Rita besó al hombre apasionadamente, quería tenerlo comiendo en su mano, así le convenía a sus intereses.
Al otro día por la mañana, Maya estuvo lista a primera hora para ir a la oficina, Marcus llamó a su puerta minutos después, al abrir se dio cuenta que vestía de manera informal, jamás iba a sí a la oficina.
—Buen día, Maya.
—Buenos días, Marcus, ¿Iremos a la oficina?
—Jamás voy en domingo a la oficina —dijo con una sonrisa, por lo visto a la chica se le había perdido el día.
—Ja, ja, ja, es verdad, lo siento, ya no sé ni en qué día vivo.
Marcus se acercó a ella, extendió su mano hacia su cabello, Maya se sintió embriagada por su aroma a ámbar y madera, Marcus se retiró en seguida.
—Lo siento, traías algo enredado en tu cabello —alzó la mano para mostrarle lo que había quitado.
—¡Oh! ni idea de dónde ha salido eso —sonrió avergonzada.
—Me preguntaba si aceptarías acompañarme, iré a la ciudad, estoy seguro que Palermo te encantará, allá podremos desayunar.
—Me encantaría, solo dame algunos minutos para cambiarme, no creo que ir en tacones sea buena idea.
—Definitivamente no lo sería —contestó con su acostumbrada encantadora sonrisa.
Maya se dio prisa, eligió para cambiarse un vestido amarillo, era corto con motivos florales, se calzó unas alpargatas, y se peino con una cola alta, tomó su bolso y sus lentes de sol, después salió para alcanzar a Marcus en el estacionamiento.
Estaba recargado sobre un auto deportivo en color blanco, la playera en color gris claro hacía resaltar el color aceituna de sus ojos, al ver a Maya, enseguida abrió la puerta del auto para que subiera.
—Este día yo seré su conductor designado, también su guía turístico si me lo permite usted señorita Jones,
—Por supuesto, señor Arched, será un honor tener tan buen conductor.
—Ja, ja, ja, entonces empecemos el recorrido.
Al subir Maya al auto, Marcus se acercó para colocarle el cinturón de seguridad, la chica sentía que ante su cercanía su respiración se entrecortaba, esperaba que él no lo notara.
—Palermo es la capital de Sicilia, es una de las ciudades más antiguas de Europa, está llena de palacios, iglesias y edificios antiguos, es una mezcla de estilos arquitectónicos debido a que fue conquistada por una variedad de civilizaciones, Árabes, bizantinos, normandos, franceses y españoles la ocuparon en algún momento de la historia, te llevaré a ver las momias medievales si gustas.
—Me encantaría, la historia y esas cosas son lo mío.
Marcus encendió el estéreo, empezó a entonar la canción que sonaba en ese momento ( Thinking Out Loud - Ed Sheeran ) mientras avanzaban, su voz era entonada y rítmica, Maya maldijo su suerte, ¿Había algo que no hiciera bien ese hombre? Todo en él parecía perfecto.
—So baby now/ Take me into your loving arms/ Kiss me under the light of a thousand stars/ Oh darling, place your head on my beating heart/ I'm thinking out loud (Así que cariño, ahora, tómame en tus amorosos brazos, bésame bajo la luz de un millar de estrellas, Oh querida, coloca tu cabeza sobre mi corazón que late, estoy pensando en voz alta).
A Maya le pareció fuera de lugar la canción, demasiado romántica para su gusto, más apropiada para una pareja de enamorados, y ellos claramente no lo estaban, aunque sonaba especial en la voz de Arched.
—Sabes, siempre desee crecer en una familia unida, me sentaba por horas en nuestra sala esperando que la puerta se abriera y mi padre apareciera pidiendo perdón a mi madre, y prometiera a partir de entonces ser un excelente padre.
La voz de Marcus cambió al decir aquello, el hombre tenía sus propios demonios, al igual que Maya.
La chica estaba tentada a preguntar porque si había visto sufrir a su madre por causa de su padre, él usaba a las mujeres con el fin de divertirse, pero Marcus habló de nuevo.
—Cuando era joven, a pesar de mi pobreza, fui un romántico empedernido, decidido a formar la familia que me había sido negada por mi padre, o el destino, me enamoré profundamente de una chica, deseaba casarme, quería hacerlo al terminar una carrera, pero fue cuando mi madre enfermó y no pude hacerlo.
—Lo siento —Maya mintió, no lo sentía en lo absoluto, Marcus se merecía haber sufrido.
—Como te conté tuve que trabajar arduamente para sacarla adelante, antes de eso había logrado pagar un pequeño departamento, era un lugar decente, lejos de las calles, la chica de la que me había enamorado, un día simplemente no me contestó más, me cansé de buscarla, hasta que la encontré con otro, un tipo de dinero, aún recuerdo claras sus palabras gritándome que era un don nadie.
Por la edad que había escuchado decir a su padre que Marcus tenía cuando lo encontró junto a su madre, todo aquello debió de haber pasado antes.
—Pero ya no hablaré de cosas tristes, estoy decidido a pasar un buen día en tu compañía, dejemos a un lado por hoy todo lo que nos molesta, el pasado y sus cicatrices —dijo resuelto, Maya volteó a verlo, a ella también le gustaría cuando menos por un día librarse de la carga que le carcomía el alma.
—Me parece genial, dejemos por hoy nuestra vida pasada suspendida, será bueno hacerlo.
Marcus se portó como todo un caballero, desayunaron en un restaurante de comida típica de la región, Maya quedó fascinada por el sabor del sfincione, después recorrieron la Capilla Palatina de los reyes normandos de Sicilia, la catedral de Palermo y el Teatro Massimo, el palacio de ópera más grande de Italia y el tercero de Europa.
Maya se dio cuenta que Arched se puso serio mientras recorrían el Teatro, no sabía qué era lo que le incomodaba de aquel lugar si era muy bello, tal vez le traía malos recuerdos.
Por la tarde Marcus la llevó a comer la mejor pizza del lugar, ella no estaba de acuerdo, había comido excelentes pizzas en su país, pero al probar aquella delicia, tuvo que darle la razón a Marcus.
El día se pasó muy rápido, al caminar por las calles de regreso al auto, Marcus la tomó por la mano, así siguieron caminando.
Ella pensó en retirarse, pero se detuvo, recordó que tenía que conquistarlo para poder llevar a cabo su plan de venganza, pero cuando llegaron al auto y él retiró su mano, Maya sintió como si hubiera perdido algo.
El color rojizo del cielo al atardecer daba un aire más romántico que nostálgico, mientras regresaban a la villa, Maya decidió fingir que se había quedado dormida, no quería hablar con Marcus.
Estaba pisando un terreno muy peligroso, había aceptado escribir sobre él para vengarse, no para ceder ante sus encantos.
Al llegar a la villa, Marcus caballerosamente la ayudó a bajar del auto.
—Te quedaste dormida, te has perdido la mejor parte, estoy seguro que observar el atardecer desde el mirador te hubiera encantado —ahí estaba de nuevo esa gran sonrisa que hechizaba.
—Lo siento, me sentía tan agotada que no me di cuenta cuando me quedé dormida.
—Bueno, tenemos muchos más días para observarlo.
—Claro.
Marcus la acompañó hasta la puerta de su habitación.
—¿Deseas que te envié algo para cenar?
—No, gracias, estoy rendida.
—Entonces te deseo una encantadora noche en brazos de Morfeo, nos vemos por la mañana, Maya —su voz era suave, como un susurro llevado por el viento.
—Hasta mañana, Marcus.
Maya se dio un baño de agua tibia para relajarse, cuando salió, escuchó ruido en el jardín, al acercarse a la ventana, pudo ver que era Marcus, una hermosa chica lo acompañaba, era rubia y muy alta.
Llevaba un vestido en color rojo, sin mangas y muy ajustado, estaba sentada frente a Marcus, le sonreía mientras colocaba su mano sobre su hombro.
—Vaya, solo espero a deshacerse de mí para llamar a alguna de sus amantes —no se dio cuenta de que realmente le había molestado lo que estaba viendo.