**SIENNA** Al día siguiente, martes, fui al trabajo con la sensación de estar representando un papel en una obra de teatro de la que ya no recordaba el guion. Sonreí a mis colegas, asistí a reuniones, respondí emails, todo mientras una parte de mí calculaba obsesivamente: cuarenta y ocho horas. Durante el almuerzo, mi mejor amiga Carla me estudió por encima de su ensalada césar. —Tienes cara de mujer con secretos —dijo, con esa franqueza brutal que había pulido durante quince años de amistad. —Tengo cara de mujer con insomnio —corregí, pinchando mi sándwich sin apetito. —Es lo mismo. Los secretos son la principal causa de insomnio en mujeres de nuestra edad. Bueno, eso y las arrugas que aparecen de la nada. Me reí a pesar de todo. Carla tenía el don de encontrar humor en cualquier

