3- Jazmín

1900 Words
Pov: Lizandro Beltrán Me mira sorprendida por mi respuesta, observa la forma en que estoy sentado y voltea la mirada. — Dios, es usted tan vulgar, al menos siéntese bien, yo... ¿Acaso quiere que le pague con...? — ¡Ohh no! ¡Qué loquita imaginación, señorita! —ella se pone muy roja y se cubre los ojos con su mano, muy avergonzada. Ella es divertida—. A decir verdad, pensaba que me pagara con información o simplemente con su número, supongo que, ya que la ayudé, debo conocerla, hacernos... amigos. Entre amigos uno se ayuda, pero como nos salteamos la parte de la amistad y estamos en la ayuda, hay que arreglar eso —carraspea. — Por favor, póngase algo de ropa y... solo así hablaré con usted —ruedo los ojos y me levanto. — ¡Qué pesada! No dejas que esté cómodo... — ¡Qué raro concepto de comodidad tiene!, estar... así... sin ropa ¿No le da pena? — Creo que si fueras buena observadora, notarías que nada me da pena; le dije a tu ex novio o tu novio, quién sabe —«ojala sea ex»—, que lo invitaba a tener sexø, eso es la prueba de que nada me apena —tomo unos bóxer. Comienzo a vestirme sin contemplaciones, la vergüenza no es algo con lo que he nacido. Pienso que el cuerpo, la desnudez, es algo natural, no es como que me avergonzaría porque alguien me vea. Pero ella ni siquiera intenta verme, es una mujer bien rara, pero eso solo capta más mi atención, el hecho de que ella ni siquiera se interese por verme. ¡Jamás me pasó eso! Que alguien no deseara verme, que no se me insinuase. — Ya estoy vestido —ella se voltea, me mira y vuelve a voltearse. — ¡Aún está sin ropa! — No, tengo un bóxer puesto —reclamo. — Dios mío, esto es... —ella suspira—, creo que usted odia la ropa o algo por el estilo, no importa, no es nada del otro mundo, al menos se puso ropa interior —me siento en la cama y ella me mira dudosa. — Si quieres estar más cómoda, puedes quedar en igualdad de condiciones. — ¡Qué atrevido! — Es chiste, es chiste ¿O no? Vamos, ya no seas amargada —suspira y me mira a la cara. — Gracias de nuevo, puedo darte dinero si así lo deseas, yo... — ...Huías ¿Él es un loco o algo? Me gustaría saber, ¿de qué te salvé? —superpone su labio superior sobre el inferior. — Quisiera poder decir todo, pero la verdad, eres un desconocido. — Soy Lizandro, tú eres Jazmín, te ayudé y eso ya nos hace un poco más cercanos —me mira con desconfianza—. ¿Quieres que me ponga más ropa para hablar? —sonríe y asiente. Suspiro sonriendo con diversión y hago lo que ella desea, me pongo ropa, porque aunque es divertido como ella actúa incómoda y avergonzada, siento que ella necesita sentirse cómoda ahora. La forma aterrada en la que ella se comportó, casi entrando en pánico cuando golpearon la puerta, de verdad que ella estaba asustada. Me pregunto: ¿Qué habrá sucedido para que ella se pusiera así? Me pongo una camiseta y un jersey. — ¿Mejor? —ella escanea mi cuerpo por primera vez y asiente. — Mucho mejor, te ves bien, vestido —ruedo los ojos porque sí me veo bien, pero no es comparable en absoluto a como lo hago sin ropa. Señalo la cama. — Siéntate y cuéntame ¿Por qué tuve que espantar a ese hombre? —ella se sienta dudosa. — Porque no quería que me viera, que me llevara con él, solo es, no es algo tan... importante, solamente... — ¡Huyes y no es importante! ¿Es tu novio? — No... — ¿Tu ex? —duda en responder y asiente—, entiendo, hay muchos locos, procura elegir mejor, porque sino, un día terminarás en la habitación de un loco peor que tu ex. — ¿Peor que tú? Tienes muchas cosas extrañas —mira la mesita donde dejé el dildø—, te exhibes en paños menores y te insinúas con total descaro a una completa desconocida ¿Qué podría ser peor? —sonrío. — Un loco que quiera usar sus extrañas cosas contigo sin tu consentimiento. ¡Vamos, Jazmín! Hay gente peligrosa de verdad, no puedes entrar a la habitación de un extraño para escapar de un loco —mira sus manos. — No tenía otra opción, no iba a volver, que suerte que tú no eres tan loco —me carcajeo. — ¡Qué suerte! Incluso soy hasta amigable. ¿Lo dejaste y no quiso aceptarlo? —no responde—. ¿No contestarás? —me mira con desconfianza y su estómago gruñe. — ¡Lo siento! — ¿Cuánto tiempo llevas escapando de él y por qué lo hacías? — Solo... por favor, no hagas preguntas. Me ayudaste y lo agradezco, puedo darte dinero si lo quieres. — No quiero dinero, yo solo acepto dinero a cambio de sexø, así que si me das dinero, recibirás sexø, no que espante a tu ex. — ¡Sí eres un loco! —se levanta. — Bueno ya, haré una tregua, solo porque debes comer, tu estómago hizo ruido y como buen chef no puedo simplemente ignorar eso. — No tienes que... — Déjame buscarte algo para comer y después decidiré de qué manera saldarás tu deuda conmigo —me levanto y me acerco a la puerta—, vuelvo enseguida, traeré comida y piensa en lo que te he preguntado, obviamente quiero saber en qué me he metido al ayudarte, es lo más lógico ¿No? —solo mira el suelo. Ella es rara, misteriosa y claramente tiene problemas, me gustaría pensar que no son graves, porque no quiero luego que un ex novio loco quiera matarme, pero tampoco quiero alejarme de ella, esta extrema curiosidad y diversión que encuentro con su cercanía es ese chispazo que mi cuerpo necesita. Me siento lleno de vida y adrenalina, ella ha erizado mi piel solo de tocar mi pecho, como nunca nadie lo ha logrado ni siquiera en el sexø. Eso sin dudas no es algo ordinario y común, ella tiene algo particular. — Tú no necesitas saber, Lizandro —dice cuando abro la puerta. — Yo creo que sí, por eso al volver, me lo vas a decir, me lo debes —me mira seria y no espero su respuesta, salgo de allí. Solo camino unas cuadras y encuentro una tienda donde compro algunas cosas para preparar un sándwich, vuelvo a la habitación y cuando abro la puerta, ella no está. ¿Se fue? ¡No es posible! Camino y reviso el baño. No está. Miro la mesita de luz y veo un fajo de billetes, frunzo el ceño ¿En serio ella me pagó por ayudarla? Miro la puerta, decepcionado porque no esperaba que ella se fuera sin más, aunque es tonto pensar que se quedaría, ni siquiera nos conocemos ¿Por qué lo haría? Porque te pagó por un servicio que no tomó. Eso es lo más triste, me pagó y se fue. ¿Así se siente ser utilizado? Así me siento, usado y botado, pero irónicamente al menos me hubiera usado un poco más, tocado un poco más. Actúas como si te hubiera gustado. Sí, porque ella no me hizo nada, pero sentí más que con cualquier otra mujer que me he follado. Eso es tonto. Sí, lo es, pero también fue muy loco. Tanto sexø te ha descompuesto el cerebro. Más bien el cuerpo, porque solo toco mi pecho y aún siento sus manos como si hubieran quedado marcadas en él. Una completa locura y ahora solo se fue como si de un fantasma se tratara. Tomo el dinero, decepcionado. Junto mis cosas, pago la habitación y vuelvo a el cuarto que estamos rentando con Dan. Al entrar, veo a mi hermano observarme con curiosidad. — ¿Te encuentras bien? —ruedo los ojos. — No, ¿No lo ves? — Sí lo veo, pero te pregunto, porque quizás esa solo es tu cara de idiota, quién sabe —le hago burla y tiro a un lado mi bolso—, a ti no se te paró con una clienta, tienes cara de frustrado —comienzo a reírme. — ¡Ojalá hubiera sido eso! A mí me frustró otra cosa —resoplo y me siento en la cama. — Tranquilo, usa viagra —lo empujo con mi cuerpo y se carcajea—. ¿Qué pasó? — Conocí a alguien —lanza una risa fuerte y cuando ve que no me rio, me mira serio. — Dale, boludo —lo miro sin decir nada—, conociste a alguien ¿Y qué? No me digas: "Estoy enamorado", porque me voy a cagar de risa en tu cara. — ¡No seas boludo! ¿Cómo crees que me voy a enamorar así de la nada? Tampoco soy tan gil. — Entonces no empieces diciendo: “Conocí a alguien”, suena a: “Cupido me flechó” —la voz aguda que usa me hace reír. — No es eso, es... ella captó completamente mi atención ¿Entiendes? —me mira arqueando la ceja. — Tiene más sentido que digas que tú captaste su atención —muevo la cabeza a los lados. — Ella era extraña, si siquiera me miró con ojos de mujer —Dan se carcajea. — ¿Y cómo sería eso? — De verdad —me rio porque sonó chistoso como lo dije—, ella literalmente me vio desnudo y se cubrió la cara. — Una mojigata, Bro. — No… no lo sé, pero ella entró sin avisar a mi habitación —suspiro como un estúpido—, no puedo sacarme de la cabeza su cara, sus ojos, su boca… — ¡Dale! Dijiste que no te miró y ahora hablas de su boca como si te la hubiera chupado y te hubiera dejado viendo las estrellas. — ¡Lo que hubiera dado porque eso pasara! — Ah, pero te re encantó ¿Qué te hizo? — Nada y ahí está el problema, no pasó nada. Ella entró, fue la más vergonzosa y recatada mujer que alguna vez vi, no pasó nada, ella necesitaba ayuda, se la di y cuando me fui solo un momento, me dejó un fajo de billetes y se fue, como si nada. — Raroo ¿Y ya? ¿Eso te dejó así? Literal, no pasó nada —ruedo los ojos. — Es súper estúpido ¿Verdad? — Muy, ciertamente. — Es que ella solo tocó mi pecho con sus manos, piel con piel y te juro que sentí más cosas que las que sentí alguna vez follando —me mira curioso. — Yo creo que.... estás drogado —me carcajeo. — No, tarado —se carcajea conmigo—, olvida todo, solo... creo que el cambio de ambiente me hizo mal, definitivamente, es eso —mi hermano se carcajea. Si no fuera tan jodidamente igual a mí, lo golpearía por malvado. Es que ni yo sé cómo explicar lo que esa mujer me hizo. «Jazmín... sin dudas preciosa, como una flor de Jazmín»
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