4 ¿que estás dispuesto a dar?.

3134 Words
Enrico Konyzó miraba con incredulidad las grandes cantidades de productor de su propio pueblo que se produjeron en esas trescientas lunas, Sentía una profunda vergüenza de haber tenido que casi obligar a su pueblo a trabajar más de lo normal solo para que ellos obtuvieran la mitad de todo lo producido. Fue su error por no aceptar la propuesta de paz, por no dejar su orgullo e ir directamente a Osterta y hablar sobre el asentamiento “militar” en bosque cercano a Glires la capital de Sollestri, suspiro frustrado mirando a otro lado para luego alejarse del salón, que se vio obligado a usar como un almacén improvisado, el calor excedió sus expectativas, e incluso él siendo descendiente de elementales de fuego, la estaba pasando mal, por primera vez en una década, el calor aumento exageradamente causando muchas bajas tanto en el pueblo como en soldados y en la nobleza, por ello las calles de Sollestri estaban desérticas, sin un alma que portará por ellas. Enrico respiró profundo y siguió su camino hasta las caballerizas, lo que me nos quería era que sus equinos fueran cadáveres por el calor, ya había visto a las vacas y los cerdos, a las gallinas y demás animales a lo largo de ese insufrible verano aunque la mayoría ya eran comida a esas alturas. A lo largo del camino solo pudo pensar en:¿que demonio estaba pensando Golet?, ¿Acaso sería una broma?, ¿Cómo es que el emperador de Köd ya estaría en Osterta y casi de inmediato este le advirtió que llegaran a Sollestri?, Era estúpido de pensar, la distancia entre Köd y Osterta es de un mes de viaje a caballo, y entre Osterta y Sollestri, había por lo menos, suponiendo que sea día y noche sin parar, ( algo completamente insoportable para cualquier ser viviente) podría llegar en un mes si es que no los mataba alguna bestia antes, de llegar a la civilización,el problema más grande de Sollestri era ese maldito bosque que rodeaba gran parte de la frontera con Osterta y Miltar, para todos ellos era como un reino de puras bestias y nada más. Si bien ya se había cumplido en plazo de las trescientas lunas, Enrico no pensaba en que pudieran llegar, según la carta de Golet, era toda la familia imperial, lo que le había pensar que, si Tüske tomo ese riesgo es porque hay una amenaza en el imperio de Köd y por ello prefiere cargar con la responsabilidad de cuidarlos en un ambiente externo o posiblemente solo lo hace siempre. No tenía respuesta para ellos, solo no lo sabía. Sin previo aviso, un relámpago lo hizo estremece. —Ni siquiera es agosto para que esté nublado. Dijo mirando al cielo que de la nada se había tornado de un color gris oscuro, como si el sol se hubiese desvanecido. Miró a todos lados y todos tenían el mismo desconcierto que él. Se adentro solo para tomar a uno de los caballos y volver directamente al castillo. Si su instinto no le esa engañando por la preocupación, entonces el frío aire viene del noreste, y con eso Su verdugo. El caballo parecía sentir el mismo terror que él, su trote era apresurado, desesperado y su respiración igual. Veía como a su costado una densa capa de neblina se deslizaba en silencio velozmente, las plantas se estaban congelando lentamente mientras pasaba sobre ellas ese manto, sus ojos se abrieron a más no poder cuando un pequeño arbusto se destrozó ante su mirada, en cuestión de segundos por el frío atroz que los perseguía y las fuertes ráfagas de viento. —No me apetece morir congelado, gracias. El animal apenas sintió el frío en sus cascos arranco a correr más rápido, desesperado huyendo de una muerte segura. Apenas llegó a la calle principal del pueblo paso rápidamente junto al animal, dentro del mismo castillo. —¡¿Por qué mierda hay nieve?!. Fue lo primero que dijo mientras aún seguía sobre el corcel de blanco pelaje, que lucía agotado. —No tenemos idea todavía, solo empezó a llover, y de un momento a otro todo el suelo se congelo. Contestó Orobas aún con la lechuza en su hombro. Enrico bajo del caballo y ordenó que se encargarán de llevarlo a dónde pertenecía, más no específico a cual caballeriza quería que lo llevasen. Se llevó a Orobas con él discretamente hasta las escaleras y empezaron a subirlas con calma. —Odio admitirlo pero Golet tenía razón… No diré que odió el frío, ya que el calor estaba matando más gente que el frío, basta con que se queden encerrados y se acerquen al fuego o busquen alguna otra forma de mantenerse en una temperatura estable, pero… ¿Cómo es posible cargar con tanto poder?. Caminaban por el pasillo del segundo piso del castillo. Enrico abrió una de las puertas, señaló hacía el inmenso ventanal dónde el frío había cubierto de un manto blanquecino y opaco todas los cristales. —Debe tener un grupo muy grande de expertos en magia para hacer tal desastre, por los dioses, mira esto. Se acercó a una de las ventanas y la abrió, desde allí podían ver a lo lejos el bosque De Vek. —Ese estúpido e infernal bosque está cubierto de mucha nieve, eso no es obra de un solo hechicero, eso es obra de un dios o un demonio. Grito exasperado Enrico. Orobas guardo silencio, realmente, no era posible que una sola persona hiciera tal acto de la nada. —Mi señor, tiene que entender algo, el emperador no es un humano ni siquiera un Dersek, un Malwan, o incluso si al menos posee un alma, por lo que ha narrado antes, lo acontecido en el campo al pie de la montaña, entonces bien podría ser que lleve consigo algún objeto que le permita tal despliegue de magia… Pero, no estamos seguros de que podría ser, e incluso si así fuera, si pudiéramos averiguar todo de el emperador Tüske, no tenemos ni una astilla de información de la emperatriz. Enrico solo cerró el ventanal en silencio lentamente. —El peligro real ante todo es ella, es como si habláramos de un simple juego de ajedrez… Su cuerpo se había entumecido por el frío. —es así, mi señor, la vida es un juego de ajedrez, dónde si por mala suerte caes en el lugar equivocado siendo el rey, debes tener a toda mujer, porque cualquiera podría ser la reina. Enrico solo salió de la habitación siendo seguido por Orobas y la lechuza, quien solo observa en silencio. —Por ahora me reusó a morir a manos de un muñeco de nieve, yo mismo saldré a recibirlos, ante todo sigo siendo tanto el rey de Sollestri como el culpable de este mal momento. Es lo correcto y espero que sea una decisión acertada. Enrico sin esperar nada solo tomo su capa de piel más espesa nunca le gusto llevar una corona, pero si portaba constantemente cualquier arma que pudiera usar en contra de todo. Está vez la reina permaneció en la sala del trono, no tenía forma de convencer a Enrico de que la dejase ir con él. Las puertas del castillo se abrieron antes que alguien pudiese decirle al rey que lo esperaban. Este se fue por su cuenta y su necia forma de actuar lo llevaron a enfrentar un frío que le hizo sangrar los labios. Respiró hondo y le planto cara al enorme caballero de armadura blanca frente a él, podía ver su rostro reflejado en ella. Pero el frío le hacía temblar. Apenas levantó la mirada se sorprendió de que se había retirado el caso, esté en su mano se desvaneció al igual que la armadura, como si fuera arena en el viento tan feroz que azotaba el lugar. Su cuerpo no respondía en lo absoluto, estaba perdido en esos gélidos ojos color dorado, podía sentir como la presión de su mirada estaba sobre su cabeza. —¿Y bien?. Enrico con un nudo en su garganta respiró hondo. Ya no sentía el gélido aire invernal que los acompañaba. Pero seguía haciendo frío. —¿Es suficiente frío para ti?... El amargo sabor de la humillación estaba en la boca de Enrico, se sentía atorado en ese momento, si tan solo no fuera tan testarudo, no estaría así en este momento. —N-No soy de climas templados, su alteza… Admite conteniendo su rabia para otro momento. —¿Cumplirás tu promesa?. Pregunto esté dando un paso atrás. La presión se desvaneció unos pocos segundos después, Enrico respiró tranquilo sin la opresión en su pecho. —Un rey jamás da marcha atrás a su palabra, y menos ante una ofensa como la que cometí, es mi deber compensar mi error… Internamente maldecia a su propio ser por no poder decir algo mas. —bien. Tüske le miro directamente a los ojos haciendo que este palideciese en ese instante, un jadeo escapó de los labios de Enrico y una punzada en su pecho le hizo temblar. —P-Por favor, síganme, Su lengua se sentía pesada y el aura tan densa de Tüske lo agobiaba. Sabía que había otros presentes, pero sus ojos no podían apartarse de ese endemoniado ser. La lechuza pasó sobre el volando hasta posarse en el hombro de Tüske. Enrico miró al ave y no le reconoció en lo absoluto. No era suya. —Lefko, ¿A qué vienes?. Pregunto con un tono completamente distinto, más suave.El ave emitía unos pocos ruidos y Tüske solo suspira. —Disculpe mi pregunta su alteza, ¿La lechuza es suya?. —no, son de Királynő, ambas. Un alguno silbido hizo que la segunda hace llegase volando. —Baeza, es el nombre de está lechuza, solo se enviaron para recordar todo lo que se debía recuperar. Las inmensas puertas de metal se abrieron par dar paso a los invitados y al mismo rey. —Ya veo, Baeza y Lefko…un macho y una hembra. —Es el equilibro de la vida. Por alguna razón para Enrico, esa frase le era conocida. —¿Todo ese clima los siguió hasta aquí?. Pregunto para si mismo en voz baja. —Si. Es un defecto que viene siempre con cualquiera que porte el título de emperador es Köd. Escucho decir a Tüske de forma monótona. —Es…Impresionante. —Lo mismo podría decir de ese castillo, es antiguo, guarda muchos años de secretos en sus paredes de piedra blanca, sus muros son más antiguos de lo que yo podría llegar a recordar… Enrico le miró con cierta extrañeza en su mirada. —Su majestad, ¿Ya ha estado en Sollestri antes?. Pregunta mientras siguen el camino hasta el salón principal donde se almaceno todo lo que era para el emperador. —Hace más de tiempo del que puedo recordar, tal vez unos mil años, y este castillo no deja de impresionarme con su curiosa arquitectura, no es común, es tan diferente y armónico. *Mil años…* Repetía incesantemente Enrico en su mente mientras trata de entender cuántos años puede tener el emperador Tüske. No tenía tampoco una r**a en concreto que se ajustará a su apariencia. Podría ser un híbrido pero esa longevidad no la tenía ningún ser bajo las estrellas. —Es un honor que lo diga su alteza. Trata ante todo de mantener la compostura. Algo jala con rudeza su cabello y ese algo se niega a soltar liberar sus dorados rulos. De forma brusca este se aleja y se gira a mirar que diablos le arrancó un mechón de cabello. Se detiene en silencio, la risa de la niña llena los pasillo des castillo mientras lo mira con interés. En su pequeña mano estaban esos rulos color oro mientras parecía hacerle cierta burla agitándolos como si fueran un premió que presumir. Para su sorpresa quien cargaba a la bebé no era su madre, por el contrario, era un joven sumamente alto, de cabellos negros largos y brillantes. —Disculpeme por eso, su alteza, la princesa a veces actúa por cuenta propia… no es muy obediente que pueda decir… supongo que usted llamo su atención. Bajo la mirada de nuevo hacía Angyal, quien por muy extraño que Enrico fuese para ella, estaba extendiendo sus brazos hacia él. Volvió a mirar al joven que la sostenía, vestía demasiado bien para ser un sirviente, no llevaba armas consigo, era evidente, supuso que la niña había hecho un esfuerzo extraordinario para llegar hasta el y por ende debió saltar o casi lanzarse para arrancar su cabello, así que un arma pesada o filosa no podía portar, habría perdido el equilibrio con un peso extra en esa situación, no escucho sonido metálico alguno tampoco, su cabello estaba demasiado bien cuidado, peinado y trenzado a la perfección, su pálida piel es perfecta por lo cual no podía ser más que, un noble de alto rango o un príncipe. —¿Y como se llama la princesa?. Con cierto temor acercó su mano a ella la cual simplemente dejó caer los mechones de cabello que le había arrancado antes y agarro su dedos anular atraída por el anillo de metal oscuro y brillante joya blanca, que portaba en su mano derecha. Enrico sintió el frío de sus pequeñas manos, es como si hubiese tocado a alguien que estuviese muerto. Pero el tacto de la pequeña niña era distinto. —Se llama Angyal Sárkány Neobosit. Respondió una suave voz femenina, tenía un tono de estar agotada. —Es muy hermosa. Angyal le sostenía la mirada a Enrico, quien solo sentía cierta empatía por la pequeña con un poco de parecido a él. Angyal finalmente logro quitarle el anillo pero parece que eso no fue lo que llamo su atención del todo, continuo jalando el dedo de Enrico. —¿Puedo?. Todos le miraron conmocionados y con cierta desconfianza. Este estaba solo con la mirada fija en Angyal; al contrario de lo que podía parecer Enrico Konyzó, este tenía un agujero en su alma que dejó un ser sumamente especial en su vida, que nada más pudo llenar, llevándose consigo también lo único que alguna vez amo, a su pequeña hija, la empatía que sentía por Angyal era el vago recuerdo de haber Sido feliz una vez con una sonrisa tan inocente como la de esa pequeña princesa que buscaba la manera de treparse en su brazo. Algo sumamente extraño viniendo de Angyal, nunca tuvo actitud con los extraños Y menos que nada de ser tan cercana de un momento a otro. Sentía la mirada Tüske sobre su espalda un como si sus ojos fueran dagas a fuego vivo que traspasaban su piel. A paso lento se acercó una dama, era Királynő, lucía bastante cansada pero eso no quitaba nada así fría belleza. —Le aconsejo que tenga cuidado, Podría entumecer su brazo. Tomo a Angyal y la dejo en brazos de Enrico mientras camina así lado siguiendo el camino hacia la compensación prometida por la falta que cometieron tanto Golet como él. Angyal parecía tranquila finalmente, y Enrico tenía una extraña tranquilidad sobre él. No entendía porque hizo lo que hizo, pero, sentía la necesidad de cargarla esta solo miraba todo a su alrededor en silencio. Extrañamente Tüske se quedó un par de pasa tras Enrico, miró atentamente a su costado en el pasillo el conjunto de estatuas de caballero hechas en algún metal de un plateado oscurecido, sus escudos brillantes y espadas de apariencia realista, quizás lo eran, en silencio espero a que esté pasará junto a una que podría un escudo que pareciese tener cristal en lugar de metal. Un ligero soplo por parte de Királynő fue suficiente para congelar dos estatuas y esa, la perfecta superficie cristalina del escudo funcionaba como un espejo el reflejo era lo que les interesaba, Tal parece mientras pasaba por cada una de las estatuas se veía el reflejo de ambos, tal parece que Enrico acabaría convirtiéndose en un ser cercano a Angyal, por distintas razones que aún no conocen del todo, pero el reflejo daba a entender eso, pasando de llevarla en su brazo como una niña de al menos unos cinco años a tomar caminar a su lado siendo está de igual estatura que Enrico. Mientras Tüske seguía de cerca a Enrico, Királynő miró a sus espaldas, cruzando miradas con Viharok, quien realmente estaba convencido de que a ese paso podría lograr su cometido, no se había equivocado con Enrico, tampoco con Golet, aún le quedaban otros nueve individuos que probar, pero, aún no era el momento. Por su parte Enrico permanecía inocente de esos hechos. Continuaba jugando con Angyal que intentaba tomar el anillo de su mano. Llegaron al salón el cual al abrirse las enormes puertas se encontraba repleto de todo aquello que exigió el emperador. —Me sorprende que lo hayas logrado. Dijo Tüske con un tono de impresión en su voz. Algo que no había previsto Enrico es que este esperase que fallara, suena como si hubiera pensado todo este plan apropósito o lo hubiera esperado. —Es mi deber cumplir con aquello que usted exigió por el problema causado. —Supongo que obviaron un pequeño detalle. Enrico respiró hondo y trago duro con el mayor pavor que en su vida había sentido, no tenía ansias de que congelarán a su pueblo completo, y la emperatriz estaba allí, La diosa de las nevadas eternas, madre del invierno más crudo e inclemente de todos, Heredera del trono de la luna de forma legítima, Vencedora en la guerra de los cien años. Enrico ante todo prefiere solo no pensar en lo que le podría pasar. —¿Y como exactamente planeas llevarte eso todo el camino hasta Köd?. Su mente quedó en blanco y podía escuchar el latido desenfrenado de su corazón. *¿Como?* Pensó par si mismo viendo los enormes tanques de agua forjados únicamente par esa ocasión, las grandes cantidades de trigo, la ridícula cantidad de sales, especias, harinas, carnes… animales… todo, y ni hablar de las hierbas, las semillas, o de los frutos, las armas. No concebía forma de que aunque fuera con un ejército pudieran llevar eso. Sentía que todo eso lo hacía Tüske para torturarlo. —Ambos son igual de ineptos. Sentenció Tüske. —por lo que veo no planearon nada al caer en el desespero. Enrico solo permanecía estupefacto. —yo... Susurro con algo de miedo. — Por favor perdone mi ineptitud su alteza... Dice Enrico con la cabeza agachada. —Supongo que los errores son entendibles ante el miedo.—Tüske hace una seña con su mano para que se acerquen. Viharok es el único en acercarse. Las puertas del salón se cerraron dejando a Angyal, Tüske, Viharok y Enrico. —¿Que estás dispuesto a hacer por no perder tu reino?.
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