Capitulum 8 Miedo

2390 Words
Aleister constantemente estaba preocupado por el futuro incierto, cercano a una muerte temprana, porque era un hecho que la muerte aguardaba por todos y no hacia distinción en edades o género. Lo único que hubiera podido desear el vampiro era, que aquella paz de cinco años hubiera durado más, pero se desvaneció en un instante ante sus ojos como un sueño. Los tres hermanos Vlad Alucard habían salido a entrenar como todas las mañanas con excepción de que al volver a casa recolectarían algunas moras o fresas silvestres para la ensalada especial de su madre. El trio se encontraba exactamente encima de la gran colina que daba vista a la pequeña aldea en donde vivían, el primer lugar que apreciaron al llegar a su nueva vida. Aleister estaban encandilado bajo las fuertes brazas que quemaban cada una de las chozas junto con sus habitantes que gritaban y corrían por todas partes, huyendo de los arcángeles quienes agitaban sus poderosas espadas especiales, las cuales tenían la habilidad de llevar pena, destrucción y dolor a donde fuera que ellos llegaran. Los tres pequeños estaban impactados ante tanta aniquilación sin saber que proponer o ejecutar exactamente. —¡Aleister! Reacciona, por favor —hablo Draven —. ¿Qué hacemos? — pregunto alterado, inconscientemente temblaba, nadie podría culparlo después de todo sabia de lo que eran capaces esas creaturas por los cuentos de su madre y el relato de primera mano de Aleister. Aleister siempre pensó que Draven y Desmond tenían suerte y hasta cierto punto los envidiaba; se alegraba de que hubiera tenido una mejor niñez que la suya. Porque así, ellos eran ajenos a las memorias que comenzaron a inundar su cabeza, recordó la oscura aura de Adam y su sonrisa sádica, la cual le decía que moriría ese día. Respiro profundo, pero las imágenes de la sangre del hombre lobo sobre su cara y su cuerpo se aferraron a él diciéndole que ese era su destino. —Mamá, ¡tenemos que ir por mamá! —dijo Desmond asustado, casi al borde de las lágrimas. Tenía miedo, todos tenían miedo y no sabía qué hacer exactamente, huir lejos o intentar sacar a su madre con vida de aquella escena. —Draven escapa lejos, junto con Desmond —ordeno Aleister —. Prométeme que lo cuidaras y lo protegerás con tu vida. —¡No Aleister, no lo hagas! —suplico Draven al saber lo que su hermano mayor planeaba —. Huye con nosotros, mamá lo quería así. —Mamá me necesita Draven, ella no es tan fuerte como nos hace creer, ella ha sido mi única compañera por trecientos años, mi amiga, en aquella fría y oscura soledad, tengo que ir por ella, tengo que hacer esto por ella, por todas las veces que me defendió del bárbaro de mi padre, a pesar de recibir palizas de su parte nunca se quejó. —¡Aleister!, corre, ve y salva a nuestra mami —ordeno Desmond con desesperación al ver como empeoraba la situación en el pueblo. Aleister desapareció como un rayo, sin darle la oportunidad a Draven de convencerlo de que aquello era un s******o. Si su padre, el gran poderoso Drácula no había podido vencer a esas creaturas, su hermano mayor tampoco podría, Draven se secó sus lágrimas, miro a Desmond y dijo: —No podemos dejar que nuestro hermano mayor cargue con todo, es tiempo que nosotros también lo apoyemos y lo ayudemos a cargar todas esas responsabilidades que no suelta. Desmond asintió decidido, tenía solo cincuenta años, pero si de algo estaba seguro, era que no quería ver morir ni a su hermano, ni a su mamá. …………………………….. Aleister se movió con elegancia entre aquella destrucción, él no era el mismo de hace cuatrocientos años, él era un vampiro nuevo lleno de poder y podía salir vivo de este si se lo propina. Logro llegar a la casa que aun permanecía intacta. —¡Mamá! —grito —¡Mamá, soy yo Aleister he venido por ti! —No obtuvo respuesta alguna, corrió directo a la habitación, pero su madre no estaba en casa ¿A dónde había ido? —Mira lo que tenemos aquí, un valiente niño. —Aleister voltio rápidamente encontrándose con el ser divino. —Me pregunte si aquí residía la familia Vlad Alucard, pero teniendo en cuenta que este pueblo esta lleno de chupasangres, es difícil saber quiénes son, así que no lo tomes personal, pero hoy te toco morir —aviso el arcángel, pero antes de que pudiera hacer algo contra Aleister, él lo golpeo con tanta precisión que el arcángel no pudo evitar sus movimientos. Aleister lo atravesó, sin éxito de dar con uno de sus corazones. —Wow, pero si tenemos a un experto —admitió el arcángel —. Nunca pensé encontrarme con una pequeña creatura con potencial. Lástima que no sabes la ubicación de los corazones de un arcángel. Este se movió con velocidad, golpeo a Aleister, pero su golpe fue amortiguado por Aleister, a pesar de ser veloz no se comparaba con la velocidad del chico. —Vaya, creí que enfrentarme a uno de ustedes realmente seria la muerte, pero creo que les di mas merito del que realmente merecen —dijo Aleister confiado. —¿Quién rayos eres mocoso? —pregunto enojado. —Eso importa, te volverá un digno rival esa información. —Se burló Aleister logrando que el arcángel realmente enfureciera. —Suficiente, te llevaras ese sentido del humor al otro mundo. —El arcángel blandió su espada con velocidad, la agito como si escribiera algo en el aire y lanzo el ataque hacia Aleister. El chico de ojos azules esquivo con dificultad aquello, pero aun así no fue imposible, después de todo sabía que los poderes de las espadas de los arcángeles tenían la capacidad de matarlo, así que, mantenerse lo suficiente alejado era una gran idea. Salió de la casa pues el destello absorbió todo a su alrededor, llevándose lo que un día fue su hogar. Antes de que pudiera reaccionar el arcángel se posicionó detrás de él y lo golpeo mandando a Aleister al suelo, con su espada lo apunto para atravesarlo, pero el chico se movió lo suficientemente rápido como para que la espada del arcángel fuera clava en el suelo. El arcángel gruño con ferocidad y molestia al ver que el chico realmente era un prodigio de su especie. Entonces lo supo, aquel niño debía ser el hijo de Drácula, no había duda alguna, era momento de tomarse las cosas serias y matarlo, llamo a dos de sus hermanos al producir un silbido, el ángel blandió su espada y aparecieron enseguida dos querubines. —Pero mira quien es —hablo Adam trayendo un terrible escalofrió al cuerpo de Aleister, no solo el chico lo recordaba, sino el arcángel también —. Mi pequeña presa, no volverás a escaparte de mi Aleister cerró los ojos con fuerza, se sintió preso de su propio miedo, pensó un millón de cosas en menos de un minuto, se arrepentía de no haber podido salvar a su madre, de no haber cuidado como se debía a sus hermanos y por último se arrepentía de lo débil que era, su padre había tenido razón todo ese tiempo. Adam blandió su espada, iba a matarlo, lo tenía en la mira listo para partirlo en dos cuando invoco un rayo, mas, antes de que alguno de los dos pudiera reaccionar, el vampirito fue abrazado por un enorme cuerpo que lo llevo lejos de allí. Aleister no creyó la presencia de su padre, una vez más lo había salvado de su destino. —En qué demonios estabas pensando —grito furioso —. ¿Acaso querías morir a manos de ese imbécil? Como se te ocurre cerrar los ojos en una batalla. —Lo siento… —No, no hay lo siento que valga, sabes que si te pierdo… yo… Drácula detuvo sus palabras, si continuaba se quebraría y no era momento para eso, era un hombre duro, pero en este momento estaba a punto de perder todo lo que le importaba. —¿Dónde están tus hermanos? —pregunto aun con ese tono colérico que lo caracterizaba —No sé, mande a Draven lejos de aquí con Desmond, deben estar a salvo, supongo, solo vine a buscar a mamá —reporto con seriedad y sin mostrar emociones. —Bien, yo me encargo de eso, tu busca a tus hermanos y sal de este infierno —ordeno. —Ah y no se te ocurra nuevamente dejar que el enemigo te mate, porque entonces yo seré él que termine contigo, después de todo soy tu padre y soy el único que tiene ese derecho. Silver desapareció en el viento dejando a Aleister con un sentimiento de culpa, odiaba a su padre, pero a pesar de eso, aun permanecía el sentimiento de querer que él estuviera orgulloso de él y no decepcionarlo; odiaba cuando eso pasaba. Aleister logro salir del caos, las personas corrían despavoridas sin saber exactamente quienes eran ordinarios o quienes eran sobrenaturales, el decidió ignorar aquella masacre y reunirse con sus hermanos, no obstante, vislumbro a Desmond tirado en el suelo a punto de ser atravesado por un ser celestial. —¡Desmond! —grito Aleister llamando la atención del arcángel, a quien golpeo inmediatamente dejándola fuera de combate. Otro arcángel miro impresionado la fuerza del pequeño vampiro, pero no se inmiscuyo sabia claramente que su hermana querría matarlo con sus propias manos por aquella ofensa. —¡Maldito mocoso de mierda! ¿Quién te crees? —hablo con ira el arcángel saliendo de los escombros. —¡Aléjate de mi hermano perra o te arrepentirás! —amenazo Aleister, cargando a su hermano y huyendo sin darle la oportunidad al arcángel de atacarlo o siquiera poder seguirlo. —Pero ¿quién demonios era ese niño? —dijo impresionado el arcángel mientras su hermana gritaba con rabia. Aleister vislumbro a Draven en el caos buscando a alguien con desesperación. —¡Draven que mierda! —grito Aleister molesto llamando la atención del vampiro, Draven sonrió con ojos llorosos y corrió a lado de Aleister sin pensarlo. —Luego me regañas, huyamos —susurro Draven casi sin aliento. —Créeme que no será nada bueno ese regaño, casi haces que maten a Desmond y ni se diga de ti —reprendió el mayor. —Estoy orgulloso de ti, estas en una pieza, después de todo si eres realmente asombroso como dijo mamá y papá, tu serás la creatura más poderosa de todas —Draven se desplomo, estaba herido, había tenido que luchar e huir con todas sus fuerzas para encontrar a su hermano o a alguien que lo auxiliara, por suerte, Aleister estaba allí con él y no permitiría que nada le pasara ni a él ni a Desmond. Aleister tuvo que cargarlo de igual manera, así que lo trepo en su espalda, posteriormente, logro salir de aquel desastre con sus dos hermanos en una pieza, llego nuevamente a la colina sintiéndose a salvo, no obstante, un nuevo arcángel llego ocasionando un remolino de viendo que Aleister apenas pudo enfrentar. —¡Maldita sea! —grito Aleister —. ¿Cuántas malditas creaturas con alas hay aquí? —pregunto más para sí mismo que para alguien. —Lamento informarte, que tu pueblo está custodiado por los diez mandamientos; estamos presentes todos para no dejar vivo a ninguno solo. —La chica los miro divertida con una sonrisa astuta y escalofriante. El arcángel saco su espada sin esperar réplica del vampiro, quería terminar con esto lo más rápido posible, estaba segura que el vampiro mayor, quien cargaba a los pequeños no podría protegerlos y terminaría matándolos de un solo tiro. Agito su espada provocando que el trio saliera volando sin poder evitarlo, antes de que Aleister reaccionará su cuerpo ya había sido golpeado por el viento, logró solo proteger a Desmond, él y Draven recibieron el impacto; su cuerpo comenzó a desangrarse interna y externamente sin explicación. Aleister escupió sangre, cayo de rodillas y comprendió que había sido un idiota al dejar que el poder de la chica lo golpeara. Observo el estado de Draven, quien se encontraba tirado a su lado inconsciente, su pulso cada vez era más bajo, él iba a morir sino hacia algo rápido. Aleister busco a Desmond con desesperación, y para su desdicha no estaba. —¡Basta-aa! ¡Aleister!... —grito Desmond con sufrimiento —. ¡Ayúdame! ¡Detente por favor! ¡Draven!… ¡por-rr favor basta! Aleister se levantó y con todo el dolor del mundo aun pudo correr con velocidad hacia donde gritaba su hermano menor. —Asombroso, tu hermano recibió todo el impacto, salvando tu patética vida y la del otro chico, aunque creo que tu hermano ya debe estar muerto a pesar de su patético intento por salvar a ambos. El arcángel torturó a Desmond haciendo una especie de marca o escritura sobre el cuerpo del pequeño, después le pareció divertido desmembrarlo parte por parte, sostuvo su pequeño brazo y comenzó a jalarlo mientras pisaba su demás cuerpo y le arrancaba la extremidad. Aleister llego y vio cómo su hermano gritaba de dolor mientras perdía su brazo derecho de una forma atroz, Desmond perdió la conciencia ante el dolor, aun gimoteaba, pero su mente ya no estaba presente. Ese día Aleister perdió su sentimiento de culpa, sintió como el miedo ante todo se iba y era remplazado por ira, odio, sed de sangre y venganza, Aleister se había roto. —Esta vez te dolerá menos, lo prometo —dijo el ángel con una sonrisa sádica mientras observaba con fascinación lo que ella llamaba arte. Estaba tan concentrada en la siguiente extremidad que arrancaría del pequeño vampiro que no se percató de la presencia de Aleister, quien con suma violencia y precisión corto las alas del monstro que tenía enfrente. —¡Ah! —grito el ángel repentinamente, dejando al pobre niño para prestarle atención al ser que se había atrevido arrancarle su divinidad. —¡Maldito! ¿Quién te… Aleister atravesó su cuero arrancando uno de sus corazones; lo mordió con ferocidad devorando su carne con salvajismo, el arcángel lo miro y por primera vez en su larga vida, tuvo miedo, miedo a la muerte, miedo al dolor, miedo al final.
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