Capítulo 8. Reinicio

2331 Words
Los días pasaron y Elizabeth debía prepararse para, una pequeña cirugía que ella misma realizaría a su propia hermana. —    Señorita Elizabeth, Sara ya está lista para la intervención quirúrgica. — dice ATENA mientras Elizabeth se estaba preparando para realizar la cirugía. —    Al fin, pudimos crear el biochip de pulso eh… solo espero que funcione — dice elizabeth al acercarse al cuerpo desnudo e inconsciente de su hermana. —    Si señora, ahora con esto podremos retrasar el “VENENO” y acabar con los efectos segundarios que le dan iniciativas suicidas a la paciente — Responde ATENA al activar la sofisticada maquinaria para asegurase de que Sara aun este viva. —    Revisáis todo, pulso, oxigeno, reflejos, monitoreo cerebral etc.… — ordena Elizabeth. —    Ya lo estoy haciendo señora, pero… ¿está segura de esto?, ¿no parece cruel usar a tu hermana como un experimento? — pregunta ATENA. —    No es un experimento, es mi hermana, y como tal, estoy dispuesta hacer lo que sea para protegerla — responde Sara al tomar el escarpelo. —    ¿incluso secuestrarla? — responde ATENA con una palabra ruda pero verdadera. Elizabeth creía que todo lo que hacía era correcto, ella era inteligente, pero su inteligencia no era comparada con su ingenuidad y su terquedad. —    Di lo que quieras ATENA, pero no me hagas sentir culpable, no más de lo que ya me siento. — dice Elizabeth molesta. —    Lo siento… —    Da igual, quiero que monitorees cada célula del cuerpo de Sara mientras realizo la cirugía. — dice Elizabeth al acercarse cuidadosamente a su hermana. —    Si señora…   Y después de eso, Elizabeth después de más de cuatro horas, logro implantar un biochip de pulso en el cerebro de su propia hermana menor, para así retrasar los síntomas del bioquímico conocido como “VENENO” que Nicola le implanto en su corazón. Elizabeth después de realizar la cirugía con éxito, por alguna extraña razón comenzó a llorar como una niña pequeña, ella sabía que todo lo que hacía y lo que hizo, no tenían perdón de nadie, ella se quebraba poco a poco como una copa de cristal y aunque tratara de aparentar fuerza y resistencia, ella ya de por si se estaba rompiendo y debía mantener su pecado en completo silencio. —      ATENA, ¿Cómo esta sara? — pregunta Elizabeth al secarse los ojos. —    La cirugía al cerebro de Sara fue un rotundo éxito, “el Biochip de pulso” que usted implantó dentro del cerebro de su hermana, esta funcionando y no parece causar problemas en la corteza cerebral de la paciente, pero — dice ATENA. —    ¿pero? — dice Elizabeth. —    Como era de esperarse el biochip afecto los recuerdos más recientes de sara, haciendo que ella olvidara todo de estas últimas horas — responde ATENA con lastima. —    Ha… ya veo, creo que es mejor así, yo soy la única que debe cargar con estos tristes y horribles recuerdos y debo ser la única que sepa sobre esto — dice Elizabeth antes de hacer algo con su asistente virtual. —    ¿Qué planea hacer señorita Elizabeth? — pregunta ATENA sabiendo la respuesta. —    Perdón, ATENA, pero, aunque no seas una persona humana, sé que no mereces cargar con esta culpa, por esa razón quiero que borres todo lo relacionado con lo que le hice a sara, Confirma comando — dice Elizabeth con seriedad. —    Haaa… como ordene, comando confirmado. — responde ATENA antes borrar todo registro de Sara. Los días pasaron y sara logro recuperarse sin saber todo lo que tuvo que pasar, ella había perdido sus recuerdos de hace varios días, efecto segundario de la cirugía del biochip; Sara no sabía nada, y para ella, el tiempo parecía ser igual, como si su cerebro se hubiera reiniciado desde el momento en que ATENA la capturó. Una mañana Elizabeth se levantó temprano y se dirigió a su trabajo dejando a Sara completamente sola en la mansión. —    Ahhh, Buenos días ATENA — dice Sara al bostezar. —    Oh, buenos días jovencita sara. — dice ATENA. —    Al fin pude recuperarme de ese extraño resfriado. — responde Sara al levantarse de su cama. —    Perdón por darte leche en mal estado, podría jurar que había ordenado leche fresca — se disculpa ATENA. —    No descuida, al menos las galletas estaban ricas. Sara y ATENA olvidaron todo lo que pasó y después de que Elizabeth borrara los recuerdos de ATENA, está la reprogramó con una historia falsa para que así Sara pudiera creerle. Para ellas, la leche que ATENA  le sirvió a Sara ese día, estaba en mal estado, dándole a Sara una fuerte intoxicación que la dejo en cama todo el día; Una historia completamente falsa a la realidad que Elizabeth decidió borrar.  Sara se levanta de su cama y se dirige al comedor para desayunar la deliciosa comida que los cocineros robóticos le habían preparado; Sara mientras desayunaba, aun pensaba en el diario de su padre, “ ¿Dónde podrá estar ese diario”? dice Sara en su cabeza, pero ella aunque quería encontrar ese diario, aún tenía responsabilidades por su increíble trabajo como artista famosa; mientras ella desayunaba, su olo-comunicador comenzó a repicar, era su mánayer y estaba muy furioso. —    ¿David? — dice Sara asustada. —    ¡Al fin logro contactarme contigo! — dice su mánayer molesto. —    Escuse mua, David, seguramente debes estar en problemas. — dice Sara al disculparse con su mánayer. —    ¿en problemas? ¡Claro que estoy en problemas! Todas las galerías de Europa no dejan de llamarme día y noche, para poder darles una fecha de estreno. — dice su mánayer muy molesto. —    Ya sé, pero, debo hacer algo primero. — responde Sara al excusarse de su responsabilidad. —    No importa, soy tu mánayer, tienes una carrera que mantener, ¿o prefieres vivir en la sombra de tu hermana? — responde David el mánayer. —    Pues no… pero, seguramente las galerías y museos podrán esperar mis siguientes obras. — dice Sara complemente ingenua al gran retraso que ella tiene en sus obras. —    No seas una… tienes menos de un mes para enviar tus nuevas obras de arte a la capital de Francia, ¡ah! y una cosa más,  Tu ferais mieux de ne pas me laisser tomber ou tu le regretteras Sara “Será mejor que no me defraudes o te arrepentirás Sara”— dice David molesto en francés. —    Si sabes que podría despedirte y buscar a otro mánayer ¿verdad David? — dice Sara molesta al ser sermoneada por su mánayer.   —    Ehhh… no digas eso, por favor no me despidas — dice David a su jefa.   —    Hahaha, bueno, aré lo que pueda, te enviaré una pintura en menos de una semana, mantente al tanto — responde sara.   —    Si señora…     Sara quería buscar el diario, pero al final, tendría que olvidarlo y enfocarse en su trabajó como artista, ella era una adolescente de 17 años, si quería hacer algo, debía hacerlo ahora; después de desayunar, Sara le pide ATENA dos cosas. —      ATENA, ¿puedes ordenar algunas cosas en línea por mí? — pregunta sara. —    Claro. ¿Qué deseas que ordene? —responde ATENA. —    Bueno, pintura, pinceles, marcos, tú me entiendes. — responde Sara. —    Claro, ordenaré todo lo que pueda servirte, hoy mismo llegaran— responde ATENA antes de ordenar en línea. —    Bien y una cosa más, ¿sabes dónde están esas pinturas que olvide en este lugar? —responde Sara. —    Algunas están guardas, pero otras están colgadas por las paredes de la mansión. — responde ATENA. —    Mmm… ya veo, bueno, les daré un vistazo mientras llegan mis cosas, así tal vez pueda inspirarme por mis viejas pinturas — dice Sara al dejar el comedor. —    Claro señorita sara… Sara se centró en volver a buscar la inspiración que la catapultó como pintora, una gran artista a nivel de grandes iconos de la historia, pero, Sara… al igual que todos los artistas, era complicada, su cabeza era un nido de pensamientos e imaginación, ella pintaba para dar a conocer al mundo lo que es la verdadera belleza, pero, como a todos los grandes artistas, esa inspiración y esas ganas de mostrar al mundo cosas jamás vistas, es lo que afectaba la creatividad de Sara. Sara sufría por un gran bloqueo artístico y pensó que, al regresar a su hogar, algo le daría inspiración, una ideología bastante alejada del resultado que Sara esperaba, ya que ella no se sentía inspirada, solo afectada al ver cuadros de sus primeras pinturas que en boca de cualquiera se podría decir que eran horrendas. —      ATENA, ¿Por qué estas pinturas están colgadas cerca de las habitaciones principales de la mansión? — pregunta Sara apenada por sus primeras pinturas. —    La señorita Elizabeth creyó que sería buena idea colgarlas. — responde ATENA. —    No, son horribles, había olvidado lo feas que eran mis primeras pinturas, por favor desate de ellas. — responde Sara molesta y avergonzada por sus primeras obras de arte. —    Mas tarde les ordenaré a los androides de esta mansión guardar esas pinturas— responde ATENA. —    Gracias, no podría estar en esta casa viendo mis más feas pinturas, sea como sea, iré a mi habitación, debo relajarme para empezar a pintar — responde Sara al subir las escaleras. —    ¿encontró la inspiración que necesitaba señorita sara? — pregunta ATENA. —    No, más bien, encontré asco por mi “yo” del pasado, esas pinturas son muy feas. — dice sara criticando sus primeras pinturas. —    Ah… como usted …¿diga? Sara se encierra en su habitación y sin ayuda ella comienza a mover cada mueble para así tener un gran espacio en el que ella pueda trabajar, algo típico de la mayoría de los artistas, encerrarse en sus habitaciones para así crear grandes mundos; después de que Sara reorganizara de cierta manera su gigantesca habitación, ATENA de inmediato se comunica con ella, para notificarle de su entrega. —    Sara, veo que remodelaste… — dice ATENA de forma sarcástica. —    Si, ¿Qué te parece mi área laboral? — pregunta Sara al girar como una bailarina de ballet. —    Pues no está mal, pero pudiste simplemente pedirlo, hay muchas habitaciones vacías en esta mansión, si necesitabas un área para poder trabajar pudiste decírmelo. — recalca ATENA. —    Ya… eso ya lo sé, pero, prefiero tener mi cama cerca, así cuando se me ocurra una idea mientras duermo podre rápidamente plasmarlo en pintura. — responde Sara con una sonrisa. —    Ya veo… —    ¿Qué quieres ATENA? — pregunta sara. —    Ah… su entrega ya está aquí, por favor diríjase a la entrada principal para confirmar su firma. — responde ATENA. Sara sin dudarlo, baja al primer piso y se dirige a la entrada principal donde unos robots repartidores de “AMASING” la estaban esperando. —    Buenas señorita sara, es un gusto informarle que su pedido ya está aquí, nosotros nos encargaremos de llevar todo a su habitación, mientras tanto, por favor firme para confirmar el pedido — responde uno de los robots repartidores. —    Muy bien, ahí está mi firma — dice Sara después de firmar en la tableta digital del robot repartidor. —    Muy bien, muchas gracias por escoger nuestra tienda el línea “AMASING” mi número de identificación es “ REPARTIDOR—C7-B”  —    Haha, mucho gusto en conocerte repartidor “C7”, gracias por traer mi pedido a tiempo. — dice Sara al despedirse de ese robot. —    Digo lo mismo, por favor, recomiende nuestra tienda a amigos, vecino y familiares, y no olvide por favor catalogarnos con su mejor puntaje en la tabla de servicio al cliente — responde el robot repartidor C7. —    Si si como digas, tengo trabajo que hacer, adiós robot— dice Sara al cerrar la puerta. Después de eso, Sara solo se desconecta del mundo real y se encierra en su habitación para comenzar a pintar las más hermosas, increíbles y apasionantes pinturas de una genio incomprendida, pero… mientras Sara pintaba un hermoso cuadro que ni siquiera se podría describir en esta historia, Elizabeth llega a casa sin decir nada, sin llamar la atención de su hermana. —      ATENA, ya llegué… — dice Elizabeth al dejar su elegante bolso en el suelo de la entrada principal. —    Bienvenida Elizabeth, ¿Cómo te fue en el trabajo? — pregunta ATENA con alegría. —    Pues me fue como siempre, mal ¿y mi hermana? — pregunta Elizabeth —    Ella esta encerrada en su habitación pintando, ¿quieres que le notifique sobre tu llegada? — pregunta ATENA. —    No… no lo hagas, no podría verla a los ojos, no con está culpa, mejor iré a mi laboratorio, debo adelantar en mis proyectos personales — responde Elizabeth al entrar a un ascensor oculto cerca de la entrada de la mansión. —    ¿quieres que te lleve algo de comer y de beber? — pregunta ATENA. —    Si, ordénales a los androides de esta mansión llevarme un sándwich de queso — responde Elizabeth. —    ¿y de beber linda? — pregunta ATENA. —    Botellas llenas de alcohol — dice Elizabeth al cerrar las puertas del ascensor… Elizabeth baja a su laboratorio secreto y mientras su comida y bebidas estaban en camino, ella nuevamente se debate entre una elección y la otra. Ayudar a Cyberwor con el proyecto del “Ojo rojo” o no hacerlo y dejar que su hermana menor muera… “¿Qué elección debía escoger?” esa era la máxima pregunta que Elizabeth se hacía así misma desde que la detective colomar le revelo sobre las verdaderas intenciones de Nicola y Cyberwor; ella cometió muchos errores en su vida, pero ahora, no sabía si seguir cometiéndolos o parar y aceptar las consecuencias. —    Haaa…, ¿Qué debo hacer? — dice Elizabeth al reclinarse en su silla dando un fuerte y melancólico suspiro.
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