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UNTIL WE FALL IN LOVE

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Cada noche era exactamente el mismo sueño. Despues de lo que sucedio, tiempo atrás, cada noche lo veía a él, pero no podia ver su rostro completo...

Ojos miel avellana...Cejas café pobladas...

El inicio de tu nariz afilada...

Por favor, déjame ver tu rostro.

¿Quién eres?

Cada noche se repetia la misma situacion en mi mente, pero sabia que era resultado de mi mente, pero siendo sincera, era mejor que el permaneciera en mi mente que siempre protegiera mis sueños.

-¿Confías en mi? - solo sus ojos miel avellana podía ver. Nunca podía observar su rostro completo en mis sueños. Era una sensación de paz lo que me recorría con tenerlo a mi lado. Sus ojos eran mi lugar seguro.

-¿Tendría que hacerlo? - dudar de un hombre al que no veía en su totalidad, mucho mas en mis sueños era un punto para no confiar en el, pero inconscientemente lo hacia porque era algo que solo provocaba mi mente.

-Puedes hacerlo Mary- lo que estaba a nuestro alrededor tampoco era algo que podía ver en mis sueños... Y siempre era lo mismo, pero era bastante extraño. No estábamos en un lugar especifico, solo una aura negra me rodeaba y los ojos miel aparecían a lo lejos, como si fuera un atardecer. Asimilaba estar un túnel n***o, pero como cada vez que invadía mi descanso; comenzaba a caminar para ver quien era pero siempre terminaba en lo mismo, despertaba y todo quedaba en mi mente- Por qué tendría que hacerlo? - Suponía que sonrió porque sus ojos se hicieron mas pequeños mientras trataba de caminar hasta el final el final. ¡Vamos puedes llegar!

Había veces en las que mientras mas caminaba mas podía ver su rostro pero como si mi propia mente se negara a dejarme verlo, la parte inferior de su cara se desvanecía en la oscuridad que me rodeaba, solo dejándome ver sus ojos y su nariz.

-Porque soy el único que protege tus sueños Mary, y tu cuidas los míos, siempre...

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CAPITULO 1
Ojos miel avellana… Cejas café pobladas… El inicio de tu nariz afilada… Por favor, déjame ver tu rostro. ¿Quién eres? Esa mirada y el color de ojos con un tono único, y que estaba segura que no había visto en otro lugar, ni ayer, ni días atrás, me persigue siempre al abrir los ojos de mi sueño profundo. No lo tengo con claridad en mis sueños, es mas algo fugaz pero de tantas veces que los recuerdo en mi mente se ha convertido en una imagen tan presente al despertar, por que es lo primero en lo que pienso. ¡Demonios! Si pudiera tener el rostro completo de El, porque estaba cien por ciento segura de que era un hombre, podría saber quien diablos es, pero mi mente se aferra a solo tener ese pedazo de imagen conmigo. No se desde cuando comencé a tener esa imagen tan fija, pero persiste en mis sueños desde tiempo atrás, sin respuesta alguna, por que lo único que lo detiene de pensar es la alarma de mi teléfono anunciando que tengo menos de una hora para poder prepararme a la universidad. Me levante a pocas fuerzas, pensando ahora en como enfrentar otro día de interacción con personas de mi edad; lo cual hasta cierto punto era de las grandes cosas que mas de frustraba hacer. Ser social nunca fue mi carta fuerte, desde pequeña. Mi círculo de personas cercanas, no amigos, se cerraba de inmediato por el humor tan n***o y ácido con el que me dirigía a las personas a mi alrededor desde pequeña generando que los niños huyeran por jalar el pelo, pellizcarlos en el brazo o por decirles tontos; brutos o imbéciles desde pequeñas. Pero de verdad no me culpen por decir tantas cosas así desde pequeña. En ocasiones si culpo a mi madre por darme una mente tan brillante al grado de que mi retención es bastante rápida que puedo lograr memorizar bastante cosas, pero entre esas siempre retenía en mi mente las palabras o groserías que mi madre gritaba a las personas y ahora veo el resultado; son parte de mi vocabulario del mismo modo de que ella me heredó su linda forma de ser, lo que me impide tener un circulo de amigos más grande. —¿Mary de nuevo me vas a hacer gritar por toda la casa hasta que saques tu trasero de ahí?— mamá siempre era así; no importaba si fueran las cuatro de la madrugada y que todos los vecinos estuvieran dormidos, ella siempre gritaba hasta tener lo que quería.—¡No me importa que me volteas los ojos desde tu cuarto así que sal de ahí de una vez! Me harás llegar tarde de nuevo. No podía preguntarme como me conocía tan bien pero era lo más absurdo; ella me dio a luz y su crianza por veinte años era el resultado de conocer cada una de mis acciones así no estuviera enfrente de ella como ahora. Sabía que tenía la maldita costumbre de voltear los ojos cuando la gente me irritaba y en el caso de mi madre sus gritos eran lo peor que podía escuchar a tan tempranas horas de la mañana, por lo que era mejor salir de mi cuarto y no volverla escuchar mínimo hasta que regresara de trabajar. Termine de guardar lo que restaba de mis cosas en mi pequeña mochila negra, la tomé sobre mi hombro derecho y me toque sobre mi sudadera negra enorme que amaba usar, revisando que no se me olvidara nada. —Teléfono, audífonos, llaves… bien todo parece estar bien. Coloque la gorra que me cubría al total mi cabellera espantosa que se había formado el día de hoy y me revise enfrente del espejo que odiaba tener pero que mi madre compro e insistió que tuviera en mi cuarto. No me observaba por mucho tiempo pero siempre me seguras de que nada de mi cuerpo se viera a simple vista y todo era gracias a mis gigantes sudaderas. Saliendo de mi habitación corrí las escaleras y encontré a mi madre ya lista y con la misma cara que ponía cuando la hacía esperar: frustrada y desesperada por dejarme en la universidad. No lo hacía a propósito, pero para mi era una costumbre, algo contrario a mi madre que amaba ser la mujer más puntual del universo y la más ordenada de todas. Todo lo contrario a mi. —Son ya siete y media y tu apenas bajando Mary— de la mesa central tomo su gran bolso y abrió la puerta dejando escuchar sus tacones blanco que tanto amaba. Camine detrás de ella cerrando con mis llaves la puerta de la casa.— Sabes que odio llegar tarde al trabajo. —Odias llegar tarde siento tu la jefa, es algo que sigo sin entender — camine hasta que ella se coloco del lado del conductor del coche blanco de lujo que hace poco compró y quito la alarma dejando que las dos entráramos y nos sentáramos hasta ponernos el cinturón. —Es obvio Mary. Soy la dueña de mi empresa, y las personas que trabajan conmigo son mi reflejo, así que si llego tarde todos quedan hacerlo, y eso no lo puedo permitir ¡Jamás!—prendió el coche y de inmediato tomamos camino hacia mi universidad que solo quedaba a quince minutos de casa. —Y tu tampoco lo entiendes mamá. Eres la dueña, ellos trabajan para ti. Tú pones horarios y los respetan porque tu eres la jefa. Para eso están las jerarquías. Además; deberías de dejar de decir eso cuando la realidad es que tu manía por ser puntual y tu obsesión por el orden y el trabajo sigue activo.— la observe solo de reojo y vi en su rostro la frustración total. Odiaba que dijera la verdad porque yo no tenía el pudor ni el tacto para decir las cosas así que se terminó acostumbrando como yo a ella. —A veces dudo de que eres mi sangre Mary, pero lo eres. —No lo dudo madre, de verdad que no. Sabia que solo lo decía de broma pero la gente que no nos conocía si lo dudaba. Yo era una sombra negra y a mi lado mi madre era siempre la luz resplandeciente , en especial por nuestra vestimenta. Pero no tenía caso darle vueltas a eso. Mi mamá odiaba que todos los días me vistiera así pero se acostumbro al grado de comprarme a veces sudaderas negras de sorpresa y que ahora eran de mis favoritas. —De cualquier forma avísame si tengo que pasar por ti, por favor— Salí del coche, no sin antes ajustar de nuevo la capucha de mi sudadera, volteando a ver a mi madre mientras bajaba el vidrio de su auto. Ahí estaba de nuevo su mirada, que a pesar de los años aun tenia esa cara de preocupación por lo sucedido tiempo atrás, pero era algo que ya habíamos hablado y tenia que dejarlo atrás así como lo he logrado. —Ya lo sabes, vendré por ti si no tienes como regresar—. No quise poner los ojos en blanco de nuevo porque este tema era algo profundo para ambas sin embargo, para ella era mas complicado dejarme aun sola sin ella cerca. —Y yo te dije que estoy bien mama—tuve que agacharme a la altura de la ventana— le diré a John que me acompañe y si no pediré un taxi, ya lo sabes— un poco de calma era lo que ella necesitaba a tan tempranas horas del día. Mi madre tomo un respiro profundo sin soltar el volante y solo asintió, dejándome alejarme del coche y esta tomando marcha para irse un poco mas tranquila, porque ese era el temor de mi mama. El dejarme sola por lo acontecido tiempo atrás, pero mi poca seguridad era lo que la mantenía a flote aunque en ocasiones a mi también el miedo a la soledad era profundo en mi. Ajuste con mayor fuerza mi mochila y saque mi credencia y me teléfono para pasar por el acceso automático. Dentro revise la hora en la pantalla de mi teléfono y sin darme cuenta faltaban doce minutos para la primera clase. Mi universidad era grande, lo suficiente grande para pasar desapercibida y eso era positivo. A pesar de haber todo tipo de personas cada vez que acontecía algo inesperado entre los universitarios de las demás carreras la gente no le tomaba tanta importancia ante las noticias y al día siguiente todo fluía de manera normal por el campus, así que mi oscura vestimenta y que mi madre fuera una importante diseñadora de vetados de novias en el país era algo común conmigo y me sentía a gusto de poder ser la hija común de una mujer tan importante como lo era mi madre. Era rara la sensación de que pasara esto pero así era como se comportaban los universitarios de mi campus, incluyendo al muchacho de pelo oscuro, pantalones ajustados color n***o y lentes de joven diva que estaba sentado en una de las jardineras. Y como no reconocerlo a la distancia, John estaba con su característica pose de casanova, la cual sabia perfectamente que lo hacia lucir como un maldito ridículo por nuestro edificio. —Y de verdad que aunque te lo diga una y otra vez no cambiaras, ¿Verdad? — John levanto la vista de su teléfono celular y en cuanto me vio, se quito los lentes queriéndose imaginar que era el hombre rompe braguitas de nuestra carrera, sonriendo como un verdadero hombre menso puberto — Ay dios mío, no vas a cambiar. —Tan siquiera dame los buenos días, señorita de la oscuridad— no me sorprendía su manera de llamarme así. Me conocía a la perfección y el también empezó con los comentarios sarcásticos hacia mi, pero en el fondo y ante los demás era el John amigable, alegre y a veces torpe que era considerado, según e l, como mi mejor amigo. Y si lo era. — No me importa lo que me digas cualquiera de los 365 días del año, no cambiare por nada. —Y es por eso que nadie te toma en serio— puse mis ojos en blanco mientras comenzábamos a caminar hacia nuestro edificio ya que el mismo sabia que teníamos menos de diez minutos para entrar al aula— después no quiero que vengas a llorar a mi casa. Le diré a Lidia que no te abra la puerta. —Vaya— John puso su mano en su corazón fingiendo indignación hacia mi comentario y seguimos caminado hasta subir las escaleras— ¡ Y hasta me estas prohibiendo la entrada a tu hermosa morada! Soy como de la familia mi querida Mary y eso no esta en juego. —Esta en juego la entrada de mi casa cada que sigas comportándote como un ridículo a mi lado— llegamos al cuarto piso, localizando nuestro salón y camine mas rápido para evitar escuchar sus reclamos de bebe llorón. A lo lejos escuche su famoso Señoritas, que según el hacia que las demás chicas lo vieran como un dios cuando la realidad es que parecía un tarado. Entre al aula y la mayoría de los demás compañeros ya ocupaban el salón, por lo que visualizaba que mi lugar estuviera libre y en cuanto lo vi puse mi mochila y me acomode en mi silla. A lo lejos, ya que estaba hasta el fondo del aula, John recorría el pasillo saludando como el mismo presidente lo haría, pero de verdad que solo era un payaso mas y que además la misma gente se burlaba de el. Por eso era que le decía que parecía un tarado pero al parecer le entraba por un oído y le salía por el otro ¡Adivina que damita de n***o!— lo voltee a ver con la pero cara que pudiera. Sus malditos apodos estaban colmando la poca paciencia que tenia a tan temprana hora del día, mientras la persona que decía ser mi amigo abría la otra silla que estaba a mi lado. —Vuelve a llamarme damita de n***o y ganas de soltarte un puñetazo no me faltaran. John sonrió a mi lado, ignorando mi comentario mientras terminaba de acomodarse en su silla, sacando su cuaderno y aun seguía riéndose. Tonto. —Tranquila fiera. Además, venia a contarte algo de suma importancia, pero tu de verdad que eres necia— voltee a verlo y sus ojos brillaban ante la situación. John amaba el chisme, el chisme lo alimentaba así que mas que poner atención en clase regalaba su atención en la vida ajena. —¿Que puede ser tan importante como el saber que reprobaras tres materias del semestre? — ajuste mucho mas mi capucha porque el ruido de los demás a mi alrededor me esta irritando; y no bromeaba, la gente de este salón me irritaba— ¿ O que tu mama no sabe que llevaste alcohol a tu propia fiesta sin darse cuenta; y que el dinero que le pediste lo gastaste en cosas de mierda y…? —¡Bueno ya es suficiente! — y ahí estaba John alterado, con la cara roja y las manos en su pecho; demasiado indignado para creer toda la lista de cosas que ha hecho a lo largo desde que lo he conocido. — Me equivocaría si fueras mi mejor amiga—se seguía bastante indignado y derrotado—pero no lo puedo negar. Eres mi mejor amiga y siempre has estado conmigo en todo lo que hemos pasado, ¡Así que ni se te ocurra decirle a mama sobre eso! — su dedo índice estaba sobre mi nariz. Esa era su manera en la que yo guardara sus mas sucios secretos. —No tendría porque decirlo— me encogí de hombros en lo que sacaba mi lapicera, igual negra, y mi cuaderno para la clase. Solo restaban cinco minutos para iniciar la clase— aunque sabes que soy un asco de amiga, los secretos son secretos. —¿Asco de amiga? Mary sin duda eres la mejor amiga que puede existir. Me entiendes, me apoyas y me toleras, y eso ni mi mama casi lo hace. —¿Y tengo que sentirme orgullosa de ello? — no era que no recibiera cumplidos, pero ser muy acida y directa me había creado con anterioridad cierta dificultad para aceptar cumplidos. Por lo habitual las personas a mi alrededor eran la luz, mientras que yo me sentía en mi aura oscura y que hacia que la gente se alejara de mi. Mi madre había intentado por todos los medios, después de lo sucedido, llevarme al psicólogo, y lo intentaba pero no era suficiente. No podía ser un arcoíris cuando soy el mismo terrenal de lluvia que era. —Sabes que por mas babosadas que realices en tu triste vida no te delataría, ¿O es que no recuerdas la promesa que hicimos años atrás? —¡Oh vaya vaya! Tu sacando a relucir nuestra hermosa promesa de amistad… Sin duda no se te ha pasado de tu mente—la puerta se abrió y el titular de la primera clase entro lo bastante contento para que nosotros pusiéramos atención a su clase pero en mi caso no lo era. —Clase buen día— el profesor Tomas era un hombre de mas de sesenta años que a pesar de su edad lo vería como algo negativo, el siempre poseía una actitud bastante buena para dar las clases, además de que su gusto por vestir buena ropa era el reflejo que daba a nuestra licenciatura. El profesor dejo su maletín en la mesa central que había en nuestro salón, mientras acomodaba su saco color palo de rosa y nos observaba, después de tomar su bastón y comenzar a caminar por nuestros alrededores. — antes de comenzar les comento que esto no es común en nuestra universidad y de verdad espero que no se hagan rumores al respecto—¿Rumores? La verdad era que en nuestra escuela los rumores y chismes estúpidos duraban horas, al menos que fuera algo bastante importante los pasillos de los edificios quedaban marcados— El día de hoy le daremos la bienvenida a un nuevo compañero de semestre, por lo cual les pido de su ayuda para que se pueda incorporar con facilidad al semestre. ¿Un nuevo alumno? Teníamos dos semanas de iniciar el segundo semestre y además que alguien ajeno, que ni siquiera ha pasado por el primer semestre se incorpore es algo que genera dudas entre nosotros. ¿Qué clase de trato abra hecho para ingresar a una carrera tan demandada como la nuestra? Y no paso fuera de los demás, mucho menos del masculino que es mi amigo, con su ceño fruncido volteándome a ver, preguntándose lo mismo que yo, porque sinceramente la incorporación a nuestra carrera fuera quien fuera gozaba de privilegios como para saltarse el maldito primer semestre. —¡Bueno silencio ya! — el profesor Tomas hizo el silencio en cuando azoto, no se con que fuerza por su edad, su maletín en su mesa central hasta que todos tuvimos de nuevo su atención. — Les dije que no quería que tomaran esa actitud, así que contrólense y brinden el apoyo que requiere el nuevo compañero. Cuando termino de hablar, justamente, la tutora que teníamos entro a nuestro salón y detrás de ella solo un cuerpo robusto, con complejo masculino cien por ciento seguro, se asomaba detrás de ella. —Con permiso profesor Tomas— la joven que teníamos de tutora, Rosa, que siempre traía consigo su tabla de trabajo entro y se coloco a lado del profesor Tomas, al mismo tiempo, el cuerpo robusto se colaba, teniendo tos su atención hacia el, que portaba una gorra negra, con una sudadera azul marino, dejando ver solo sus venosas manos que sujetaban con naturalidad su mochila. Botines negros, pantalón de mezclilla azul rey con partes desgastadas, y su gran estatura lo hacían tener la complexión perfecta de un playboy. —Chicos el día de hoy un nuevo compañero se integra a la licenciatura por lo que pido de su apoyo para que lo ayuden con las asignaciones de cada materia que se les asignará por el resto del semestre; por lo que les pido de favor que le den a bienvenida a su nuevo compañero de clase Kevin. Por favor— Rosa le dio indicio de por fin levantar su cara, porque desde que había pisado el aula no lo había hecho— preséntate con tus nuevos compañeros. Mire a mi alrededor y todo el salón, excluyéndome, esperaban ver le nuevo rostro que formaría parte de nuestra generación, aun así, ¿Qué podía tener de interesante un hombre? Lo único que se ocurría es que podría ser el nuevo rostro de la escuela o la otra opción, en la que nos encontrábamos el 85% de todos los que estudiábamos aquí: pasar a ser un don nadie rogando por acelerar los cuatro años de carrera que teníamos que cruzar. No era de mi importancia todo este rollo tan estúpido, simplemente deseaba que el tiempo pasara mas largo hasta llegar a casa y tomar una ducha relajante, lejos de todo el ruido que odiaba. El chico que parecía medir uno noventa por fin empezó a revelar su rostro pero no fue hasta que lo levanto en su totalidad y sus facciones por fin se revelaron, pero eso no fue todo. No solo fue su rostro lo que todos por fin pudimos ver, algo mas podía ver, solo yo, y no fue hasta que mi mente comenzó a acorralarme con lo que mi cabeza me reproducía todas las noches… —¿Confías en mi? — solo sus ojos miel avellana podía ver. Nunca podía observar su rostro completo en mis sueños. Era una sensación de paz lo que me recorría con tenerlo a mi lado. Sus ojos eran mi lugar seguro. —¿Tendría que hacerlo? — dudar de un hombre al que no veía en su totalidad, mucho mas en mis sueños era un punto para no confiar en el, pero inconscientemente lo hacia porque era algo que solo provocaba mi mente. —Puedes hacerlo Mary— lo que estaba a nuestro alrededor tampoco era algo que podía ver en mis sueños… Y siempre era lo mismo, pero era bastante extraño. No estábamos en un lugar especifico, solo una aura negra me rodeaba y los ojos miel aparecían a lo lejos, como si fuera un atardecer. Asimilaba estar un túnel n***o, pero como cada vez que invadía mi descanso; comenzaba a caminar para ver quien era pero siempre terminaba en lo mismo, despertaba y todo quedaba en mi mente— Por qué tendría que hacerlo? — Suponía que sonrió porque sus ojos se hicieron mas pequeños mientras trataba de caminar hasta el final el final. ¡Vamos puedes llegar! Había veces en las que mientras mas caminaba mas podía ver su rostro pero como si mi propia mente se negara a dejarme verlo, la parte inferior de su cara se desvanecía en la oscuridad que me rodeaba, solo dejándome ver sus ojos y su nariz. —Porque soy el único que protege tus sueños Mary, y tu cuidas los míos, siempre…. No era mi mente la que estaba fijando la imagen que llevaba soñando desde hace dos años y medio, no. El masculino estaba delante de mi, con los mismos ojos miel avellana que todas las noches aparecía, las cejas con forma perfecta, pobladas y la misma nariz afilada tomaban forma en la realidad con este sujeto, añadiendo su color de piel pálida, rostro afilado y sus labios gruesos daban el resultado de este hombre al que todos tenían sus miradas. —Soy Kevin Grace, un placer conocerlos… ¿Era el? ¡Eran las misma facciones! De eso no cabía duda… Pero no se que mas podía decir sin que yo quitara mi vista de el, porque de algo estaba segura; El llamado Kevin tenia exactamente los mismos rasgos de mis sueños y eso era algo meramente imposible, porque solo lo que podía ver en mi mente era para mi. Era mi imaginación y esto que llevaba asechando mis noches estaba en vida, delante de mi sonriendo ante todos, pero sobre todo sonriéndome , directamente, hasta que mi cuerpo se estrecho ante la sonrisa que me daba. Por fin había salido de mi mente, al fin. Soy el único que protege tus sueños Mary, y tu cuidas los míos, siempre.

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