¿No te gusta mi carne?

1658 Words
KENDRA Me mude aquí para trabajar duro y convertirme en una abogada exitosa, no para defenderme de viejos rabo verdes todo el día. –Esta no es una situación que debas tener que arreglar– balbuceo finalmente. –Tú…tenemos derecho a hacer nuestro trabajo sin tener que pasar por todos estos estúpidos obstáculos. Crear un ambiente de trabajo hostil es ilegal– Tina se encoge de hombros, levantando las palmas de las manos. –Muy cierto, ¿pero ¿qué vas a hacer al respecto? No hay nadie con quien quejarse cuando el gran jefe es el malo– Y una empresa tan pequeña no tendría un departamento de recursos humanos. Ni siquiera ninguna protección legar real contra el acoso s****l de los empleados. Aún así… –Debe de haber algo que podamos hacer. Esto es jodidamente ridículo. –Puedes hacer muchas cosas. Si debieses o no, es otra cuestión. La última becaria que le dijo que parara fue despedida. Demonios, probablemente por eso se abrió mi puesto hace dos años. Así que, a menos que quieras saltar directamente a llevarlo a juicio…– –Y probablemente perder el caso. Y aún así ser despedida. Bien, ya me hago una idea– Me froto la frente con fuerza entre el pulgar y el índice. ¿Son todos los hombres de esta ciudad una escoria? Hasta ahora, Tina es la segunda amiga que he hecho gracias a la cláusula de cuidarse mutuamente del código de chicas. Mi jefe puede ser incluso peor que mi casero. No creía que fuera posible, pero al menos Gavin no me dobla la edad y tiene el sentido común de no tocarme. ¿Es mucho pedir que me valoren por mi cerebro en lugar de por mis pechos? Me obligo a respirar hondo y apretar la mandíbula. Me niego a dejar que las tonterías de otro hombre arruinen mi vida. Me niego a desperdiciar todo el tiempo, el dinero y el esfuerzo que ya he invertido en este trabajo. Todo, desde enviar mi solicitud de prácticas a toda prisa en cien bufetes de abogados hasta gastar miles de dólares en mudarme a Los Ángeles, e incluso más atrás, todos los sacrificios que hizo mi mamá para enviarme a las mejores universidades. Esta es mi gran oportunidad, y por Dios, voy a aprovecharla con ambas manos. Esperaba que estas prácticas fueran principalmente trabajo pesado y hacer de recadero, especialmente durante las primeras semanas. Pero cuando finalmente me pongo a trabajar el primer día, me sorprende gratamente encontrarme redactando informes, indexando archivos e investigando en lugar de ir a buscar cafés y hacer copias. En los pocos momentos en los que no estaba desprestigiando mi trabajo, el señor Pratt mencionó algo sobre un enorme caso de fusiones y adquisiciones corporativas; evidentemente, los otros abogados están tan ocupados manejándolo que se ven obligados a delegar. Probablemente me enteraré de los detalles de ese caso en la próxima reunión. Ahora mismo, estoy encantada de que me traten más como una asistente legal que como un recadero. El desafío intelectual es la razón principal por la que estudié derecho. Y como extra, puedo encerrarme en mi pequeña y tranquila oficina como una monja en su celda y evitar a Larry el Escalofriante sin demasiados problemas. Si quiere molestarme, tiene que llamar. Alrededor del mediodía, alguien viene a llamar, a llamar la puerta de mi “oficina”. Me preparo para la molestia, pero es solo Tina preguntando si ya quiero almorzar. La invito a pasar y charlamos mientras compartimos su pasta. El señor Pratt nunca se molestó en presentarme a Tina, pero debería haberlo hecho. Resulta que ella cumple una doble función como secretaria legal de la firma y recepcionista. Cualquier cosa que necesite hacerse por aquí probablemente pasará por sus manos en algún momento. Y tenemos mucho en común; está estudiando para su certificación de asistente legal, como si estuviera estudiando para el examen de la barra. En una oficina dominada por hombres mayores, ella es un soplo de aire fresco divertido e irreverente. Pero por mucho que disfrute almorzando con Tina, mi montaña de papeleo pronto comienza a llamarme de nuevo y no deja de llamar. Llego a casa a las once y media, exhausta pero aún eufórica. Cuando entro, mi pie aterriza en algo que hace crujido. Miro hacia abajo para ver una pila de menús de comida vegetariana a domicilio que han deslizado por debajo de mi puerta. El de arriba tiene nota adjunta. Pensé que podrías necesitar esto cuando estés trabajando hasta altas horas de la noche. Gavin. Todavía de pie en el umbral, hojeo los menús. Casi una docena de restaurantes locales están representados aquí, todo son vegetarianos: indios, indonesios, chinos, budistas, etíopes, egipcios, mexicanos e italianos, incluso uno llamado amor-vegano Café. De alguna manera, dudo que to tuviera por ahí. Esta el predecible pero confiable bar de sopas y ensaladas, y un pequeño y lindo lugar que no vende nada más que crepes, tanto dulces como salados. Incluso hay una hamburguesa al estilo americano especializada en hamburguesas de frijoles negros y quinoa. Mi corazón se derrite un poco, Gavin debe haber pasado bastante tiempo preparándolos. Antes de que pueda convencerme de lo contrario, cierro la puerta de nuevo y subo las escaleras hacia la unidad 5B. Llamo a la puerta de Gavin, alisándome la falda con la otra mano. Probablemente luzco hecha un desastre después de un día de catorce horas. Debería haberme mirado en el espejo del baño antes de subir aquí. Espera, olvídalo…no importa. No me importa lo que piense de mi cara. De verdad que no. Después de todo, solo somos amigos. El sonido del pomo de su puerta girando me devuelve la atención, y por un momento, todo lo que puedo hacer es mirar fijamente. ¿Qué estoy haciendo aquí otra vez? – Gavin no tiene camisa. Lo que si tiene son bíceps firmes y llenos, un estomago como una tabla de lavar y pectorales perfectamente apretables ligeramente espolvoreados con pelo. Sus pantalones de chándal grises y sueltos cuelgan bajos sobre sus delgadas caderas, mostrando una oscura estela de felicidad. ¿Ese es el bulto de mi imaginación o realmente no mentía en tener una polla de veintitrés centímetros? Dios mío, ¿Cómo se verá cuando esta dura? ¿Kendra? ¿Tierra llamando a Kendra? Me doy cuenta de lo que he estado mirando con lujuria como una colegiala cachonda y suelto lo primero que se me ocurre. –¡Vaya, estás despierto hasta tarde! – –Tu también– responde, sosteniendo un vaso de alcohol ámbar con hielo. Esta sonriendo con suficiencia. Maldita sea, se está burlando de mí. Lo último que el mundo necesitaba era alimentar su ego. –Solo estaba tomando una copa, ¿quieres acompañarme? – Definitivamente. Espera, no. Chica mala. No hay erección para ti. Compórtate. –Gracias por ofrecerte, pero he tenido un día muy largo. Debería irme a la cama pronto…– –¿Completamente sola? – Resoplo, aunque sonrió a mi pesar. –Si, sola. Ya sabes, ¿para dormir? Algunas personas tienen trabajo por la mañana– Aunque podría estar dispuesta a perder un poco más de sueño por un tiempo de calidad con un amigo que funciona con pilas, aunque solo sea para controlarme. –Solo subí para agradecerte por los menús. Eso fue muy amable de tu parte– Asiente, sus ojos azules se arrugan en una sonrisa infantil que muestra sus hoyuelos. Y esta sonrisa no es solo un espectáculo para bajarme las bragas, aunque amenaza con hacerlo. parece genuino, como si estuviera contento de haberme complacido. –No hay problema. Con tus horarios locos, pensé que no tendrías mucho tiempo para cocinar– Hace una pausa para lograr un efecto dramático. ¿O podría estar dudando? –¿Te interesaría ir a uno de esos lugares alguna vez? Ya sabes en persona. Sin tenedores de plástico– –Oh, no sé… ¿platos y cubiertos de verdad? – suspiro con fingida nostalgia. –Suena demasiado caro para mi­– –Vamos. Vas a estar trabajando duro. Aunque no puedas acostarte temprano entre semana, te mereces algo de diversión el fin de semana– Lo pienso por un minuto. Normalmente también trabajo los fines de semana, pero la oferta de Gavin suena bastante tentadora. Después de mi primera semana en un nuevo trabajo, puede ser agradable relajarse con alguien con quién hablar. Puedo presumir de todas las cosas de abogado de verdad que nunca esperé hacer como una humilde becaria. Puedo desahogarme sobre el espeluznante Larry. Si fue así de malo el primero día, solo puedo imaginar de tipo de tonterías hará en el futuro. Finalmente, asiento. Robar una o dos horas para cenar no vendrá mal. –De acuerdo, tu ganas. Me tomaré un descanso contigo. ¿Qué tal a las cinco y media el sábado, en…la hamburguesería de la que no recuerdo nada? – –¿Te refieres a Asador el Girasol? Claro. Siempre y cuando no tenga que volver a decir ese nombre nunca más, y vendan algo que sepa a carne– Pongo los ojos en blanco. –Si, sí. El cavernícola nunca deja de hablar de su carne– Es más de un sentido. Su sonrisa burlona debería ser repugnante, pero solo atrae mi atención hacia sus suaves labios. –¿No te gusta mi carne? – –Buenas noches– grito, alejándome ya con toda la indiferencia que puedo reunir. Mirando por encima del hombro, lo encuentro todavía observándome, y un cálido cosquilleo corre mi columna. Vuelvo abajo a mi apartamento, me doy una ducha rápida y muy fría, y me quedo dormida con una sonrisa estúpida en la cara. Durante el resto de esa semana, en los momentos entre trabajar duro y tomar mis breves descansos para almorzar con Tina, me encuentro pensando con cariño en Gavin. Espero nuestra no-cita con más ganas de las que probablemente debería.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD