de lo poco interesante y superficial que era.  Mi peor pesadilla dirigió su mirada hacia mí, como si yo fuera la peor rata que había en el mundo. No me sorprendía, yo mayormente lo miraba de la misma forma, como si nada peor pudiera existir. Y es que, prefería dormir con ratas en una habitación de cuatro paredes, que dormir con Adam Parker.  La música se detuvo de pronto, y más gente salió para ver lo que había pasado. No vi a mi mejor amiga ni a Justin afuera, por lo que debían estar demasiado concentrados besándose o haciendo al más como para darse cuenta de lo que pasaba afuera. No estaba asustada, aunque debería. Todas las personas aquí estaban en mi contra, ellos no dudarían en lanzarse sobre mí y atacarme como habían soñado hacer desde hacía años. —¡Tú perra! —gritó Adam viniendo rápido hacia mí. Había una mirada de ira en sus ojos, una que no le dedicaba a nadie más que a mí. — ¿Acaso no ves por donde caminas?  Estaba borracho, podía verlo. Yo probablemente era la persona que mejor sabía identificar a un borracho en el mundo, sin ninguna prueba de toxicología. Y Adam lo estaba, lo que ya era como una costumbre viniendo de él. No había sábado en que no se emborracha ni se acostara con una puta, ya había dejado claro que era un mujeriego borracho. —¡No tengo la culpa de que no sepas manejar, imbécil! —grité de vuelta, sin acobardarme. —¿Qué no sé manejar? —preguntó apuntándose a sí misma con su dedo índice— Tú eres una jodida ciega, no trates de culparme. ¡Mira lo que le hiciste a mi auto! —¡No fui yo quien se estrelló contra el poste!  Adam bufó, viéndose enojado. Lo que más le molestaba, era el hecho de que yo no me acobardaba como los demás ante su presencia. Él era el mariscal del equipo de fútbol, era el chico más envidiado y popular de todo el instituto, y podía conseguir lo que quisiera. También era rico, y por lo que sabía, tenía mucho control sobre la ciudad. Nadie le reprochaba nada, era dueño del lugar al que iba, y todos acataban sus órdenes como ovejas sin decir ni una palabra. Menos yo, por supuesto.  No tenía nada que perder contra él, porque no tenía nada. Ese era mi mejor defensa, y él lo sabía también, probablemente todo el instituto lo supiera, por la forma en la que parecían tan fascinados con nuestras peleas. Habíamos tenido un par de ellas antes, por cosas tontas y banales, pero nada como esto. Y es que, no puedes quitarle algo a una chica que no tiene nada. —¡No me hubiese estrellado contra un poste si no te habrías metido en medio de la carretera! —gritó de vuelta, llamando la atención de más personas.  En medio de todo el griterío, vi a mi amiga y a Justin salir de la casa y venir hacia nosotros. Emily ya no estaba sonrojada, y ahora tenía una expresión de preocupación en sus ojos. Ella temía por mí, porque sabía que en cualquier momento podía perder el control y lanzarle un puñetazo al niño bonito y borracho que discutía conmigo y me gritaba como si fuera su jodida mascota. ¡j***r! Odiaba a los ricos.  Ella se colocó a mi lado, y Justin lo hizo al lado de Adam, tratando de detenerlo de venir hacia mí. No estaba preocupada de que intentara golpearme, me sabía defender. Y, además, el niño rico no ensuciaría su reputación golpeando a una chica delante de todos sus amigos y compañeros de instituto, aunque dicha chica fuera yo, la pesadilla de todos. —¿Qué sucede? ¡cálmate viejo! —le dijo Justin, tratando de detenerlo. —¡Ésta idiota se metió en medio del camino y tuve que chocar para no matarla! —exclamó, explicándole a su amigo. —¡No habría pasado todo aquello si hubieras encendido tus luces! —farfullé, sintiendo a Em conmigo. — Además, estás ebrio, ni siquiera sabes conducir estando sobrio, mucho menos ahora.  Él bufó de nuevo. — Es gracioso que tú intentes darme clases de manejo, cuando ni siquiera tienes tu propio maldito auto. —¡Basta! —se metió mi mejor amiga, tratando de que nos calmáramos. — Adam, ella no se interpuso a propósito, y deberías aceptar que estás un poco borracho para manejar. Sólo fue un error.  Adam le frunció el ceño. — ¿Quién demonios eres tú y por qué te estás metiendo en esta discusión? —Es mi novia —dijo Justin, mirándolo con seriedad.  Adam se quedó en silencio, mirando a Emily de nuevo, esta vez, sin el ceño fruncido. El que fuera novia de su mejor amigo le daba un lugar especial, todos lo sabíamos, incluso los chismosos que estaban mirándonos con atención, quienes habían jadeado ante las palabras de Justin. Incluso yo me había sorprendido, él no era la clase de chico que tenía novias, todos los sabíamos. Justin era de tomar y botar, utilizaba a las chicas y al igual que su mejor amigo, las desechaba cuando ya no querían meter su pene en su v****a.  Em era hermosa, inteligente y muy buena persona, pero seguía sin entender qué había hecho que había logrado obtener un título en sólo una noche. A través de los años había visto como las más bonitas animadoras y chicas populares trataron de tomar a Justin como suyo, hacerlo darles el título de novia y tener control sobre él, pero nadie nunca lo había logrado, hasta ahora. j***r, Em había logrado lo imposible, y no podía evitar sentirme un poco feliz con ella, aunque seguía pensando que terminaría mal. —Creo que lo mejor es que nos vayamos —propuso Em, notando la tensión en el aire. —Es lo mejor —estuvo de acuerdo Justin.  Pero Adam me dio una mirada intensa, una que decía que no dejaría las cosas hasta allí. —Sino fuera por el hecho de que sé que no tienes dinero, ni si quiera para pagar un maldito auto usado, te cobraría por los daños. —Me dio una sonrisa sin humor. — Considéralo mi obra de caridad del día.  Pasó junto a mí, creyendo un jodido rey del mundo. Adam se creía intocable, y en cierta forma, lo era. Su padre tenía tanto dinero como para adueñarse de toda la ciudad, y no ayudaba el hecho de que él lo supiera tan malditamente bien. Nadie se metía en su camino, porque con sólo una llamada podía desaparecer a quien quisiera. No en el sentido literal, pero había escuchado sobre una vez que hizo que un chico que se metió en su camino se fuera Alaska con su familia.  Pero yo no era ese chico, a mí no me podía asustar y pensar que correría como un corderito. Desde que era pequeña tuve que aprender a defenderme de hombres como él, así que no me asustaba su actitud, ni siquiera un poco. En cambio, me molestaba cada vez más, yo no había tenido la culpa de su accidente, y sin embargo, todos lo de la fiesta le daban la razón solamente porque era Adam Parker, el niño bonito y rico de la ciudad de Richmond. —Vete al infierno imbécil —le grité, cuando ya estaba de camino hacia la puerta principal de la casa. La gente se quedó en silencio, y los chicos dejaron de darle palmadas y saludos para mirarme a mí ahora, como si yo estuviera loca.  Cuando Adam se giró, tenía una sonrisa en la cara. — No quiero encontrarme contigo allá.  Se dio la vuelta y se metió en la casa. Justin se despidió de mi mejor amiga con un suave y dulce beso en los labios, antes de seguir a su amigo dentro de la casa. Ni siquiera intentó despedirse de mí, sabiendo con inteligencia que no le devolvería el saludo. Podía ser el novio de Em, pero eso no quería decir que me agradaba, ninguno de los populares lo hacía.  Emily me dio una mirada sería, estaba molesta conmigo. Quería gritar, decirle que no había sido mi jodida culpa, y que Adam estaba demasiado borracho como para darse cuenta de lo idiota que era. Pero eso no funcionaria, y no tenía ganas de explicarme, de todas formas, no era como si importara. Ella no era mi madre, aunque actuara mejor que la mía. No tenía que rendirle cuentas a nadie. —Voy a buscar el auto —murmuró, ignorando las miradas que algunas chicas seguían manteniendo en ella, ahora que era la novia de Justin Anderson, su popularidad creció tres escalones, hasta la cima.  Ignoré las miradas de los demás en mí, y miré el coche estrellado de Adam. Seguía echando humo, así que él tuvo que haber entrado a la casa para llamar a alguien. Repararlo le costaría una fortuna, y si no fuera porque lo odiaba, y porque sabía que era rico, me hubiera sentido mal. Pero no, estaba feliz de tener que hacerlo pasar un mal rato, como él me lo había hecho pasar a mí.  Adam y yo nos conocimos hace cuatro años, cuando ambos entramos a a estudiar en el instituto, fue un poco antes de que conociera a Em. Nos odiamos desde el primer momento en que nos vimos, fue odio a primera vista. Él venía caminando en mi dirección, yo no estaba viendo porque estaba demasiado concentrada mirando mi horario, cuando chocamos. Al principio, su belleza me impactó, dentro de mí dije que era el hombre más hermoso que había visto en mi vida, pero entonces abrió la boca, y supe que lo odiaría.  Me dijo que era una lenta, que tenía que mirar por donde pasaba. La gente alrededor nos miró, y cuando comenzaron a reírse, supe que tenía que responder si no quería terminar siendo una de esas chicas acosadas por los populares en la escuela. Ya había sido una en la escuela, y tenía que cambiar, tenía que demostrarle que no tenía miedo de ellos.  Así fue cuando nuestro odio creció, en el momento en que le dije que podía irse al infierno, que el ciego era él. Esa fue la primera vez que peleamos, y casi logramos una detención por ello. Desde ese momento, nos dedicamos a ignorarnos, y cada vez que él venia por el pasillo, yo cambiaba de dirección o entraba en alguna clase simplemente para no tener que tropezarme con él. Lo odiaba, de la misma intensa manera en que el me odiaba a mí.  La segunda vez que peleamos fue algo similar, sólo que no nos tropezamos, si no que terminamos metidos en una guerra de comida. Ambos obtuvimos una detención, y de nuevo, discutimos hasta que no hubo nadie que tuviera el valor de hacernos callar. Esas dos peleas quedaron para la historia, yo era la chica que había desafiado al intocable del instituto, no sólo una vez, sino dos. Y por eso, era merecedora del trono de Perra. No me molestaba, al contrario, me encantaba saber que no les agradaba, que no formaba parte de su estúpido circulo social.  Por eso sentía tristeza por cualquier chica inocente que se enamorara de él. Por más que les advertían que no las amaría, que Adam Parker no se enamoraba de las chicas, ellas terminaban cayendo y pensando que sería diferente, que ellas eran especiales y que podrían enamorarlo. Al final del mes, ellas quedaban con el corazón roto, y Adam agregaba un nombre más a su colección de mujeres que han pasado por su cama. Era asqueroso, y lo odiaba.  Aunque nunca lo había admitido en voz alta, ni siquiera a Em, casi podía entender por qué las chicas se enamoraban de Adam. Él era hermoso, tenía el cabello rubio oscuro, casi castaño. Sus ojos eran verdes, tan claros que llegaban a parecer grises cuando les daba el sol. Su piel era blanca y cremosa, pero como jugador de fútbol pasaba mucho tiempo bajo el sol, y mayormente estaba bronceado. Su cuerpo también era perfecto, el mejor que había visto para un chico de tan sólo diecisiete años. Era musculoso y grande, fuerte y ágil.  No era que pasara mucho tiempo mirándolo, pero no podía evitarlo cuando Emily me obligaba a ir a uno de sus juegos. Y allí era cuando me daba cuenta de lo bonito que era, una belleza fresca y juvenil.  Era una lástima que lo que tenía por dentro, era todo menos bonito.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD