**GABRIEL**
Me recosté en el sillón, cruzando las piernas con una confianza que apenas sentía. La niebla de la distracción se había disipado, y en su lugar, una claridad fría se apoderó de mí. Sea cual sea el juego que estaban jugando, acababan de ponerme las cartas sobre la mesa.
Cuando finalmente entraron, los padres de Sienna parecían tan distintos de lo que había imaginado. La madre, una mujer de mirada penetrante, tenía la misma chispa de determinación que su hija. El padre, más reservado, se mantenía en un segundo plano, pero su presencia era innegable. El aire se volvió denso con la tensión de lo no dicho.
—¿En qué le puedo servir?—dije, intentando sonar cordial, aunque sabía que la situación era todo menos amistosa.
—No estamos aquí para charlar —interrumpió la madre, su vo
