bc

La Belleza Está En El Interior

book_age12+
206
FOLLOW
1K
READ
drama
sweet
like
intro-logo
Blurb

Ellos eran mejores amigos.

Sus familias eran uno.

Un suceso, un mal entendido llevara a que todo se rompa, todo se destruirá en demasiado poco tiempo y de una forma que ellos no pueden controlar, las piezas de su vida se van cayendo sin darles tiempo a encontrar las perdidas o la forma de que la torre siga en pie.

chap-preview
Free preview
Prologo
Mi vida, era normal, es algo que todos decimos, todos creemos en la normalidad de nuestras vidas, que yo no vengo a reivindicar que no es así. Las vidas de todos son normales, hasta que llega un punto en nuestra vida en el que las cosas cambian, todos tenemos rutinas, clases, trabajo, familia y esas cosas pero cuando todo cambia nos damos cuenta que las cosas son demasiado diferentes, demasiado complicadas como para comprender. Todo esta bien hasta que la torre que durante los años has ido formando se cae, se destruye sin darte tiempo a reaccionar, sin darte tiempo a asimilar las cosas. Pero me estoy adelantando a los acontecimientos, vayamos poco a poco, paso a paso para que nadie se pierda. Lo primero que se debe hacer al conocer a alguien es presentarse, soy Alice Costa, tengo diecisiete años en el momento en el que estoy escribiendo esto pero todo comenzó antes, la historia que hoy comparto comenzó  cuando tenía quince años, no se que paso, solo han pasado dos años y sigo sin comprenderlo pero todo se destruyo, pero eso no es lo importante en este fragmento, aunque vivo en Lisboa, nací en Galicia, una provincia española, nací hay por las circunstancias, mis padres estaban haciendo el camino de Santiago cuando mi madre rompió aguas, no se a que persona se le ocurre hacer ese camino cuando esta embarazada de ocho meses, pero bueno eso no es lo importante en la historia. Mi madre es profesora de historia en el instituto en el que estudiaba, mientras que mi padre era cocinero y economista en un restaurante que había creado con su mejor amigo, Bruno Silva, otro cocinero demasiado cabezota que deberían aprender a separarse, era como mi tío, su mujer Laia era profesora de matemáticas que trabajaba en el mismo instituto que mi madre por lo que nos daba clases en el mismo lugar en el que estudiaba, pero no solo yo era la perjudicada, Finn Silva, uno de los hijos de los amigos de mis padres era otro de los perjudicados, no solo por ser hijo de una profesores, sino también por ser mi mejor amigo. Nuestras madres eran grandes amigas y parecía que eso les había hecho unirse más para tener hijos casi al mismo tiempo, Finn tenía un hermano mayor, Álvaro, un chico de veintiún años que estudiaba un doble grado en la universidad, que daba demasiado gusto verle pero decírselo a Finn, se molestaría demasiado, para su pequeño orgullo de leo, era demasiado orgulloso, se ofendía demasiado pobre, se creía el más guapo de los hermanos Silva, por lo que debíamos dejarle, yo también tenía una hermana, pero esta era pequeña, se llamaba Beatriz, que era más pequeña que yo, quince años tenía, era la mejor amiga de Giulia, la hermana de quince años de Finn. Luego teníamos, los dos, otros hermanos pequeños, yo tenía a Emilio y él tenía a Diana, eran unos críos de ocho años a los cuales metería la cabeza en el retrete, no me gustaban los niños y encima teníamos a la madre de Finn embarazada, en el momento de los sucesos, de un bebe que íbamos a tener que cuidar nosotros, porque estos son demasiado complicado, ellos trabajaban demasiado y necesitaban tiempo y nuestro único trabajo era estudiar, por lo que teníamos que ayudar sin quejarnos. Aunque claro, las edades son de ahora, en el dos mil veinte pero hace dos años, todos tenían dos años menos, creo que la resta será sencilla, Álvaro tenía diecinueve, Beatriz y Giulia trece, Emilio y Diana seis, y los gemelos que vendrían luego de parte de los Silva, aun no habían nacido Maren y Zedd, nombres demasiado extraños pero no conozco a los niños, no pude verles nacer ni nada pero eso no es cosa de ahora. Nuestras familias estaban obsesionadas con demasiadas cosas, una de ellas era que el restaurante funcionara de la forma que fuera, creo que venderían un riñón si era necesario, pero también estaban demasiado obsesionados con tener todo bajo control, demasiado, en ocasiones era demasiado complicado aguantarles, todos querían tener muchos hijos, que todos fuéramos de una forma y además seguir las normas de su religión, claro porque no podíamos vivir en Portugal y no ser religiosos, era como ser de suiza y que no te gustara el chocolate, cosas que eran imposibles, parecíamos una pequeña secta, como el opus o cualquier cosa de esas, pero no era una cosa realista. Nuestras familias eran como hermanas, cenábamos juntas cada viernes y nos íbamos juntos de vacaciones, nuestras familias, eran demasiado pesadas con la unidad de nuestras familias, era como los mafiosos italianos, enserio, eran demasiado raros pero no es que fuera una cosa que me molestara, no porque me pagaban unas vacaciones en unos buenos cámpines. Creo que ya valen con las presentaciones y explicaciones, creo que es el momento de colocarnos en el precioso momento en el que todos cambio, en el que todo se fue a la mierda, creo que es la única forma en la que se puede entender esta historia tan caótica.  En este momento, estábamos en un camping del pirineo francés, con nuestras caravanas, había una con solo habitaciones que eran para todos los niños, y la otra tenía cocina y dos habitaciones en los que dormían los adultos, era curioso como funcionaba las cosas, pero no me iba a preocupar ahora, era mi ultima semana de verano por lo que pensaba disfrutar hasta que el tiempo me deje. Los campings funcionan por terreno, tu alquilas un trozo, aparte de que el espacio era un cerrado donde todos tenían sitio para hacer cosas, y había de todo, una piscina, bares, lavandería y mil cosas más que ni me iba molestar en buscar. Note que alguien me echo unas gotas de agua. Abrí mis ojos para después quitarme las gafas y ver al idiota de Fin encima mío todo mojado, acababa salir de la piscina. —¿Tenemos cinco años o que?—le pregunte bastante sorprendida. Finn se sentó en mi tumbona y me miro. —¿Te doy crema?—me pregunto. Le mire, su cara dejaba claro que se aburría, para mi Finn era demasiado sencillo de leer, era como un libro abierto, demasiado sencillo de leer, demasiado divertido, conmigo él tenía las mismas ventajas, éramos mejores amigos por lo que eran cosas de ello. —A mi me la puedes echar—comento mi hermana, desde la piscina. La mire. —Tú a callar niñata—le avise a mi hermana. Ella me miro sacándome la lengua después, le saque el dedo del medio de mi mano derecha. —Se lo diré a mama—me grito. Le mire. —Bea, vete a par por saco a Gulia—le dije. Mi hermana me miro molesta, sin decir nada más siguió nadando para irse a jugar con los demás niños, mire a nuestros padres que estaban sentados en el bar, a la madre de Finn con la tripa de embarazada muy grande y a la mía hablando emocionada con ella, demasiado emocionada, creo que ella también quería tener otro hijo. No me gustaban los niños, me parecían la cosa más pura del mundo pero que contaminábamos con nuestras tonterías y se volvían seres, malvados y crueles, les veía como cosas malas, y dejaban de ser buenos, no era algo que me gustase, eran demasiado tontos, como muchos de los niños de los niños de hoy en día. Finn apoyo su cabeza en mi cuello y me beso en la mejilla. —¿Qué quieres?—le pregunte. Podíamos tener solo quince años pero ser casi los mayores y tener que ayudar en todo a nuestros padres, nos hizo madurar demasiado rápido, ojala no lo hubiéramos tenido que hacer, prefería vivir en un cuento de engaños en el que todo era color de rosa, ver los demás colores hacían el cuento demasiado cruel, —Creo que deberías dejar de tomar el sol y venir a jugar conmigo—me dijo. Mire a mi amigo, me senté  en la tumbona haciendo que el se sentara quedando los dos mirándonos a los ojos. —¿A que quieres jugar? ¿A médicos?—le pregunte bromeando. —Bueno si me dejas hacerte cosquillas—comento Finn siguiendo la broma. Le mire. Soy una persona con demasiadas cosquillas, tengo cosquillas en cada rincón de mi cuerpo, es demasiado horrible, Finn es el único que lo sabe, a los demás no les dejo ni tocarme, en ocasiones hasta un abrazo puede hacer que me ría de las cosquillas que me generaba, era mi punto débil por ello odiaba que me las hicieran. Le señale con el dedo. —No—le avise. Finn agarro mi dedo para apartarlo de mi cara y beso mi mejilla. —No seas gruñona y ven a jugar—me dijo. Le mire. Si lo veo desde la Alice que tiene diecisiete años me hubiera ido a jugar con él, sin dudarlo, no me imaginaba que esa iba ser la ultima vez que íbamos a poder jugar juntos, bueno, jugar, hablar o abrazarnos, si lo hubiera sabido, sin dudarlo le hubiera abrazado hasta que se hubiera acabado el mundo pero mi yo de quince años no se imaginaba que ese era el fin de todo, si lo hubiera sabido, me hubiera aferrado a cada momento de la vida que nos dieron, pero no lo sabía por lo que hice lo que pude. —No—le dije. Finn se levanto. —Eres demasiado aburrida—me dijo. —Quiero ponerme morena—me queje. Finn me miro. En ocasiones creo que el sabía lo que iba pasar, creo que supo averiguar las cosas que pasaban, enserio, en ocasiones creo eso pero quizás jamás lo sepa. Finn agarro mi mano, le mire sin entender nada, pero con poco esfuerzo me cargo en su hombro como un saco de patatas, sin dificultad camino a la zona más profunda de la piscina para saltar haciendo que los dos nos mojáramos. Al caer al agua nos separamos, me gire y nade un poco para poder quedarme en el lugar en el que tocaba. —Idiota—le grite. Mi mejor amigo me miro riendo, le mire molesta, agarré uno de esos corchos de piscina para pegarle con él, Finn se acerco a mi y me agarro de la cintura para hacerme una ahogadilla. Salí del agua y me impulse poniendo mis manos encima de sus hombros en intentar hacerle una ahogadilla pero no podía, Finn se echo para atrás conmigo haciendo que los dos nos mojáramos, mucho más. —Te seguro que te mataba—le dije. Finn me miro riendo. Nade hasta el final de la piscina para sentarme en la esquina de esta, pase mis dedos por mi pelo para mirar como Finn nadaba en la piscina. —No seas aburrida—me dijo acercándose a mi. Finn apoyo sus manos en el borde, alado mío, le mire. —No soy aburrida—me queje. Finn me miro. —Eres la más aburrida del mundo—me dijo mi mejor amigo, le golpee con el corcho en la cabeza. —No seas tonto—le avise. Con poca dificultad, Finn se sentó a mi lado y miro a nuestros padres. —¿Qué crees que va tocar esta vez? ¿niño o niña?—me pregunto. Le mire. —Por el bien de Giulia, espero que sea niña—comente. Finn me miro sorprendido. —Sois demasiado sobreprotectores—le aclare. —No es verdad—se quejo. Le mire. Es normal que el hermano mayor proteja al menor, es algo normal, sale solo, le ves como una miniatura y no quieres que pase por las cosas que tu has pasado, si es algo que yo veo normal, pero por lo normal los chicos son más protectores que las mujeres, creo que es algo biológico porque no lo entiendo, cuando hay una hermana y un hermano en una familia, este tira mucho a proteger y cuidar a la chica, sea mayor o pequeña, no creo que por verle más débil sino porque inconscientemente todos sabemos que las mujeres lo pasan peor que los hombres. —Lo es—le dije. Finn me miro. —Es que es muy pequeña, la pobre no puede sola—comento Finn. Le mire. —No creo que sea cuestión de que pueda o no, sino de que tienes miedo a perderla—le dije. Mi amigo me miro, era más fácil ser sinceros, los hombres protegían a las mujeres que querían porque tenían miedo a que la sociedad las destruyera, porque estaba demostrado, aunque no fuera de una forma científica, estaba demasiado probado que las mujeres éramos mucho más atacadas en este mundo que los hombres, por ello temían que las mujeres importantes de su vida fueran consecuencia de la sociedad. —Vale, pero no os lo creáis mucho—comento Finn. Me reí. Mire a Finn, poca gente creía que la amistad entre hombres y mujeres eran casi imposibles, en ocasiones yo también lo creía, creía que me iba terminar enamorando de él, que íbamos a ser una de esas historias de amigos que pasaban a ser amantes, pero no, las cosas no son así. —Eres un cabrón—grito el señor Silva. Tanto Finn como Álvaro salieron de la piscina para ver que pasaba. Mi padre miro al señor Silva. —Eres tú quien ha hecho las cosas mal, a mi no me vengas llorando—comento mi padre. Me levante para ver que pasaba. Cerca de las caravanas, en una esquina estaban nuestros padres bastante tensos, uno frente al otro bastante cabreados, el señor Silva tenía un móvil en la mano, parecía que lo estaba apretando con fuerza suficiente para romperlo. —¿Qué esta pasando?—le pregunte a Finn en un susurro. —No lo se, pero quédate detrás mío por si acaso—me dijo Finn quien sin dificultad me movió para que me pusiera detrás de él. Nuestros padres eran dos hombres con carácter pero no suelen perder los papeles, no son dos personas que suelan perder los papeles, no suelen gritar. —Siempre haces lo que te da la gana, contratas a quien te da la gana y compras lo que te da la gana, porque te crees más listo que los demás, solo por tener una carrera universitaria—comento el señor Silva. Mire a Finn sin comprender nada de lo que estaba pasando. —Soy más listo—comento mi padre. Mire a mi madre, estaba con la señora Silva en silencio, mirando la escena creo que quizás igual o más sorprendidas que nosotros, creo que nadie se esperaba lo que estaba pasando, nuestros padres eran amigos desde antes de nacer, éramos generaciones de buenas amistades. Todo comenzó con nuestros abuelos que abrieron el restaurante, criaron a nuestros padres juntos, como hermanos, les criaron de la misma forma, para que siguieran con el restaurante pero quizás no todos puedan con eso, puede que ellos siempre se odiaran y solo seguían como amigos por nuestros abuelos, por sus padres. —¿Qué pasa?—pregunto Álvaro acercándose con cuidado a la escena. Los dos padres miraron a Álvaro. —No te metas, eres solo un crío—comento mi padre. Estaba demasiado impresionada. —El crío eres tú, un maldito egoísta que hace las cosas sin pensar en los demás—se quejo el señor Silva. Mire a mi padre sin entender nada, agarré la mano de Finn, estaba demasiado perdida pero no solo eso, sino que todo lo que estaba pasando era superior a mis fuerzas, no me gustaban los conflictos y no me gustaba las tensión, no me gustaba que la gente peleara y mucho menos estar yo en una. —Vale, vamos a parar ¿Qué ha pasado?—pregunto la señora Silva. —Que el gilipollas de Costa a vendido el restaurante—conto el señor Silva. Todos nos quedamos sorprendidos. —Lo habías arruinado, no dejábamos de tener perdidas, todo porque eres un maldito idiota que no para de gastar y gastar—se quejo mi padre. Mire a Finn. —Estoy hasta los huevos—comento el señor Silva—Nuestra relación se termina aquí, no quiero a las idiotas de tus hijas cerca de mis hijos—comento el señor. Mire a Finn. —Oye, que porque os enfadéis vosotros no molestéis a los demás—dijo Finn. —Finn, es una orden—le dijo su padre. Mire a Finn, me miro. —No seas imbécil papa—se quejo Finn. —Papa—me queje yo para que hiciera algo. —Nunca he podido estar más de acuerdo con el idiota de Silva, aléjate de ese idiota—me dijo mi padre. Mire a mi madre bastante sorprendida. —Mama—me queje. Mi madre no dijo nada, se quedo callada agarrando nuestras cosas, se puso a recoger cuando el mundo enterró se estaba yendo a la mierda ¿Esta mujer era normal? Estaba claro que no. —Beatriz, Diana, salir de la piscina—dijo mi madre. La mire sorprendida, no podía ser que mi madre le estuviera dando la razón a mi padre, no podía ser que estuviera haciendo esto, dejando que mi padre destruyera nuestras vidas, no podía creerme que las cosas estuvieran haciendo estas cosas. —Vamos a calmarnos—dije. No quería separarme de Finn, era mi único amigo, la única persona con la que podía ser totalmente yo sin miedo a lo que pudiera pasar, sin miedo a que nadie me juzgara, y ahora todo se estaba yendo a la mierda, demasiado doloroso el hecho de tener que dejar a Finn porque si. —Tú a callar y recoge tus cosas—me dijo mi padre. —No podéis j***r nuestras vidas porque seáis unos críos que no saben llevarse bien—se quejo Finn. —Finn, ya basta—le grito la señora Silva a su hijo. Miramos a todos, creo que tanto Finn como yo estábamos demasiado sorprendidos ¿Quién podía comprender lo que nuestras familias estaban haciendo? Nadie. Dos años después sigo sin comprender que paso, pero lo único que tengo claro es que cambiaron mi vida de una forma que siempre recordare.

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

AMOR CON ODIO

read
13.0K
bc

UN TOUCHDOWN A TÚ ❤️

read
225.9K
bc

Casado con la ¿Gordita?

read
312.9K
bc

Efimero (Devil's touch)

read
372.9K
bc

En los Zapatos de Renatas

read
1.4K
bc

Mi jefe esta paralitico

read
3.2M
bc

Una esposa de mentira. Saga familia Duque.

read
8.6K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook