**GABRIEL** Mis pies se movieron solos, un eco sordo de mi propia furia golpeando la madera del pasillo. La imagen se reproducía una y otra vez en mi cabeza. Sienna y Mateo, juntos, riendo, susurrando, tocándose… ¿Románticamente? La idea era un veneno hirviente que me subía por la garganta, asfixiándome. Abrí la puerta del dormitorio de Sienna de una patada que resonó en el silencio de la casa. Ella estaba de espaldas, frente al espejo, y se giró con una exclamación ahogada, la sorpresa dibujada en su rostro perfecto. —¡Gabriel! ¿Qué demonios te pasa? —Su voz, tan clara y hermosa, solo avivó la llama de mis celos. Me lancé hacia ella sin pensar. Mis manos agarraron sus hombros y la empujaron hacia atrás con una fuerza que no supe qué poseía, hasta que su espalda impactó contra la pa

