3. Compromiso

2687 Words
Gotas de sudor recorren el rostro y torso definido de Alexander, que con respiración algo agitada culmina el último ejercicio de su fuerte rutina de Crossfit, se quita los audífonos, se seca un poco con una toalla, sostiene su envase de agua y sorbe un poco; en eso, muy coqueta se acerca Miranda, una sensual chica con facciones latinas. —Hola Alexander, ¿terminaste? —¡Hey Miranda! No te había visto. —Él se acerca y le da un beso en la mejilla. —Si, ya terminé... ¿Te vienes hoy conmigo? —La mira con picardía. —Cuánto me gustaría pero mi papá pasará en un rato por mi. —Miranda le hace pucheros. —Lástima, la hemos pasado tan bien... —Mañana sí nos vamos juntos fortachón. —Ella le dice con voz seductora, le da un beso en la mejilla, él le sonríe, toma un sorbo más de agua y la ve alejarse moviendo sus caderas. —¿Sí sabes que ese señor es su sugar daddy? —Alexander se exalta al escuchar la voz de su hermana, por lo que se ahoga con el sorbo de agua que acababa de agarrar, empezando a toser. —¿Estás bien? —¡Por Dios Charlotte! ¿Me quieres matar de un susto? —Exclama Alexander cuando logra hablar. Ella lo mira con recelo con los brazos cruzados. —Ella no me agrada... —Ni que me fuera a casar con ella... —Igual, no me agrada... —Sólo es buen sexo, quién soy yo para negarme... ¡Oye! ¿Por qué estamos hablando de esto, por cierto? —Vulgar... ¿Será porque vas a ser un anciano y no he conocido a ninguna novia formal? —Ah... Un anciano atractivo que gozará de la vida. —Charlotte le rueda los ojos. —Ashh, a veces no te soporto, ¿sabes? —Alexander suelta una carcajada. —Pero tu empezaste... ¿Por qué te enojas? ¿Tienes la menstruación o qué? Vamos a tener que dejar de venir a entrenar juntos. —Alexander no deja de tomarle el pelo para hacerla enojar más. —¡Ay ya! ¿Vamos a comer algo? —Vamos pues. Muero de hambre también... Habían pasado quince años desde que Alexander y su familia se mudaron de imprevisto a España. Pocos días de haber llegado, tuvo una conversación con su padre, donde le pedía que le ayudara con sesiones con un nutricionista y clases de kick boxing para empezar, se había trazado el objetivo de mejorar su imagen y aprender a defenderse; por primera vez, en mucho tiempo, su padre estuvo muy dispuesto a complacerlo en todo aquello que tuviera que ver con su apariencia y fortaleza. Una comida balanceada y constantes ejercicios empezaron a rendir frutos notoriamente, superó aquel estancamiento que había tenido en cuanto a crecimiento y su cuerpo comenzó a cambiar. La relación con su madre tuvo una pequeña mejoría, él aprendió a callar y a obedecer lo que sus padres ordenaban, en especial las de Verónica; la presencia de su pequeña hermana lo impulsaba a mantener su nueva posición. Se doblegó ante ellos por amor a Charlotte, quería protegerla de una convivencia hostil. Alexander y Charlotte estaban cenando unas hamburguesas después de su entrenamiento, este día decidieron romper la dieta, así como acostumbran a hacerlo una vez por semana. —Cuéntame Charlotte, ¿cómo te está yendo viviendo sola? No tienes los lujos de mi penthouse ni la mansión de nuestros padres y a veces eso me preocupa un poco. —Pregunta Alexander llevándose su gran hamburguesa a la boca. —¿Bromeas? ¡Ese departamento es el mejor regalo que pudiste haberme hecho en mi vida! Me siento libre, soy yo misma en ese lugar, sin que madre me esté evaluando o criticando. No hay servidumbre pero no me importa hacer mis cosas yo sola, soy feliz... —Confiesa Charlotte eufórica. —¡Guau! Si hubiese sabido esto, te lo habría dado de regalo a los 18. Me alegra que te sientas feliz ahí, verte así ilumina mi alma. No quiero que vivas por tanto lo que he vivido yo. —Hermano, quisiera verte algún día feliz, pleno, haciendo lo que sea que te guste y con alguna buena chica formando una familia. Se me arruga el corazón cuando pienso hacia dónde nuestros padres han llevado tu camino. Además, te doblegaste ante ellos por mi. —Eras una niñita apenas, no podía dejar que borraran tu verdadero ser y madre te convirtiera en una copia de ella. Bueno, aún eres una chica que necesita independizarse del todo cuando termines tus carreras. —Pero ya puedes ir dejando de seguir sus órdenes, ya sé cómo funciona nuestro mundo. —Alexander le sonríe cariñosamente a su hermana. —Lo sé... Por cierto, Albert en reiteradas ocasiones me ha pedido ser su socio para nuevos proyectos totalmente independiente del Consorcio Moncada... Últimamente lo he estado pensando con seriedad, así nos liberamos económicamente de nuestros padres. —¡Vaya! ¡Es genial Alex! ¿Y por qué no has aceptado la propuesta del Sr. Gruñón? —Temo hacer las cosas mal... —¡Hey! No traigas a la luz tus inseguridades, eras muy soñador. Lo harás bien, ya tienes muchos años de experiencia, eres un tipo inteligente y al fin irías por tu camino independiente. Libre al fin. —No soy tan inteligente como tu para las finanzas y los números. No pareciera que debajo de esa cabellera perfecta haya un buen cerebro. Definitivamente las apariencias engañan. —Alexander suelta una carcajada. —¡Oye! Te hablo con toda la franqueza. —Está bien Charlotte, hablaré con Albert al respecto. Nos reuniremos dentro de unos días. —Ok. Ya sabes que cuando estés por allá te debes comunicar conmigo, ¿entendido? Aunque estés en tus locuras con chicas... Necesito saber que estás bien. —Alexander levanta sus manos como muestra de aceptación. —No te preocupes, lo haré. Pero sabes que no quiero que nuestros padres sepan de mi, es mi respiro. —¡Hecho! Igual nunca les menciono nada de lo que haces. —Gracias... En un rato tengo que reunirme con ellos, querían tratar un asunto conmigo, no sé que será... —Hmmmm, sospechoso. ¿Te acompaño? —Sería estupendo hermanita... Alexander y Charlotte terminaron de devorar su comida chatarra y tomaron gaseosas gustosamente para finalizar, posteriormente, se dirigieron a la mansión de sus padres. La estructura y la decoración de ésta casa era tan ostentosa y enorme como en la que vivieron hace años atrás en el país que dejaron. Albert se queda unos segundos de pie frente a la puerta observando la casa por fuera y un suspiro de resignación se le escapa. No le gustaba ir a aquel lugar, su similitud con la mansión anterior no le traía buenos recuerdos, además, los encuentros con su madre lo agobiaban aún más, prefería mantener más contacto con su padre, quien se había vuelto más comprensible y cercano en los últimos años. —¿Y bien? ¿Entramos? —Cuestiona Charlotte sacándolo de su trance. —¡Oh, si! ¿Lista para la actuación de niña berrinchuda y caprichosa? —He pulido mi papel... Alexander cedió en muchas cosas para tratar de tener algo de tranquilidad y proteger a su hermana. Por su lado, Charlotte empezó a actuar diferente ante sus padres, más vanidosa, impertinente y superficial, aquella noche que vio cómo su madre le daba la espalda de forma ofensiva a su hijo, cuando más la necesitaba después de haber recibido una fuerte golpiza, marcó un antes y un después de Charlotte Moncada. Tan pronto entraron a la mansión, los recibe una eufórica y cariñosa Verónica, lo cual les genera suspicacia a los hermanos. —¡Hola mis niños! Qué bueno que viniste... Te estábamos esperando. —Le da un abrazo y un beso en la mejilla a Alexander, lo que lo pone bastante tenso. —Hola madre. —Responde Alexander con una sonrisa apenas dibujada. —¡Mi princesa! No sabía que venías. ¡Bienvenida! —También abraza a Charlotte con un beso en las mejillas, su hija trata de responderle de la misma manera. —¡Hola madre! Gracias. ¡Oh, qué bien te queda tu nuevo look! ¿Fuiste con Ana Antic? —¡Por supuesto querida! Sabes que es la mejor. ¡Y mira mis uñas! —Alexander se aclara la garganta. —Hermosas madres... Te queda estupendo el n***o con dorado en esas uñas, me tienes que dar el número de tu manicurista para agendar una cita. —Interrumpe Alexander con sarcasmo y tono afeminado. —Nunca dejarás de ser así por lo visto. —Dice Verónica con una sonrisa fingida dándole un apretón en la mejilla a Alexander. —Hmmmm, ya me conoces bastante bien, ¿qué era aquello tan importante que tenían que decirme? —¡Oh! Vamos al estudio, Alexei está allá esperando... —Verónica camina delante de ellos hacia el estudio, a lo que Charlotte y Alexander se miran a los rostros con gestos de inquietud. Algo extraño estaban tramando, tanta amabilidad y cariño no venía de gratis. Cuando ambos entran al estudio, Alexei estaba firmando algunos documentos detrás del escritorio, dio una pequeña muestra de alegría al verlos. —¡Muchachos! ¡Qué bueno que están aquí! —¡Padre! ¿Cómo has estado? —Saluda Alexander con un medio abrazo entre su padre y él y unas palmadas en la espalda. —Bien hijo, con algunos achaques de viejo. —¡Hola papi! —Charlotte también le da un abrazo y un beso en la mejilla. —¿Cómo es eso de los achaques de viejo? —Nada de importancia... Es solo un decir... —Charlotte lo escruta con seriedad. —Okey... —Los hermanos tomaron asiento en el sofá del estudio. —¿Y bien...? ¿Vamos al grano? ¿Por qué querían verme? —Cuestiona Alexander. —Eres nuestro hijo Alexander, siempre voy a querer verte. —A Alex le sale una sonrisa sarcástica. —Es verdad hijo. —Está bien... De ti lo creeré padre... —Y de mí también puedes hacerlo... —Interviene Verónica, a lo que Alexander la mira fríamente. —Ok. No creo que esté aquí simplemente por eso... —Estás en lo cierto Alexander... —Alexei se levanta de su asiento, rodea el escritorio pensativo, buscando las palabras indicadas para dirigirse a su hijo y se detiene frente a ellos. —¿Tu tienes novia, sales con alguien o algo parecido? —No... ¿Esto a qué viene? Están indagando en mi vida bastante privada. Les recuerdo que no hemos sido la familia más íntima y unida como para presentarles o contarles sobre mis conquistas. —Da una respuesta a la defensiva. —Pero queremos saberlo Alexander. ¿Acaso eres gay? —¡Madre! ¿¡Qué preguntas son esas!? —Objeta Charlotte, Alexander se encuentra callado conteniendo su molestia. —Basta Verónica, estoy completamente seguro de cuál es la orientación s****l de nuestro hijo... Me consta que su gusto por las mujeres es indiscutible. —Sorprendentemente esta fue una de las pocas veces que Alexei interviene por su hijo. —¿Cuál es el jodido problema si lo soy o no? ¿Para esto querían que viniera? —Ok familia, vamos a calmarnos... —¿Familia? —Bufa Alexander. —Alexander, por favor... —Alexei hace una pausa por unos largos segundos. —¿Conoces a Tiffany Bolton...? —Desde luego, sé quién es... —Responde Alexander con recelo, se está imaginando por dónde viene el asunto y espera que esté equivocado. —Está por heredar el Consorcio Bolton... Sus padres quieren que se case con alguien de confianza, empresario e inteligente... Les he propuesto que seas tú y les encantó la idea. —Alex soltó una carcajada irónica, puso su mano en la frente negando con la cabeza. —Papá, esto deber ser una broma... ¡Tiffany! ¿En serio? ¡Es la mujer más hueca y molesta del universo! Con razón sus padres quieren que se case con alguien inteligente sino se hundiría ese Consocio. —Estalló Charlotte. —Charlotte, no te expreses de esa manera de la prometida de tu hermano... —Intervino Verónica, a lo que Alexander no se pudo contener más y se puso de pie. —¿¡Prometida!? ¿Acaso me preguntaron si yo estaba de acuerdo? ¿¡Hasta cuándo van a querer hacer con mi vida lo que les plazca!? —Estaba colérico, Verónica guardó silencio. —Alexander... Cálmate... —¿Cómo quieres que me calme papá? ¡Tengo 30 años y pretenden seguir manejando mi vida a su antojo! Esta vez se equivocaron, no me voy a comprometer con ninguna mujer que no ame ni muchísimo menos casarme con alguien que me impongan ustedes. —Si exageras Alexander, has tenido los bienes que has querido desde tu mayoría de edad. —Dice Verónica para restarle importancia al asunto. —Verónica, sal de aquí. Quiero hablar a solas con mi hijo... Empeoras las cosas... Charlotte, mi niña, espera afuera también por favor. —¡Pero Alexei...! —¡Sal de aquí dije! —Sus hijos se sorprenden, es la primera vez que escuchan a su padre levantarle la voz a Verónica, siempre pareció que él obedecía a todo lo que ella decía. Ambas mujeres salieron en silencio del estudio. Alexei escruta a su hijo por unos segundos, Alexander tenía sus manos apoyadas sobre el escritorio de su padre con sus brazos tensos, mirando hacia la pared y el ceño fruncido, pensativo. —Papá, por más que lo pienso, tengo muy pocos recuerdos de padres amorosos y comprensivos... Bueno, solo algunos pocos recuerdos tuyos y al menos nunca me has criticado como mamá... Pero siempre deseé que fueran tan siquiera una cuarta parte de lo cariñosos y entregados que son unos padres normalmente. —Manifiesta Alexander con sus ojos enrojecidos y voz algo quebrada. El corazón de Alexei se encoge al escuchar estas palabras de su hijo. —Alexander... me duele escuchar lo que dices. No sabía que estuvieras tan herido... —¿Cómo saberlo? Nunca hablamos... A solas... En fin papá, ya expuse mi decisión de no casarme y no está en discusión. —Habla un Alexander un poco más calmado pero con tono de decepción. —Entiendo... ¿Estás enamorado de alguien? —No, pero quisiera y espero hacerlo. —Ya veo... ¿Y si Tiffany fuera la indicada? Después de conocerla mejor. —¡Por Dios papá! Tiffany es una de las mujeres más superficiales que conozco. Yo quiero a una mujer real, sensible, de gran corazón y soñadora como yo. Que me ame por quien soy y no más al maquillaje y las joyas. —A Alexei le sale una sonrisa con su mente perdiéndose por un instante. —Suenas como tu madre. —¿Madre alguna vez tuvo un corazón? —Su pregunta hace traer a su padre desde sus pensamientos y se aclara la garganta. —Hagamos algo: si en un año no conoces a una chica que te robe el sueño y haga suspirar, entonces le darás una oportunidad a Tiffany, por lo menos de conocerla. Quien sabe, quizás sea menos superficial de lo que parece. Y todo esto si ella aún está soltera para ese entonces. —A Alexander se le ilumina la mirada. —Gracias papá... No sabes lo que significa para mi que esta vez tomes en cuenta mis sentimientos y opinión... —Alexei asiente. —Deberíamos empezar a pasar un poco más de tiempo de calidad... A solas... Hay cosas que me gustaría compartir contigo. —Sería estupendo... —Bien, no sé diga más... nos veremos cuando vuelvas de reunirte con Albert. —Okey... —Por cierto, ¿todo está listo para tu viaje? —Si, todo en orden. Saldré pasado mañana... Después de conversar un rato más sobre la junta que tendría con Albert, ambos salieron del estudio y se despidieron con un abrazo, dejando extrañada a Verónica por estas muestras de afecto y contenta a Charlotte.
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