GAVIN
Este lugar es un auténtico zoológico, lo cual no es ninguna sorpresa. Aby está terminando en la cocina mientras yo pongo la mesa. Mi sobrina y mi sobrino estan en la sala de estar, discutiendo sobre por qué programa ver en el iPad, y mi cuñado. Joey, llegara a casa en cualquier momento.
Abby lleva una bandeja de pollo al horno al comedor y la coloca en el centro de la mesa.
–¿Quieres una cerveza o algo? –
–Solo si me acompañas–
Me dedica una sonrisa sarcástica. –Lo que sea por ti–
Cuando regresa, mete a ambos niños en sus asientos elevados y pone su platos frente a ellos. luego me da una botella de cerveza y un platito de esos rollitos de cangrejo que normalmente hace en ocasiones especiales o días festivos.
–Eres mi hermana favorita– le digo, metiéndome uno a la boca.
–Yo también te quiero– sonríe.
–Esto casi compensa el que me hayas enviado a una clase avanzada de yoga– La miro y frunzo el ceño.
Sonríe, y el brillo en sus ojos me dice que fue bastante intencional de su parte. Mocosa.
Cuando me anima a sentarme, observo la mesa llena de tazones humeantes de verduras, papas y un plato de pollo. Es genial en esto de ser madre.
–¿Deberíamos esperar a Joey? – pregunto antes de meterme otro de los rollitos a la boca.
Ella niega con la cabeza. –Llegara a casa en cualquier momento. Dijo que empezáramos sin él.
Estamos saboreando nuestra comida, charlando sobre las novedades de los niños, cuando Joey entra momentos después. Se inclina para darle un beso a su esposa e hijos antes de saludarme. –¿Cómo has estado, Gavin? –
–Bien– digo. –Vamos, la comida se está enfriando–
Para ser un tipo que se acuesta con mi hermana, en realidad es bastante genial. llevan siete años de casados y se llevan bien. Se une a nosotros, sentándose a la cabecera de la mesa. Si no fuera por su generosidad, comería comida a domicilio casi todas las noches de la semana. En cambio, vengo aquí.
Después de cenar, Joey y los niños juegan en la entrada mientras Aby y yo lavando platos. Solía intentar animarla a salir a jugar, a que me dejara a mí con el trabajo, hasta que me di cuenta de que había estado jugando con ellos todo el día y en realidad solo quería una conversación de adultos. Ahora yo con gusto le proporciono eso.
Tenemos un sistema. Ella me pasa los platos, y yo los enjuago y los meto en el lavavajillas. Solo que esta noche usa nuestro tiempo entre hermanos para interrogarme.
–Así que…Kendra. Yoga. Me debes detalles, hermanito–
–De eso se trataban esos rollitos de cangrejo. Maldita sea, eres buena–
Me sonríe con una sonrisa malvada. –No te metas con el amo–
Me río. –Se mudó el fin de semana pasado. Es de Chicago y trabaja en un bufete de abogados en el centro– Le cuento mi experiencia en yoga y, antes de darme cuenta, me doy cuenta de que he estado parloteando sobre Kendra durante diez minutos. Solo me he detenido a describir su fabuloso olor y su glorioso busto.
No puedo evitar recordar lo guapa que se veía después de su primer día de trabajo. traje desaliñado, tacones asesinos y pequeñas manchas de maquillaje debajo de los ojos. Había tenido un día duro de trabajo y estaba obviamente cansada, pero aun así quedaba esa innegable chispa de emoción latente justo debajo de la superficie que he llegado a apreciar en ella. Todavía me pregunto qué habría pasado si hubiera dicho que si y hubiera aceptado mi oferta de tomar algo.
–Vaya. Estoy impresionada– dice, Aby, tomándose un descanso de limpiar la encimera con un paño de cocina para mirarme. –¿Por fin vas a sentar cabeza y salir con una buena chica? Suena dulce y normal–
–No, vamos. Ya hemos tenido esta conversación antes. No busco nada serio–
Tira el paño a una cesta de despensa. –Dios mío, ¿Qué te pasa? Esta chica suena genial. ¿Por qué no ver adónde va? –
–Porque, Aby, no todo el mundo quiere una casa a las afueras con dos hijos. No es la vida para la que estoy destinado– Ya no, al menos. No después de lo que paso con Roxy. Pero hago todo lo posible por sacarme eso de la cabeza.
–Claro por que los viajes de emergencia a la clínica cuando te quema tu pi-pi son muy divertidos–
Me enfrento a ella con el ceño fruncido. –Esa fue una maldita vez, y resultó que no fue nada. Y has estado pasando demasiado tiempo con niños pequeños. Se llama polla–
–En ese sentido, tengo que prepararlos para su rutina de dormir–
Aby se dirige a la puerta trasera, y yo extiendo la mano y la detengo. –Oye. No vine aquí a pelear contigo. Solo déjame vivir mi vida a mi manera, ¿de acuerdo? –
Hay fuego en sus ojos, y se pone una mano en la cadera. –Nunca has salido con alguien que te iguale emocional e intelectualmente. Siempre vas con esas chicas con las que una noche les basta y que se meten en la cama contigo en la primera cita. No tienen metas. No tienen carreras. Y sorpresa, no mantienen…tu interés más allá de una noche–
–Primero que nada, no estoy saliendo con nadie. Y segundo, ¿Qué tiene de malo una noche? Tengo necesidades, ¿sabes? –
Ella pone los ojos en blanco. –Oh, lo sé. compartí la pared de mi habitación contigo en la preparatoria, ¿recuerdas? –
–¿De dónde sale esto de repente? –
Intento entenderla, porque hasta este momento, claro, ocasionalmente me ha criticado por mi estilo de vida, pero siempre ha sido con una risa burlona en su voz, un puñetazo en las costillas mientras sonríe. Ahora mismo parece legítimamente enfadada.
–Fuiste el mejor de tu clase en la preparatoria, te graduaste temprano y con honores en la universidad. Tiene sentido que estes con una mujer inteligente y capaz con la que puedas tener conversaciones animadas, alguien que mantenga tu interés y te desafíe–
Es extraño que use esa palabra: desafiarme. ¿No es eso lo que exactamente hizo Kendra? Obligarme a ir a yoga, pedirme que explicara mi pasado. Rechazar mi oferta de tomar algo a altas horas de la noche.
–¿Quién te cuidará cuando envejezcas, Gavin? Quiero que tengas una pareja en este vida. Dios, te imagino con sesenta años, con un bronceado artificial horrible y el pelo teñido, todavía intentando vivir este estilo de vida de playboy. Es triste–
–Solo tengo veintisiete años, Aby. Cálmate–
–Si, bueno, vas a parpadear y mañana tendrás treinta, y todas las chicas buenas y de calidad estarán casadas. Solo intento cuidar de ti–
–Se que lo haces. Pero intenta relajarte, ¿de acuerdo? Todo estará bien–
Deja escapar un profundo suspiro. –Simplemente no creo que puedas hacerlo, siendo amigo de una mujer. Ten cuidado con esta–
Su falta de fe en mi se siente como una patada en los huevos. Aby siempre ha sido mi mayor animadora, me ha apoyado en cada locura que he querido intentar.
–Me voy. Dales un beso de buenas noches a los niños de mi parte–
Asiente con la cabeza, con el rostro solemne.
De camino a casa, no puedo evitar que mis pensamientos repitan las palabras Aby y su tono condescendiente. Aprieto mi agarre en el volante e intento concentrarme en la carretera. El sol está empezando a descender por la noche, proyectando una luz ambiental esperanzadora, sobre todo. Agarro mi móvil y marco el contacto que llamo con más frecuencia.
–Hola amigo. ¿Qué pasa? – responde Kevin después de un par de timbres.
–¿Tienes alguna novedad sobre Summer´s Edge? –
Hablamos hace un par de horas sobre un complejo de apartamentos de bajo rendimiento llamado Summer´s Edge que estamos intentando vender a otro inversor. Esta en una zona decente de la ciudad, pero el complejo en si está compuesto por unidades antiguas que se alquilan baratas. Siempre parece haber varias vacantes e inquilinos impredecibles, lo que no ayuda cuando necesitas un flujo de caja constante para planificar tu negocio.
También va a necesitar un techo nuevo y una revisión del sistema de calefacción y refrigeración en los próximos dos o tres años. Si podemos venderlo al precio adecuado antes de entonces, Kevin y yo ya no tendremos que lidiar con el dolor de cabeza de ser dueños de Summer Edge, algo que esperamos con muchas ganas.
–No. todavía no hay novedades– le digo. –Supongo que tendremos noticias del inversor mañana– Sin respirar, añado. –Aby, no cree que pueda tener una amiga–
Hace una pausa de unos segundos, como si intentara ponerse al día con el abrupto cambio de tema. –Eso es una tontería. Puedes hacer cualquier cosa que te propongas. Lo he visto–
Kevin es solo un par de meses mayor que yo, siempre ha sido infinitamente más sabio.
–Gracias– le digo, sintiéndome un poco redimido. –He entablado una especie de amistad con la nueva inquilina, Kendra. Aby me está dando lata por eso–
Siguen varios momentos de silencio sepulcral, donde estoy seguro de que Kevin está tratando de procesar lo que acabo de decirle.
–Bueno, no te tortures. El hecho de que haya establecido la ley de no cazar en la manada no significa que no puedas acostarte con nadie. Puedes ser amigo de Kendra. Solo que tendrás que ir a los bares para cazar coños–
¿Por qué esa idea no me atrae en absoluto? Estar de pie en un bar demasiado ruidoso, comprando bebidas para chicas que sé que después de una mirada me dejaran sacarlas y follarlas en la parte trasera de mi BMW. La idea ya no me excita como antes.
–Si, por supuesto– De repente, no sé por qué lo he llamado. –Avísame si sabes algo del inversor–
–Lo haré, amigo. Que tengas una buena noche– dice Kevin, terminando la llamada.
Mientras me estaciono en mi lugar habitual, no puedo evitar mirar la ventana delantera de Kendra. Esta oscuro y me pregunto si todavía está en el trabajo. La idea me deprime por ella. Nadie debería tener que trabajar tan duro. Hare todo lo que este en mi poder para asegurarme de que se divierta cuando salgamos a comer este fin de semana.
Aunque no demasiada diversión. El tipo de diversión en la que mi polla se queda perfectamente metida en mis pantalones. Oh, que alegría. 😒