Con rostro de preocupación estaba Matías sentado frente a Avril en una de las mesas de la pastelería, esta vez ella había accedido a conversar con él en el lugar. —Gracias por haberme recibido... —Es que no estoy molesta conmigo ni mucho menos... —Te alejaste, ha de ser por mi comportamiento durante mi adolescencia. —No, no tiene nada que ver. —Yo ya no soy así... —Está bien, yo te creo Matías. Me hace sentir mal tu rostro de preocupación. Realmente creo en ti... —Qué alivio... ¿Entonces? ¿Por qué has estado evitándome? —Me apena decírtelo, pero debo hacerlo, es lo más justo. —Avril posa su mano sobre su brazo. —Eres atento, caballeroso, trabajador, educado, atractivo y muchas otras características que te hacen el hombre perfecto... —Él escucha atentamente cada palabra, Avril ha

