El director se marchó, yo continué dando mi clase, pero mientras lo hacía, podía sentir que Phoebe me miraba de manera fija. Me comencé a incomodar, así que hablé.
— Phoebe, ¿Tienes algún problema conmigo? No me has dejado de mirar desde que entraste.
— A decir verdad, sí, ¿Por qué lleva esas gafas, profesora?
— Preguntas que no son relevantes, si las llevo es porque las necesito, ¿No crees?
— ¿Sí, pero me puede decir el motivo por el cual las lleva?
— Al parecer siempre me preguntan estas cosas el primer día — suspiré muy grande —. ¿Por qué tienen tanta curiosidad por saber el motivo por el cual llevo gafas? Pero está bien, responderé a tu pregunta. El motivo por el cual llevo gafas oscuras es porque soy ciega desde hace mucho tiempo.
Phoebe se molestó y se levantó de su asiento, dirigiéndose directamente hacia mí. Podía sentir la furia que esta chica tenía en mi contra.
— ¿Por qué han puesto a una maestra de violín con ese impedimento? Es increíble, voy a tener que hablar con mi padre para que la sustituyan por alguien más, por suerte está en Londres arreglando unos asuntos.
— Phoebe no digas estupideces y siéntate si deseas recibir mi clase. Si no la puerta se encuentra por ahí — la señalé —, puedes irte cuando lo desees.
— ¿Cómo se atreve a hablarme así? Prepárese para las consecuencias.
Phoebe sacó su celular, suspiré pesadamente y acaricié mi sentido. Solamente es una niña de papi que está acostumbrada a que su progenitor le conceda todos sus caprichos. Yo me dirigí hacia ella tratando de reunir toda la paciencia del mundo.
— Phoebe, si deseas hablar con alguien, te voy a pedir que te marches del aula, ya que deseo continuar impartiendo mi clase.
Perspectiva de la autora.
Phoebe se sale del aula y después de que terminara de hablar por celular, se sentó a esperar con una sonrisa de victoria. Luego de algunos minutos un hombre llegó, se miraba muy molesto.
— ¿En dónde está, Phoebe?
— Ahí adentro, papá.
Cuando su caprichosa hija señaló el aula, él entró al aula abruptamente, al escucharlo todos los estudiantes se asustaron.
— Disculpe, pero, ¿Qué necesita, señor?
— ¿Usted es la maestra que imparte la clase de violín?
— Sí, ¿Hay algún problema con eso?
— No puedo creerlo, ¿Cómo ponen a una ciega a impartir clases de música? Esto es imposible, esta universidad es la mejor del país y contratan a alguien como usted.
— Discúlpeme, pero mi discapacidad no tiene nada que ver con mis clases. Ahora sí, me disculpa, tengo que continuar trabajando.
— Iré a hablar con el director para que la despidan, yo no pienso estar pagando tanto para nada.
Él se marcha echando humo de la cabeza, mientras que Renna continúa tranquila impartiendo su clase. Al finalizar, se marcha, pero una mujer la está esperando afuera.
— ¿Ocurre algo, Mónica?
— Renna disculpa, pero el director quiere hablar contigo. Al parecer, hay problemas con una estudiante.
— No te preocupes, en seguida llegó.
Ellas se fueron juntas, pero Mónica se quedó afuera. Cuando entró, estaba Phoebe con su papá.
— Buenas tardes, director, al parecer ya tengo problemas desde el primer día, era de esperarse.
— Tome asiento, por favor.
Renna se sienta en un sofá muy aparte de ellos dos y espera que el director hable.
— El señor aquí presente me ha hecho ver su preocupación de que usted no va a poder enseñarle bien a su hija.
— Yo ya le había dicho al señor aquí presente, que mi discapacidad no era ningún problema, pero al parecer ha querido hacer un gran alboroto de todo esto.
— No es ningún alboroto, solo estoy actuando correctamente, director, usted sabe muy bien quién soy yo y lo que pago en esta universidad para que a mi hija se le dé una buena educación.
— Su hija la tendrá, de eso no tenga la menor duda. La profesora Renna es la mejor maestra que tenemos, está más que calificada para estar en el puesto que ocupa.
— ¡¿Pero cómo va a estar calificada si es ciega?!
— Le puedo asegurar que es la indicada para llenar sus expectativas y discúlpeme, pero no pienso despedir a la profesora Renna solo porque usted me lo pide, además de que es un motivo bastante absurdo, sin mencionar que su hija solamente está aquí de intercambio por un tiempo.
— Entonces pienso retirar a mi hija de esta universidad, después de todo en Estados Unidos la esperan sus profesores.
— Papá, no deseo eso, es cierto que en Estados Unidos me esperan, pero entre allá y aquí me quedo con esta universidad, que es más reconocida. La que se tiene que ir es ella y no yo.
— Lo lamento, Phoebe, pero así va a ser, no puedo dejar que alguien como ella te dé lecciones, cuando tú tocas mil veces mejor el violín.
— ¿Está seguro, señor?
Él se encontraba mirando a Renna, estaba bastante confiado, lo mismo Phoebe; sin embargo, no eran los únicos que tenían esa confianza, lo mismo ocurría con ella y el director.
— Claro que estoy seguro, mi hija es la mejor a la hora de tocar el violín, usted no la ha escuchado.
— Entonces veremos eso, ¿Qué le parece si su hija y yo tenemos una competencia mañana para ver quién toca mejor el violín? Si Phoebe gana, yo me iré de la universidad sin poner un solo, pero, y el rector va a extender su diploma, además de darle mi puesto en este sitio. Sin embargo, si yo gano, usted y su hija se disculparán con el director en público, por ocasionar tantos problemas.
—¿Pero qué se cree usted para darnos órdenes?
— Papá, déjala, aceptó el reto. ¿Qué pieza desea tocar, profesora?
— La que tú escojas está bien para mí, serás la primera en tocar y después yo interpretaré el tema que escogiste.
— Está bien, como desee, hasta mañana entonces.
— Me parece bien, será a primera hora en el auditorio, si te parece.
Phoebe accede y se marcha junto con su papá. Renna se mira muy serena a pesar de todo, después se marcha. Al salir, Lin la esperaba.
— Hola, Lin, puntual como siempre.
— Buenas tardes, señorita, ¿Cómo le fue en su primer día?
— Algo cansado, pero bien, ya vámonos.
Renna se sube en la parte delantera del carro y Lin arranca… Desde lejos, Paul la miraba, se encontraba junto con Leo.
— Ya deja de ver a la profesora, qué suficiente hiciste por hoy, ¿Cómo se te ocurre hablarle de esa forma?
— Déjame tranquilo, Leo, yo no sabía que ella era la profesora, mucho menos que era ciega.
— Pero suponiendo que tengas la razón, esa no es manera de tratar a una mujer, ¿En dónde, diablos, quedaron tus modales?
Paul mira a Leo irritado, así que decide marcharse sin decir nada. No quería discutir con el único amigo que tiene en un país ajeno al suyo.
Mientras tanto, Renna se detuvo en la misma floristería del día anterior, compró un ramo de lirios, después se marchó y llegó al cementerio.
— Espérame aquí, Lin, no demoraré mucho tiempo.
— Está bien, señorita, como ordené.
Renna llegó a las tumbas del día anterior, retiró las flores antiguas y puso las frescas. En sus ojos había tristeza mezclada con culpa, una lágrima se deslizó por su fino y blanco rostro, ella la secó y se levantó de donde estaba.
— Hasta mañana, mamá y papá.
Renna se marchó. Al llegar, Lin le abrió la puerta del coche arrancando. Después de manejar por algún tiempo llegaron al condominio donde ella vivía.
— Vamos, Lin, prepararé algo de té helado, hace calor.
— Cómo usted ordene, señorita….