**SIENNA**
El lunes volvería a verlo en la oficina, manteniendo la fachada profesional que habíamos perfeccionado hasta convertirla en una segunda naturaleza. Pero antes de eso, mucho antes de eso, tendría que enfrentar a mi madre con una conversación que llevaba años posponiendo.
Y esta vez no sería para justificar una llegada tardía o explicar un perfume diferente en mi ropa. Esta vez sería para comunicarle, con toda la gentileza de la que fuera capaz, que me iba. Que había llegado el momento de construir mi propia vida, con todas las consecuencias hermosas y terribles que eso implicaba.
Las calles del centro habían adquirido esa cualidad dorada que caracteriza a los sábados por la tarde: familias enteras caminando sin prisa, vendedores empacando sus mercancías, parejas jóvenes sentad
