**SIENNA**
Llegué a casa con la cabeza hecha un nudo y los nervios de punta. El día había sido una mierda de principio a fin: el ambiente en la oficina más tenso que cuerda de violín, mi supervisor respirándome en la nuca con sus plazos imposibles, y Gabriel… bueno, Gabriel seguía siendo esa presencia que me desordenaba el pulso y me hacía cuestionar cada decisión que había tomado en los últimos días.
Solo quería tres cosas: silencio absoluto, una ducha tan caliente que me quemara la piel, y tal vez llorar como una magdalena sin que nadie me preguntara por qué. Pero la vida, con sentido del humor retorcido, tenía otros planes para mí.
Apenas abrí la puerta, el sonido me golpeó como una cachetada. Risas estridentes. Voces agudas que competían por ser las más escandalosas. Olor a perfu
