CAPÍTULO 1: VIENTOS DE CAMBIOS
El puerto vibraba con actividad mientras la tripulación del crucero privado Isabella Dream’s se preparaba para zarpar. Los suministros eran cargados con precisión, y el equipo, un grupo selecto de profesionales, comenzaba a llegar, emocionados por el exclusivo viaje que les esperaba. La brisa marina traía consigo el olor a sal y algas, mientras las gaviotas sobrevolaban el muelle, añadiendo su cacareo al bullicio general. Elena Sofía Garcías Papadakis, encargada del personal, supervisaba todo con eficiencia impecable, sus ojos atentos a cada detalle, aunque su mente ya anticipaba posibles imprevistos. Su andar era firme, pero su intuición le susurraba que algo estaba por romper la armonía.
El teléfono vibró en su bolsillo. Era Henri Dubois, el chef principal.
—Elena… tengo malas noticias. Me fracturé el brazo. Cirugía inmediata. No podré embarcar.
Elena sintió un nudo en el estómago. Henri era clave para el éxito del viaje. Sin él, la experiencia culinaria estaría en riesgo. El Isabella Dream’s no era solo un crucero: era una promesa de lujo, detalle y perfección.
—Entiendo. Cuídate. Nos encargaremos aquí —respondió, ocultando el temblor en su voz.
Colgó el teléfono, pasó lista de la tripulación, asegurándose de que las 25 personas necesarias estuvieran presentes. Luego se dirigió al puente de mando, con pasos más rápidos de lo habitual.
El Capitán Alexandros Kostas Marinos, alto, atlético, con cabello oscuro salpicado de canas y ojos azules como el Egeo, frunció el ceño al escuchar la noticia. Su presencia imponía respeto, pero también transmitía una calma férrea.
—Esto es serio. Necesitamos reemplazos inmediatos. ¿Tienes alguna sugerencia?
Elena dudó. —No estoy segura… Es muy poco tiempo.
El Capitán la observó con intensidad. —¿Y tu esposo, Nikos? Es chef. ¿Y los gemelos Alex y Theo? No tienen experiencia en barcos, pero podrían adaptarse.
Elena parpadeó, sorprendida. —Nikos es excelente, y los gemelos también. Pero no sé cómo reaccionará la tripulación. No todos aceptan cambios tan bruscos.
—Confío en tu juicio. Haz los arreglos.
Esa noche, Elena hizo las llamadas. Nikos aceptó sin dudar. Los gemelos también. Al día siguiente, llegaron al puerto. Elena los recibió con una mezcla de alivio y ansiedad. Sabía que su decisión podía alterar dinámicas internas.
—Hola, cariño —dijo Elena, abrazando a Nikos con fuerza—. Gracias por venir.
—Siempre estaré para ti, mi bella Elena —respondió él, besándola en la frente—. Solo falta nuestra princesa Marina Isabella para que esté la familia completa.
El Capitán los recibió con una sonrisa que suavizaba su habitual seriedad. —Bienvenidos. Estoy seguro de que serán una gran ayuda.
—Es un honor, Capitán —dijo Nikos—. Haré todo lo posible para que la cocina funcione.
La tripulación continuó con los preparativos, aunque la tensión era palpable. Elena notó miradas cruzadas y susurros. Algunos miembros del equipo no ocultaban su incomodidad ante la llegada de tres nuevos integrantes, especialmente por el vínculo familiar.
Los gemelos se integraban rápido: Alex, más físico y espontáneo, se adaptaba bien a los trabajos de carga y logística. Theo, más lógico y detallista, destacaba en planificación y organización. Además, Theo tenía un amplio conocimiento de las islas y actividades únicas, lo que resultaba invaluable para el itinerario.
El Capitán convocó a una reunión. En la sala, todos escuchaban atentos.
—Visitaremos Atenas, Mykonos, Santorini, Creta, Rodas, Kos, Bodrum, Patmos, Naxos y Paros. Habrá submarinismo, buceo en cuevas, visitas culturales. Cada parada está diseñada para ofrecer una experiencia exclusiva.
Elena añadió: —A bordo, clases de cocina, cata de vinos, cine bajo las estrellas, espectáculos en vivo. Debemos estar listos para ofrecer lo mejor.
El Capitán continuó con la asignación de roles. Cada nombre, cada puesto, cada responsabilidad. La tripulación asintió, comprendiendo la magnitud del viaje.
Asignaciones:
- Capitán: Alexandros Kostas Marinos
- Primer Oficial: Dimitrios Papadopoulos
- Segundo Oficial: Giorgos Karalis
- Jefe de Máquinas: Stanly Nikolaidis
- Ingeniero de Máquinas: Dimitrios Andreas Petrou
- Electricista: Kostas Vasilakis
- Jefe de Personal: Elena Sofía Garcías Papadakis
- Chef Principal: Nikos Soutori
- Sous Chef: Yannis Georgiou
- Cocinero: Petros Antoniou
- Ayudante de Cocina: Christos Manolis
- Jefe de Camareros: Spiros Kouris
- Camarero: Manos Kotsis
- Barman: Lefteris Papageorgiou
- Jefe de Limpieza: Thanos Kouris
- Personal de Limpieza: Giorgos Alexiou
- Responsable de Actividades: Theo Soutori
- Animador: Vasilis Markos
- Instructor de Yoga: Sofia Anagnostou
- Instructor de Gimnasio: Kostas Dimitriou
- Médico: Dra. Valeria Rodríguez
- Enfermero: Juan Pérez
- Técnico de Mantenimiento: Nikola Pappas
- Marinero 1: Alex Soutori
- Marinero 2: Lefteris Papadopoulos
Durante los primeros días, los pasajeros disfrutarían de actividades a bordo. Las piscinas y jacuzzis serían oasis de relajación. El gimnasio y las clases de yoga, espacios de energía. Las noches prometían cine bajo las estrellas, música en vivo y cenas temáticas.
Nikos, aunque novato en barcos, se adaptó con rapidez. Su pasión por la cocina lo guiaba. Con Alex y Theo como apoyo, la cocina comenzó a funcionar sin contratiempos. Nikos introdujo platos mediterráneos con toques personales, y los primeros elogios no tardaron en llegar.
En las siguientes 72 horas, la tripulación trabajó sin descanso. La tensión inicial se disipaba, pero Elena no dejaba de sentir una inquietud sutil. Como si el verdadero desafío aún no hubiera comenzado.
Esa noche, mientras caminaba por la cubierta, la brisa le trajo un recuerdo lejano. Una carta que nunca respondió. Una promesa que quedó suspendida. Y en el horizonte, más allá del mar tranquilo, algo parecía estar por llegar.
> Y en la brisa salada que rozaba el muelle, el cambio ya no era viento: era destino.