15- Romper mi promesa no es una opción.

1734 Words
Declan Es tarde en la noche, doy vueltas en la cama, inquieto y excitado. Lo que suelo hacer en estas situaciones es masturbarme, pero romper mi promesa a Jazmín no es una opción. Tengo que mantener mis manos alejadas de mi pene, no importa lo duras que se pongan las cosas. Literal. Me doy la vuelta para tomar mi teléfono de la mesita de noche, consultar mi calendario y reprimir un gemido de impaciente desesperación. Solo ha pasado una semana desde su período, pasará al menos ese tiempo hasta su próximo intento de fecundación. Y tampoco me corrí la última vez que la vi. Lo que significa que han pasado unas dos semanas desde que tuve alguna liberación. No me di cuenta de lo estresado que estaría ignorando a mi polla. De ninguna manera puedo esperar todo ese tiempo. necesito ver a Jazmín antes de lo previsto. Pero llamarla a esta hora esta fuera de discusión; solo la despertaría y la cabrearía. Tampoco debería molestarla mientras este en el trabajo mañana. Decido esperar hasta la noche siguiente. Seguramente, puedo aguantar un misero día más en la oficina, ¿verdad? Esperemos que sí. Durante toda la mañana, lucho por mantener mi mente en mi trabajo. Sigue deslizándose de los áridos memorandos, informes y gráficos a pensamientos anhelantes y pornográficos sobre Jazmín. ¿Qué estará haciendo ahora mismo? ¿Todavía me desea? ¿Cuánto tiempo pasará hasta que vuelva a llamar? Mi control se debilita. Alrededor de la hora del almuerzo, finalmente se rompe. A la mierda. Me rindo. No puedo soportarlo más. Llamo a Lisa para decirle que retenga todas las llamadas y visitas durante quince minutos, luego saco mi teléfono para llamar a Jazmín. Tamborileo con los dedos sobre mi escritorio mientras suena y suena. Finalmente contesta. —¿Declan? — pregunta sonando distraída. —¿Qué pasa? — Supongo que es la primera vez que la llamo en lugar de enviarle un mensaje de texto, y mucho menos en medio de la jornada laboral, pero lo hice porque necesito una respuesta lo antes posible. —Si, soy yo. ¿Qué harás esta noche? — —¿Qué? ¿Por qué? — El escepticismo tiñe su voz. Casualmente, respondo. —Solo me preguntaba si te apetece otra cita nocturna— Una larga pausa, durante la cual el ya mínimo ruido de fondo se desvanece por completo. Debió de haberse retirado a la privacidad. —¿Esto es una llamada para tener sexo? — pregunta, ahora con un rastro de lo que espero que sea curiosidad, pero creo que en realidad es molestia. Si, esta conversación claramente no está yendo como yo quería. Me froto la nuca. —Bueno, no habría elegido esas palabras exactas, pero claro— —Es medio día. Estoy en el trabajo…de hecho, ¿tu también? ¿Por qué me llamaste para tener sexo ahora? — Me encojo de hombros, aunque sé no puede verme. —¿Por qué crees? Las llamadas para tener sexo tienen un propósito bastante especifico— —Bien, que todo el mundo deje de decir llamada para tener sexo. Lo pregunto porque mi próxima ovulación no es hasta dentro de un tiempo, y suponiendo que tengas un calendario, ya lo sabías. Así que no es que me ofenda la oferta o lo que sea, pero no entiendo por qué quieres follar conmigo— Casi me río. ¿Por qué no querría follarla? Espera, tengo una idea de lo que está pasando. —¿Olvidaste lo que hablamos la última vez que te vi? — Estaba prácticamente cayéndose, así que podría haber estado demasiado borracha para recordar los detalles de nuestra conversación. —Uh… ¿Tal vez? — un crujido de fondo, como si estuviera mirando papeles. —Lo siento, ¿Puedes ser más específico? — Contengo una risa. Incluso con lo organizada que es Jazmín, esto definitivamente no es el tipo de cosas que habría escrito. —Cuando estabas borracha, me dijiste que la única forma en que se me permitía correrme era dentro de ti— Se queda en silencio por un minuto. —¿Qué? — responde finalmente, lenta y nerviosa. —De ninguna manera dije eso— —Oh, pero lo recuerdo perfectamente— sonrió con suficiencia, a pesar de mi abrumadora necesidad. No puedo resistir la oportunidad de jugar un poco con ella. —Me interrogaste sobre la frecuencia con la que me masturbo, y luego…— Le repito sus palabras exactas, en voz baja y sucia. —“Todos tus orgasmos me pertenecen. Cada vez que necesites aliviar la presión, solo puedes usar mi coño”— Hace un ruido como “guh”. Solo puedo imaginarme el tono rosado extendiéndose por sus mejillas. Presiono más fuerte. —Hice exactamente lo que me dijiste, Jazmín. No me he tocado desde entonces. No puedo esperar a que estes ovulando de nuevo; te necesito tanto que duele— No tengo que fingir desesperación en mi voz. Un trago audible. —Yo…— Hace una pausa, y suena como si estuviera vacilando. —Por favor— Tengo una erección solo de hablar con ella, anticipando su respuesta. Esperando un sí, y pronto. —Estoy libre esta noche— sus palabras salen corriendo. —Ven a mi casa cuando termines de trabajar. Estaré allí— Alabado sean todos los santos del cielo. —Absolutamente— ronroneo complacido de haberla seducido. Cuelgo e intento volver a centrar mi atención en la computadora. Ahora solo tengo que aguantar el resto de la jornada laboral… Mierda. *** Tan pronto como dan las cinco, me subo a mi coche y corro al apartamento de Jazmín. Espero por Dios que no me detengan por exceso de velocidad, porque no quiero explicarle a un policía el enorme bulto en mis pantalones. La necesidad de ver a Jazmín, de tocarla y olerla, es abrumadora. Casi me avergüenza la forma en que mi corazón se acelera cuando llamo a su puerta. Es solo sexo, por el amor de Dios, no es como si nunca hubiera estado cachondo antes. Pero Jazmín no es una mujer cualquiera. Entonces abre la puerta y el deseo borra todos los demás pensamientos. Está en bata de baño indecentemente corta que apenas cubre su trasero, dejando sus largas y bien formadas piernas y su escote cremoso al descubierto. Su cabello se riza en las puntas en mechones sueltos y húmedos, y sus mejillas están rozadas. Puedo oler su champú floral. Recién duchada. No hay nada que desee más que ensuciarla de nuevo. La abrazo con un beso sin aliento, la giro y cierro la puerta empujándola contra ella. —Bueno, hola a ti también— se ríe, pero su voz se disuelve en un gemido cuando tiro el cinturón de su bata y se abre, revelando el festín que he estado deseando. Muerdo y chupo su cuello, sus pechos, cayendo gradualmente hasta mis rodillas mientras la beso hacia abajo. Dios, es tan cálida y suave, y no me canso de los ruiditos que hace. —Hola, Jazmín— mi boca recorre su vientre, más abajo. —¿Pensé que se trataba de ti? — Sus manos recorren mi cabello y sus ojos estan llenos de preguntas. Me detengo justo antes de devorar su coño en ese mismo momento. —Siempre se tratará de ti también…y cuando se trata de ti, créeme, eso me hace muy feliz— Se retuerce para quitarse la bata por completo, y esta cae al suelo en un montón. —En el sofá— jadea. Estaba listo para devorarla allí mismo. Pero el sofá también suena bien; puedo acostarla allí. Retrocedo lo suficiente para dejarla pasar. Se recuesta y me arrodillo entre sus muslos, temblando cuando empieza a tirar mi cremallera. Estoy tan ansioso y reimprimido, que ya estoy goteando por ella. Saca mi polla y envuelve en sus piernas alrededor de mi espalda, impulsándose hacia adelante. —¿Ya? ¿Estás segura? — pregunto. —Si—. gime, frotando su centro húmedo a lo largo de la parte inferior de mi polla. Me deslizo dentro, incapaz de contener el gemido que retumba en mi garganta. Ella suspira de satisfacción, como si también hubiera estado esperando esto. ¿ha tenido alguna liberación desde la última vez? No sé qué es más excitante…la idea de que se controló para mí, o la idea de que no lo hizo. Empiezo a embestir y sonrió cuando inmediatamente encuentro el ángulo que convierte sus gemidos en gritos. Que nunca se diga que he perdido mi toque. Acelerando el ritmo, pellizco y hago rodar sus pezones entre mis dedos, deseando poder agachar la cabeza lo suficiente para saborearla también. —Oh, Dios, más fuerte— gime. Obedezco con entusiasmo, pero ha pasado demasiado tiempo; la necesidad de correrme ya me invade. Mis bolas comienzan a tensarse. —Maldición— jadeo. —Me estoy acercando— Sus piernas me tiran aún más profundamente. —Está bien. Sigue adelante— —Pero si no bajo la velocidad, voy a…— Sus ojos se clavan en los míos. —Recuerda lo que dije. Úsame para aliviarte. Solo déjate llevar y dámelo todo— Me niego a disfrutar de mi placer antes de que se corra al menos una vez. A la mierda con eso. Mi polla palpita y me muerdo el labio, ahogando un gemido por lo apretada y caliente que se siente a mi alrededor. Pero de ninguna manera voy a terminar antes que ella. Ni una mínima posibilidad. Me retiro e inmediatamente caigo de rodillas para admirar la deliciosa vista de sus labios vaginales húmedos y sonrojados, resbaladizos por su excitación. Su protuberancia hinchada sobre sale de su funda, suplicándome. —¿Qué estas…? — dice, pero luego le doy una larga lamida a su delicado clítoris. —Oh…— Jadea y sus muslos tiemblan alrededor de mi cabeza. Si… La saboreo una y otra vez, y cuando gime, decido que es más que suficiente provocación y me sumerjo en serio, moviendo rápidamente mi lengua contra su clítoris. Sus dedos se enredan en mi cabello, acercándome aún más. Se sacude con fuerza ante la estimulación, retorciéndose contra mi agarre en sus suaves caderas. —Declan… — ella gime, y sus rodillas se bloquean de repente y su temblor se convierte en un temblor violento. La agarro fuerte y sigo lamiendo mientras se estremece bajo mis manos. Llevándola al espacio.
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