Terapia s****l [+18]

Vi morir a mi padre debido a un infarto respiratorio, y es que todo fue tan rápido y tan extraño que sentí que se fue sin decirme lo que en verdad pasaba con él, te cuento como es que comenzó todo.   Mi madre murió cuándo yo tenía 12 años y quedé al cuidado mi abuela María y mi padre. Cierto día llegó una mujer a la casa llamada Antonia en busca de trabajo, mi abuela se negó de inmediato, pero mi padre dijo que hacía falta quien nos ayudara con los quehaceres domésticos y la contrató de inmediato, sin imaginar que esa maldita mujer acabaría por destruirnos la vida.   A los pocos días de haber llegado Antonia a la casa, mi padre comenzó a tener comportamientos demasiado extraños pues se comportaba bastante cariñoso con la tipa esa, y a mi abuela y a mí nos dejaba de lado, al tal punto que nos obligaba a servirle la comida y a lavarle sus ropas, argumentando que era lo menos que podíamos hacer por ella por encargarse de la casa.   Cierto día tuve la primera de tantas discusiones con Antonia, pues la muy confianzuda quitó las fotos de mi madre y puso unas de ella en su lugar, llena de rabia le dije que estaba despedida, ella me miró y me dijo que sería mejor que me acostumbrara, porque en poco tiempo sería la señora de la casa y por consiguiente mi mamá.   Al escuchar la puerta corrí a encontrar a mi padre y a mi abuela que habían ido al mercado a comprar la despensa, y estos al verme en tan mal estado me preguntaron preocupados que era lo que había sucedido, le dije entre llantos que esa mujer se había desecho de las fotos de mi madre y quería que se fuera de la casa, mi abuela estuvo de acuerdo conmigo, pero mi padre se rehusaba hacerlo, estábamos en eso cuando entra Antonia con el vestido rasgado y algunos golpes en la cara, acusándome de haberla atacado, mi padre bastante avergonzado se disculpó por mi comportamiento y la llevó hacía el closet de mamá para que escogiera algún vestido de ella, la mujer nos miró y sonrió, y mi abuela y yo nos quedamos llenas de coraje.   Así pasaron los días hasta que mi padre nos dio la noticia que se casaría con Antonia, mi abuela le dijo que si lo hacía se olvidara de que tenía madre, pero a él poco le importo pues la boda se hizo a la semana siguiente, al no asistir a la boda decidimos meternos al cuarto de Antonia porque mi abuela estaba segura de que algo raro pasaba. Y no se equivocó pues luego, luego al entrar nos dimos cuenta de que algo no estaba bien, había un olor bastante nauseabundo y en uno de los rincones de la habitación había una vela que tenía la forma de dos personas abrazándose de color rojo, y estaba untada con lo que parecía ser una especie de miel, también estaba la foto de papa y la foto de Antonia clavadas con un alfiler, quise agarrarlas, pero mi abuela me dio tremendo manazo que no tuve más remedio que quedarme quieta, seguimos buscando y al abrir uno de sus cajones encontramos ropa interior de mi padre y lo que parecía ser una bola de vellos púbicos amarrados con un listón rojo y una pequeña oración de ven a mí.   -      Vieja maldita — gritó mi abuela enfurecida — pero mañana se va a enterar mi hijo ya lo veras.   Estábamos por irnos, cuando nos llamó bastante la atención un pequeño pedazo de tela que salía de bajo de la cama.   -      Aparte de bruja, ratera. -      Pero, ¿De qué hablas abuela? -      Esa es mi blusa hija.   Y al jalar la se llevó la sorpresa de su vida, pues era una muñeca hecha de su blusa y tenía una foto de la abuela amarrada con un delgado listón n***o, también tenía 4 alfileres clavados alrededor del estómago.   -      Quizás esto explique los dolores tan fuertes que tengo por las noches hija. -      Ay abuelita ¿Y desde cuando te duele? -      Desde que esa mujer llego a esta casa, también mi hijo ya no es el mismo. -      A ver hija asómate bajo la cama, a ver qué más encuentras.   Así lo hice y al alumbrar con mi celular no pude evitar soltar tremendo grito de espanto, al ver al gatito que me había regalado mi abuela 3 días atrás, metido en frasco de mayonesa lleno de un líquido amarillo muy parecido a la orina.   -      Basta, larguémonos de aquí hijita. -      Espera abuela creo que alcanzo haber algo más.   Saqué un pequeño bulto que desprendía un olor bastante asqueroso, comenzamos a destaparlo con mucho cuidado sin imaginarnos la terrible y grotesca sorpresa que nos llevaríamos al destapar eso, pues estaba una enorme rata abierta exactamente por en medio, y justamente en medio del estómago del animal fotos de mi abuela amarradas con los intestinos de la infortunada rata, no pude evitarlo, salí corriendo tratando de contener el vómito.   A los pocos segundos Salió mi abuela también con algunas de las cosas que habíamos encontrado, le pregunte que si se las daría a papá, pero ella lo negó dijo que se los llevaría a don Cipriano, que él sabría muy bien qué hacer con eso.   Yo nunca supe de la existencia de don Cipriano hasta ese día, y me quedé bastante sorprendida al saber cómo es que el señor conocía a mi abuela y por qué le tenía tanta Fe.   Llegamos a una casa bastante humilde, al ver a mi abuela don Cipriano se alegró bastante, pues tenían varios años de no verse, este nos invitó a pasar y al entrar pude percibir de inmediato un fuerte olor a hierbas que provocó que comenzará a estornudar sin parar, pues conforme avanzábamos el olor se intensificaba más. Nos llevó a un pequeño cuartito dónde tenía un sinfín de pequeños altares y al encender una de las enormes veladoras de las que tenía ahí, inmediatamente comenzó a despedir un olor bastante fétido casi imposible de aguantar.   -      Una de ustedes dos se encuentra bastante mal —don Cipriano exclamó   Comenzó hacer un gran círculo en el suelo y dijo que teníamos que entrar ahí para ver quien tenía el mal, así que mi abuela sugirió que yo entrara primero, y después de untarme con aceites, hierbas y varios huevos, este le comento a mi abuela que me podía curar, que no sería fácil, pero con mucha Fe y constancia estaría bien.   -      Es tú turno — dijo don Cipriano a mi abuela   Al ingresar, don Cipriano comenzó a llorar, lo siento mi señora decía, por ti no puedo hacer nada.   -      ¿Que es lo que tiene mi abuelita? — le decía llorando. -      Ay hijita, a tu abuelita la han enfermado de gravedad, pero no te preocupes no podré salvar su cuerpo, pero si salvaré su alma, para que quien le haya hecho esto tenga una enorme deuda con el demonio a quien se la ofrendo.   Mi abuela trató de consolarnos diciendo que ella ya estaba bastante vieja y cansada que no nos preocupemos por ella, que don Cipriano solo se ocupará de ponerme salvo, así que saco todo lo que nos habíamos traído del cuarto de Antonia y se lo entrego a don Cipriano, este al verlo dijo que la esposa de mi papá quería que nuestra muerte fuera lenta y dolorosa y según tenía ofrendada el alma de mi abuela.   -      ¿Cuánto tiempo me queda Cipriano? — preguntó mi abuela. -      No más de un mes, el mal que traes te ha podrido por dentro casi en tu totalidad. -      Eso ya no importa ahora, lo importante es que salves a mi nieta y me prometas que siempre la cuidarás de esa mujer. -      Se lo prometo mi señora, y este indio te guiará en tu camino hacia la luz — le comentó refiriéndose a él   Mi abuela abrazó a don Cipriano y nos fuimos del lugar, yo le pedí que fuéramos al médico que no podía creer en las palabras de ese viejo loco, fue tanta mi insistencia que accedió diciendo que al día siguiente iríamos a ver al doctor.   Al llegar a casa nos sorprendió ver que estaban mi padre y Antonia, mi abuela le preguntó que había pasado con la celebración de la boda, a lo que mi padre respondió algo desanimado que Antonia había comenzado a sentirse mal, y como no pues don Cipriano había comenzado a deshacer todos sus trabajos que había hecho en contra de nosotras, y esta no dejaba de vomitar frente a los invitados, la boda tuvo que cancelarse pues está en plena fiesta, comenzaba a vomitar alfileres y bolas de cabellos dejando un olor bastante desagradable que hizo que varios de los invitados se fueran del lugar.   -      Maldita arruinaste mi boda — dijo Antonia al ver a mi abuela. -      Pero que te pasa, has enloquecido — repuso mi abuela. -      No te hagas pendeja maldita vieja, tú arruinaste todo, pero te va a pesar te va a pesar — repetía una y otra vez Antonia. -      Papá, que no le vas a decir nada, ¿Por qué permites que le hable así a la abuela?   Pero mi padre solo se quedó mirando como insultaba a la abuela, estaba más que comprobado, papá prefería Antonia antes que a mí o que a la abuela.   Al día siguiente nos fuimos al médico sin avisarle a papá, sometieron a mi abuela a un sinfín de estudios, y al terminar mis temores se volvieron realidad pues al entregarnos los resultados ya no había duda alguna, mi abuela fue diagnosticada con cáncer terminal, lamentablemente estaba totalmente invadida y no había nada que hacer pues estaba desahuciada y no le daban más de un mes de vida.   -      Te lo dije hijita, Cipriano no se equivoca. -      Ay abuelita que voy a hacer sin ti, esa mujer va a acabar conmigo también. -      No te preocupes que ya me he encargado de eso. -      Pero, ¿Cómo? -      Ya lo veras cuando lleguemos a la casa.