¿Por que lo hiciste...?

1685 Words
— ¡Maldita sea! ¡¿Incluso tienes un agente?! —dijo Teresa, mientras miraba con enojo a Donald, quien se escondía detrás de Richard. —Así es, soy su agente, y antes de que traten de matarlo, les tengo una pequeña proposición —dijo Richard, mientras miraba a las chicas. — ¿Proposición? ¿Qué proposición? —pregunto Isabel, mientras miraba a Richard. —Simple, sé que Donald, les mintió durante mucho tiempo, y les hizo gastar… “ciertas” cantidades de dinero a todas ustedes durante todo ese tiempo —dijo Richard. — ¡”Ciertas” cantidades! ¡Si combinas todo lo que hemos gastado en él, solo Dios sabe cuánto hemos gastado en ese maldito bastardo! —dijo Isabel. —No trates de empequeñecer el asunto —dijo Sarah. —No trato de hacerlo, como estaba diciendo, ya que Donald, les hizo gastar a ustedes “ciertas”… digamos una gran cantidad de dinero en todo este tiempo… ¿Por qué no hacen que “él” gaste en ustedes? —dijo Richard, mientras miraba al grupo de Isabel. — ¿Qué? —murmuro Isabel, sorprendida de las palabras de Richard. —Richard ¿Qué demonios estás haciendo? —pregunto Donald, desde atrás, mientras su cara adquiría cierto tono… de alguien asustado. — ¿A qué te refieres con esas palabras? —pregunto Teresa, mientras miraba a Richard. —Simple, Donald, hizo que todas ustedes gastaran dinero todo este tiempo, ahora, para compensárselos, “él” las llevara de viaje, a todas ustedes juntas, a cualquier sitio al cual ustedes quieran ir… con todos los gastos pagados —dijo Richard, mientras sonreía. Cuando el grupo de Teresa, y Mary, escucho estas palabras, todas ellas se quedaron en silencio, incluido Donald, quien miraba a Richard, como si se hubiera vuelto loco. Solo después de unos minutos, las chicas reaccionaron una vez más, y empezaron a mirar a Richard y a Donald, de forma alternativa. — ¿Estás hablando en serio? —pregunto Mary, quien miraba con duda a Richard. —Obviamente, Donald, no se negara, ¿Verdad Donald? —pregunto Richard, mientras se hacía a un lado, y dejaba a Donald, al descubierto. Donald, parecía estar dudando, y antes de que lograra hablar, pudo ver que Anna y María, por fin salían de la comisaria, acompañada de sus padres, quienes se quedaron atrás, mientras ellas dos, caminaban hacia el grupo donde estaba Donald. Cuando Donald, vio a Anna y María acercándose… en especial a Anna, algo en él pareció romperse, y suspiro profundamente, antes de decir con mucha pesadez y dificultad, unas palabras que claramente le fue muy difíciles de decir. —Está bien… ustedes, elijan el lugar… y yo… yo… yo… —murmuro Donald. —Donald, Anna se está acercando —dijo Mary, pareciendo tener la intención de asustar a Donald. — ¡Yo pagare todo! Bien… ¡Ustedes elijan el lugar y yo pagare todo! —dijo Donald, mientras parecía que un peso, se le había caído de encima, después de decir estas palabras, que parecían ser una tortura para él. Cuando las chicas, escucharon las palabras de Donald, poco después, todas ellas gritaron levemente de alegría, incluidas Esperanza y Mary, y cuando Anna y María, llegaron junto con ellas, las dos de inmediato preguntaron qué era lo que estaba pasando, ya que no entendían porque sus amigas, gritarían de alegría, justo después de ser liberadas de una comisaria de policías. Sus amigas, estuvieron felices de explicarles todo a ambas, aunque primero tuvieron que contener una vez más a Anna, quien parecía tener la intención de abalanzarse sobre Donald una vez más. Esta vez, no fue solo Mary y Esperanza, las que detuvieron a Anna, si no que todo el grupo lo hizo, y cuando Anna, incluso vio que sus otras amigas, ahora de forma abrupta apoyaban a Donald, justo después de ser arrestadas debido al alboroto que causaron cuando trataron de golpearlo y hacerle Dios sabe que, eso obviamente dejo pasmada y sorprendida a Anna. Pero cuando escucho, que Donald, había prometido llevarlas a todas ellas, a cualquier lugar que ellas escogieran, con todos los gastos pagados, Anna, casi de inmediato, grito de alegría, pero no fue un pequeño grito, si no que fue uno que resonó por todo el lugar. El grupo de inmediato, empezó a decidir, adonde debían ir, ya que no se ponían de acuerdo a cual lugar de entre todos los lugares del mundo debían ir, era una elección difícil teniendo en cuenta todos los sitios turísticos que había en el mundo. Casi tenían las ganas de decirle a Donald, que las llevara a todos ellos, pero sabían que no debían sobrepasarse, ya que si a Donald, le costó mucho aceptar pagar un solo viaje, puede que solo Dios mismo podría hacer que aceptara pagar todos los viajes que ellas quisieran hacer. Después de mucho discutir, las chicas se giraron para ver fijamente a Donald, el cual estaba comiendo junto con Richard, unas hamburguesas que este último compro, mientras esperaban que las chicas se decidieran, lo cual tomo mucho tiempo. —Bien, ya lo decidimos —dijo Mary. —Ya era hora… y bien, ¿A cuál lugar quieren ir todas ustedes? —pregunto Donald. Cuando Donald, hizo esta pregunta, el grupo de Mary, se miró entre sí, antes de por fin responder. — ¡Queremos ir a Cancún! —dijeron Mary, y sus amigas, con la única excepción siendo… — ¡A Disneylandia! —dijo Anna, antes de que todas sus amigas, así como Richard y Donald, giraran sus vistas para mirarla fijamente. — ¿Qué dijiste? —pregunto Donald, mientras miraba a Anna, al igual que el resto de los presentes. Cuando Anna, se dio cuenta de que todos, la estaban mirando fijamente, con miradas algo extrañas, se sonrojo levemente, obviamente sentía algo de vergüenza. —Anna ¿No acordamos todas ir a Cancún? —pregunto Mary. —Lo… lo siento, sé que… se me escapo —dijo Anna. —Una cosa es que se te haya escapado, pero, por Dios, ¿Tienes diez años? ¿En serio quieres ir a Disneylandia con la edad que tienes? —pregunto Isabel, mientras miraba a Anna. — ¡Oye, no soy vieja, solo tengo veintitrés años al igual que todas ustedes! Bueno, con las únicas excepciones siendo Esperanza y mí hermana, y además, no solo los niños van a Disneylandia. —Cierto, también van los adultos que acompañan a esos niños —dijo Isabel, con tono sarcástico, mientras miraba a Anna. —Y además, yo nunca eh ido, siempre eh escuchado de ese lugar, desde que era niña, y bueno, siempre eh querido ir pero nunca eh podido, cuando pensé en la oportunidad de ir… supongo… supongo que… —La niña dentro de ti, tomo el control, lo sé, lo sé, es difícil, a veces los niños no pueden controlarse —dijo Teresa, mientras le daba palmadas a la cabeza de Anna. — ¡No me trates así! —grito Anna, mientras se quitaba la mano de Teresa de su cabeza. —Bien, bien, como sea, no empecemos a discutir, Donald ¿Cuándo nos llevaras de viaje entonces? —pregunto Sarah, mientras miraba a Donald, quien veía la escena formada por Anna y Teresa. — ¿Cuándo? —murmuro Donald, mientras miraba al grupo de Mary. —Sí, ¿Cuándo nos llevaras? —continuo preguntando Sarah, ya que no tenía intención de que Donald, intentara jugárselas o estafarlas de ninguna manera. —Bien, nos iremos en… dos semanas —dijo Donald, después de pensarlo brevemente. — ¿Por qué tanto? —pregunto María. —Así tendremos tiempo de preparar todo, ustedes son mujeres y yo sé que… necesitan tiempo para arreglarse —dijo Donald. — ¿A qué te refieres con eso? —pregunto Sarah. —Nada, nada, es solo que de esa manera ustedes tendrán tiempo más que suficiente para preparar todo lo que quieras para el viaje, en dos semanas nos iremos. —Bien, recuerda Donald, dos semanas, todas pongan la fecha en el calendario para asegurarnos de que a nadie se le olvide —dijo Teresa, quien había dejado de pelear con Anna hace poco. —Bien, por si acaso, yo se los recordare a todas por si alguna se le olvido —dijo Esperanza. —Yo también —dijo Mary. —Y si a este infeliz, se le ocurre jugárnosla, entonces no me importa que la policía intervenga o que me lleven presa otra vez, en ese momento, de verdad te matare —dijo Anna. —Oigan, ¿Por qué tanta desconfianza? ¿No confían en mí? —dijo Donald, mientras miraba a las chicas. Cuando Donald, hizo esta pregunta, se cayó casi de inmediato así mismo, ya que cuando vio las miradas gélidas que le lanzaron todas las chicas, se dio cuenta de que había hecho una pregunta que no debió haber hecho. —Bien, bien, Donald y yo, nos iremos a comprar los boletos y hacer las reservaciones para ir a Cancún, no se preocupen, yo me asegurare de que él no se atreva a dar marcha atrás —dijo Richard, mientras miraba a las chicas. —Bien, confiamos en ti Richard —dijo Mary. —Todavía no puedo creer que seas el agente de Donald —dijo Sarah. —Sí, tienes más porte de hombre rico que él —dijo María. — ¿Qué están tratando de decir con eso? —pregunto Donald, mientras miraba al grupo de Mary. —Nada, nada —dijo Sarah. —Si… nada —dijo María. —Como sea, voy a estar pendiente de ti para que no te atrevas a quedarnos mal a nosotras —dijo Anna, mientras agarraba por la camisa a Donald, y le clavaba levemente sus uñas en su brazo derecho. —Me estas lastimando ¿Lo sabías? —dijo Donald. —Ese es el punto de hacer esto ¿Verdad? —dijo Anna. —Bien, no continuemos con esto, vamos Donald, tenemos cosas que hacer, y esta… situación… nos demoró mucho —dijo Richard. —Bien, vamos.
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