Capitulo 3

1419 Words
Barbara me miro en silencio mientras caminábamos por el instituto para llegar a nuestra clase, creo que ella sabía que aún no debíamos hablar, los pasillos tenían mil ojos y mil oídos, no eran de fiar por mucho que fuera un lugar seguro, no quitaba que hubiera espías. Llegamos a una clase y mi amiga me miro. —Vale, ¿Qué mierdas ha pasado?—me pregunto. La mire. —Quiere hacer una fiesta en mi casa—me queje  Mi amiga me miro. —También es su casa—comento. Me senté en la mesa. —Vive en ella pero no es suya, y no puede hacer lo que quiera—deje claro. Mi amiga me miro. —Sabemos como son, hará lo que le de la gana—comento mi amiga. La mire y mire mi mochila. —No me gusta que siempre se salga con la suya, no es justo—me queje. Mi amiga me miro. —No es que tú seas amable con él—comento mi amiga y la mire—Por cierto ¿Qué le has dicho para que te retenga en el coche?—me pregunto, mi amiga era cotilla y con ella no tenía secretos, no voy a mentir, le contaba todo y esto no era un secreto que no supiera medio instituto, era verdad que pocos lo sabían pero claramente mi amiga lo sabía. —He usado en su contra lo de su padre—le dije. Mi amiga me miro. —Eso es pasarse—me dijo. La mire. —Lo se, pero me molesta que se crea el rey del mundo—me queje. Barbara me miro. —Te puede molestar lo que sea, pero su padre esta ahí por mala persona, no se hablan y que lo uses en su contra es cruel—comento. La mire. Mi amiga tenía razón por mucho que me fastidiara, había sido una zorra al usar lo de su padre contra él, Daniel nunca tuvo una buena relación con su padre, incluso cuando sus padres estaban casados las cosas eran demasiado complicadas en su casa, era todo demasiado incomodo y mala, no era una familia ideal por lo que todo lo que tuviera que ver con su padre le hacía daño, demasiado y más cuando hubo un tiempo en el que incluso le creía muerto, todo demasiado complicado. —No le voy a pedir perdón—le avise. Mi amiga me miro. —No lo hagas, pero deja que haga la fiesta, creerá que estas de su lado y podemos disfrutar un poco—comento mi amiga. La mire. Las fiestas de los mosqueperros eran una locura, no lo voy a negar, eran unas fiestas en las que podía pasar de todo, era una maldita locura y era demasiado complicado entrar a una de esas fiestas, por lo que si se hacía en mi casa, no me podrían echar. Mire a mi amiga. —Te odio—le deje claro. Ella me miro. —Puedes ponerte como quieras pero tú también quieres saber que hacen en esas fiestas—me dijo. La mire. No es algo que me matara la curiosidad, me podía imaginar lo que hacían en esas fiestas, negocios ilegales y seguramente cosas que estaban bastante lejos de lo que era moralmente correcto, para ser sincera no me extrañaría que hicieran pactos con el demonio o cosas así, tenían cara de hacer cosas demasiado locas, para que mentir, pero la curiosidad que me daba saberlo de primera mano si era grande, no voy a mentir, por estar dentro de una de esas fiestas y hacer investigación de campo no estaría mal. —Como periodismo de campo no niego, mi interés—comente, mi amiga me miro—Es demasiado interesante saber que hacer pero eso no quita que sea inmoral—le avise. —Inmolar y excitante—comento mi amiga. La mire. —En ocasiones pienso que estás en mi contra—le deje claro. Mi amiga me miro. —Estoy en contra de lo aburrido—me dijo. El profesor y los demás alumnos entraron en ese momento interrumpiendo la conversación pero me quede pensando en que mi amiga tenía razón, podía ser todo lo sería que quisiera pero las fiestas de  Daniel tenían gran fama y siempre me dio interés saber que pasaba en ellas, eran como fiestas de la elite, era demasiado emocionante y sorprendente poder asistir a una, pero no niego que por un lado me daba miedo que destrozaran mi casa, pero creo que la curiosidad podía conmigo más que mis miedos y por desgracia sabía que la curiosidad podía matar al gato. Pero no me importaba. En la hora del recreo, salí del instituto para ir al recreo, a la zona de atrás donde siempre solían estar los mosqueperros. —¿Vas a dejarle hacer la fiesta?—me pregunto mi amiga mientras caminábamos a esa zona. La mire. —Te aseguro que sino, no estaría metiéndome en la boca del lobo—comente. Mi amiga agarro mi mano para caminar conmigo hasta donde estaban Daniel y sus amigos hablando de cualquier plan macabro que implicaría lo más seguro la muerte de gente inocente y sacrifico de animales, creo que los tenía como asesinos o como satanistas, quizás la televisión me hizo demasiado mal pero en ocasiones lo parecían, lo juro, en ocasiones lo parecían. —Daniel—llame al idiota cuando llegamos a donde ellos estaban. El chico me miro. —Tenemos que hablar—le dije. Daniel suspiro y camino hacía mi, miro a mi amiga. —Largo—le  dijo. Barbara puso sus ojos en blanco y camino a donde su hermano, Daniel me miro y abrió una puerta, tenía mis dudas pero entre para encontrarme, un almacén abandonado del colegio, con mesas y sillas, y demasiado material escolar muy mal guardado. —A ver, habla—me dijo Daniel apoyándose en una pared. Mire al lugar estudiándolo y después a él. —Creo que esta mañana me he alterado de forma innecesaria por la fiesta—comente. Daniel me miro impresionado. —Somos jóvenes y debemos disfrutar—comente. Daniel se cruzo de brazos y me miro. —En ningún momento te he invitado—comento. Le mire. —No creerás que voy a dejar la casa desprotegida a tus manos y de los locos de tus amigos ¿no?—le pregunte. Daniel me miro. —Para que me dejes hacer la fiesta sin molestar ¿Debo dejarte estar en ella?—me pregunto sorprendido—Mia, odias a la gente y estar con muchas personas—me dijo. La mire, eso era verdad pero bueno, curiosidad antes que problemas con personas. —A mi y a Barbara—le deje claro—Y mis problemas con las personas los soluciono yo, tú solo haz la fiesta y deja de molestar—comente. Me miro. —No se que te ha hecho cambiar de opinión y creo que no quiero saberlo, pero nuestras fiestas no son algo para lo que estés preparada, albaricoque—comento. Le mire. —Creo que eso no es decisión tuya—le deje claro—Porque te aseguro que no tendré problemas en llamar a tu madre y contarle lo de la fiesta, o quizás tus actos vandálicos en el colegio—le dije, bueno más que decir  era como una amenaza, no soy una persona violenta pero en ocasiones la vida te pide verlo. Me miro. —Vale, podréis venir a la fiesta—me dijo y me miro—Per seguirás las normas—me aviso. Le mire. —¿Una fiesta con normas? ¿No crees que eso es aburrido?—le pregunte. —Todo funciona con orden, con el orden correcto todo sale bien—me dijo y le mire—No te tengo que dar explicaciones, aceptas las normas o dejas de molestarme—comento. Le mire, si pensaba que iba seguir sus estúpidas normas, estaba loco pero no era el momento de pelear. —Trato—le dije ofreciendo mi mano. Daniel me miro con ciertas dudas pero estrecho mi mano. —Espero que no trames nada—me aviso. Le mire. —Lo mismo dijo—respondí tranquila antes de salir de aquella sala, Barbara corrío a mi lado para salir conmigo de ahí, no era el momento de hablar de ello, pero hablaríamos, de esto y de mi plan para destruir la fiesta.
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