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Mi amo y señor.

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intro-logo
Blurb

Hacer tratos con demonios no ha sido la mejor decisión de Baldrick Alessandro D’angelo, pero no tenía otra opción. Regresar a la tierra era lo que más anhelaba después de estar seis meses en la oscuridad del infierno, pero ahora sus más perversos deseos son puestos a prueba cuando conoce a la virginal Ivette Moretti, una mujer que dará su vida por el hombre que ama.

Perversión, erotismo y el bello mundo del b**m acompañarán al Señor y señora D’angelo en esta hermosa historia de amor.

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Capítulo 1
Baldrick. Desperté entre sábanas blancas, tres hermosas mujeres me acompañan en la habitación. Los ojos me duelen y la nariz me quema, necesito urgentemente dos líneas de cocaína. Completamente desnudo me pongo de pie y caminó hacia mis pertenencias que yacen en el suelo, tomó mi saco entre mis manos y encuentro en su interior lo que tanto anhelo, inmediatamente llevó el polvo blanco a mi nariz, esa maldita sensación se siente como estar en la gloria, mi cuerpo comienza a relajarse, tanto, que nuevamente estoy recostado en la cama, acariciando el cuerpo desnudo de mis acompañantes. Recuerdo perfectamente la noche de ayer, jamás podría olvidarla. Tres bellas mujeres teniendo sexo conmigo, una de las mejores experiencias. Sexo sin compromiso, solamente casual sin ningún remordimiento. Que puedo decir, me encantan las mujeres y obviamente unos cuantos hombres, tengo todo lo que deseo y aun así no estoy satisfecho, quiero más. Seré el dueño del mundo, poseedor de infinidad de propiedades, y obviamente soy el hombre más rico que a pisado la tierra, pero lamentablemente necesito comerme al mundo a mordidas, necesito vivir y vivir bien. Tengo que reconocer que soy un drogadicto de primera, me encanta la cocaína y la heroína, bueno… también me gusta fumar y beber. No tengo muchas cosas buenas dentro de mi cuerpo, de hecho, nada en mi es bueno. Soy la escoria del mundo, lo peor de lo peor, me encanta todo lo inmoral. Mientras enciendo un cigarrillo las chicas comienzan a despertarse y eso es una muy buena señal, la fiesta va a comenzar nuevamente. -Hola papy. – comienza a acariciarme una de las chicas que ni siquiera se su nombre. -Comiencen a realizar su trabajo. – les digo mientras nuevamente comienzo a inhalar dos líneas de cocaína. -¿Qué desea mi señor?. – la chica rubia comienza a realizarme sexo oral. -Sigue con tu trabajo y deja de hablar maldita perra. – observó cómo chupa y mama mi pene. Mientras una nena se encarga de darle calor a mi pene, las dos mujeres que quedan comienzan a besarme y acariciar mi tersa y suave piel. La droga y la enorme erección están haciendo efecto, comienzo a sentir mi cuerpo más ligero, más necesitado de sexo. Tomó un preservativo y me lo coloco en el pene las chicas comienzan a morderse los labios, saben perfectamente que tengo leche para todas. Sin pensarlo colocó a una en posición de perrito, sin pensarlo dos veces comienzo a penetrarla duro, no me importa que le duela, para eso está aquí, para complacerme. Se perfectamente que mi pene es demasiado grande y eso es otro punto a mi favor. Poco a poco la humedad me indica que la maldita puta lo está disfrutando demasiado, me encanta marcar su piel, dejar una huella en sus cuerpos, que recuerden que fueron mías solamente una noche. Escucho el sonido de sus nalgas rebotando en mi monte de venus, es tan excitante sentir sus jugos escurrir en sus piernas, mientras disfruto de penetrar a una de ellas a otra la masturbo con mis dedos, juego con su hinchado clítoris, los gemido poco a poco se van haciendo presentes, acarició sus tetas y jalo su pezón, realmente adoro el sexo. Al llegar al orgasmo la mujer que tenía frente a mí se desploma en la cama para darle paso a la siguiente chica que gustosa se pone arriba de mi, sin tanto rodeo sujeto sus caderas y la colocó justo en mi gran v***a, solamente escuché un grito ahogado cuando la penetre con intensidad, no espere a que se acostumbrara a mi hermoso falo y comencé a levantar sus caderas para penetrarla lo mas rápido que podía, sus tetas rebotaban de arriba abajo, ver aquello solo me excitaba aun más. Tomé de la muñeca a una de las preciosas mujeres que se masturbaban en la cama y la coloque arriba de mi cara, comencé un delicioso sexo oral,abrí sus pliegues con mi lengua, su hinchado clítoris me ínsita a jugar con él y darle la atención que se merece ese pequeño botón de la felicidad, seguí con mi trabajo introduciendo dos de mis dedos en su vulva, mientras que mi lengua se encargaba de masajear su bella perla, bebí de sus jugos, los cuales se escurren en mi rostro y escuché sus gemido al llegar al orgasmo, mientras apretaba con fuerza sus senos. Les daría placer a todas por igual, ninguna saldría viva de esta habitación. Cada una recibió su merecido orgasmo, pero aún faltaba el mío y no me quedaría con las ganas de ver un bello espectáculo digno de un rey, por que eso es lo que soy, un rey. -Las quiero ver a las tres masturbándose. – me quite el condón y comencé a jalar mi enorme pene. - ¡Ahora!. Mientras observaba el espectáculo, comencé a sentir un placer digno de un ser celestial, aquello que se proyectaba en esa cama era digno de admirar. Tres bellas mujeres masturbándose hasta llegar al orgasmo mientras me jalo la v***a para sentir placer. Observar sus dedos llenos de fluidos cuando entran y salen de su vulva, es el mejor pecado que he cometido, me encanta ser un jodido pecador. Mi gruesa y venosa v***a me pide a chorros que la deje vaciarse, sin pensarlo ni siquiera un segundo, derramo mi leche en sus senos, mi semen se derrama en su suave piel y esta vez fue un largo y placentera orgasmo. -Recojan sus cosas y lárguense de la habitación. – tomé asiento en el sofá que se encontraba frente a la cama. -Pero…-la rubia intentó hablar pero cuando intentó terminar la oración se quedó en silencio. -¡Lárguense, ahora!. – grité con furia. – Ustedes solo fueron diversión de un rato, ahora háganme el favor de irse. Destape una botella de whisky mientras las observaba vestirse, sin más, tomaron sus zapatilla y salieron de la habitación. Nuevamente estaba solo, mi soledad me encantaba, la verdad es que me caía a toda madre, disfruto demasiado de mi propia compañía soy lo mejor de lo mejor. Escuche la puerta de la habitación abrirse nuevamente, ni siquiera me moví un centímetro de donde estaba, sabía perfectamente quien era la persona que se atrevía a entrar después de una buena sesión de sexo. -¿Qué quieres, Albert?. – encendí un cigarrillo. -Tenemos que irnos o llegaremos tarde a la fiesta de tu padre. – levantó el condón sucio que se encontraba en el suelo. – Si que te la pasaste demasiado bien. -Mi padre y toda su puta familia se puede ir a la mierda. – me puse de pie y comencé a vestirme. – Además hoy comencé el día con demasiado sexo, eso me puso de buen humor. -¿Qué le dirás a tu esposa?. – Albert se recargo en un muro y cruzó los brazos a la altura de su pecho. -No tengo nada que decirle. – le dije mientras abrochaba los botones de mi camisa. – Esa mujer no me ama y bueno… yo tampoco la amo. -Recuerda que tienes una hija. – sonrió con hipocresía. -Sabes que eso me tiene sin cuidado.. Esa niña no le faltara nada en toda su perra vida, que se conforme con ello. – tomé mis pertenencias y camine en dirección a la puerta. -¿Cuándo cambiarás, Alessandro?. – comenzó a masajear su cien. -Jamás podrás ver ese maldito milagro, Albert. – comencé a reírme con intensidad. – Un rey como yo, jamás va a modificar su esencia por alguien. -Ya hablaremos de ello cuando encuentres a una mujer que te haga cambiar. – me miró directamente a los ojos. Se perfectamente que eso jamás pasará, ni ahora ni nunca, fui diseñado para herir y hacer el mal, obviamente por esas razones son el líder de la secta de los cinco, soy el hombre más poderoso del mundo y jamás dejaré que una mujer me doblegue ni mucho menos que me haga débil. Siempre he estado rodeado de lujos desde que nací, ese fue mi destino y me encanta que sea así. No puedo desear nada más, soy un joven de veinticinco años, tengo toda una vida por delante. Cometí el gran error de casarme hace un año, pero lamentablemente mi avaricia carcome mi alma, uno de mis tíos dejaría su fortuna al primer sobrino que se casara y formara una familia y bueno… use a una hermosa mujer para cumplir sus deseos, y ahora estoy casado y tengo una hija de un año, realmente no me siento como el hombre comprometido que debo ser, siempre he sido infiel y en el aspecto de padre, ni mencionarlo. Cuando mi hija nació estaba drogado y teniendo sexo en una orgía, así que no viví esos bellos momentos que todo padre orgulloso presume ante la sociedad, es lamentable, pero así soy. Soy lo que ninguna mujer desea para el resto de su vida, pero aún me eligen a mí por el poder y los millones que puedo darles. Al llegar a mi lujosa mansión me encuentro a mi esposa en la entrada, se nota demasiado molesta, pero la realidad es que no me importa. -¿Dónde estabas, Baldrick?. – me señala con su diminuto dedo. -No te importa. – le contestó sin mirarla y continuó mi camino. -Tu padre se pondrá molesto si llegamos tarde.-puedo notar que esta apunto de colapsar del enojo que tiene en su sistema. – Además tu hija te necesita, toda la noche estuvo llorando,necesita de su padre. -¡Mi padre se puede ir a la mierda!. – le gritó con furia. – Y no intentes chantajearme con mi hija, se perfectamente que esa mocosa aún no establece lazos conmigo, porque déjame informarte que jamás voy a tener un sentimiento de amor hacia esa criatura. -Es tu hija, Baldrick. – las lágrimas comenzaron a humedecer sus mejillas. -Tu aceptaste el trato, así que ahora no vengas a reprocharme absolutamente nada.- la mire directamente a los ojos. – Recuerda que solamente te necesite para que me dieras una familia y así poseer la herencia de mi tío. – sonreí con malicia. – Pero espera… eso ya pasó, ya tengo lo que necesito, así que será mejor que me des el divorcio. -¡No, eso jamás va a pasar!. – grito e intento golpearme. -Escúchame bien, perra de la calle. – la sujete con fuerza de la mandíbula. – No vuelvas a gritarme ni mucho menos a intentar golpearme, soy y seré tu dueño por siempre y si quiero que te largues ahora mismo de mi vida lo haras, ¿entendiste?. -Si, lo entendí. – su cuerpo temblaba. - Así me gusta, siempre lista y obediente – le di un suave beso en la mejilla. – Ahora sube a cambiarte, tenemos una maldita cena a la que acudir. -Si mi amor. La mire subir a toda prisa las escaleras, sabía que estaba mal la manera en cómo la trate pero ella se lo busco al querer manipularme de esa forma, ni ella ni nadie tenía el derecho de intentar esclavizarme, solamente yo soy el Amo y Señor de aquellas que se someten ante mi, de aquellas hermosas mujeres que firman su sumisión y permiten que ultraje su cuerpo a mi antojo. Me encanta ser el dominante. Mi vida no ha sido la mejor de todas, pero vamos…soy bellísimo, millonario y tengo una enorme v***a, no puedo pedir más o mejor dicho si puedo exigir más de lo que tengo porque me lo merezco, un D’angelo jamás se conforma, siempre tendrá hambre de poder. Reconozco que madure demasiado rápido, a decir verdad madure a los diez años cuando mi padre me obligó a tener sexo con una señorita de quince años, no fue incómodo, ambos éramos vírgenes, así que lo disfrutamos al máximo en lo que se podría disfrutar, pero en ese momento descubrí que el sexo es lo mejor de la vida. Las drogas las conocí poco después, a los quince años, comencé con mariguana y después cristal pero lo que más me gustó fue la cocaína y la heroína, ¡carajo!, esas dos dulzuras son lo mejor de lo mejor y así me adentre en el bello mundo de la adicción. A mis veinticinco años he asesinado, violado, mentido, fornicado, me dedique a la trata de blancas, soy mafioso y… también soy dominante.

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